¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabras de Dios, en este miércoles de la 6ª semana del tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos bendice...
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol Santiago 1, 19-27
Tengan bien presente, hermanos muy queridos, que debemos estar dispuestos a escuchar y ser lentos para hablar y para enojarnos. La ira del hombre nunca realiza la justicia de Dios. Dejen de lado, entonces, toda impureza y todo resto de maldad, y reciban con docilidad la Palabra sembrada en ustedes, que es capaz de salvarlos.
Pongan en práctica la Palabra y no se contenten sólo con oírla, de manera que se engañen a ustedes mismos. El que oye la Palabra y no la practica, se parece a un hombre que se mira en el espejo, pero en seguida se va y se olvida de cómo es. En cambio, el que considera atentamente la Ley perfecta, que nos hace libres, y se aficiona a ella, no como un oyente distraído, sino como un verdadero cumplidor de la Ley, será feliz al practicarla.
Si alguien cree que es un hombre religioso, pero no domina su lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad es vacía. La religiosidad pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados, y en no contaminarse con el mundo.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 14, 2-3b. 3c-4b. 5 (R.:1b)
R. Señor, ¿quién habitará en tu santa Montaña?
El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua. R.
El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
el que no estima a quien Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor. R.
El que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 8, 22-26
Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara. El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: « ¿Ves algo?» El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: «Veo hombres, como si fueran árboles que caminan.»
Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
- El fragmento de la carta que leemos hoy tiene su eje en «la palabra». La Palabra no es sólo una doctrina, una enseñanza, es una cierta Presencia de Dios para los que de veras la escuchan.
- La palabra no es sólo la que se lee o escucha, sino que hunde sus raíces en el interior y en la vida del oyente, hasta el punto de mostrar desde dentro -como una semilla- su fuerza capaz de salvarlo.
- Nos advierte además sobre el peligro de conformarnos con oírla, sin esforzarnos en practicarla, o contra la falsa idea de una religión que se contente con palabras, mientras que lo que agrada a Dios son las obras: ayudar al prójimo y no dejarse contaminar por las costumbres del mundo. La palabra enseña en qué radica «la justicia de Dios». De ahí también la exhortación a ser «lento para la ira», que incita al hombre a imponer su propia justicia olvidándose de la que proviene de Dios.
- Es un programa para confrontar con lo que nos habituamos a hacer en nuestra vida.
***
- Esta curación ha sido colocada a propósito en un contexto, en que se habla también de la ceguera de los fariseos y de los discípulos.
- Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida. Le llevaron un ciego. Este será otro signo mesiánico de Jesús, los profetas ya habían anunciado que el Mesías haría ver a los ciegos.
- La escena se presenta con la tonalidad de un ritual: lo saca de la aldea, llevándolo de la mano, le unta de saliva los ojos, el hombre empieza a ver, le impone las manos sobre los ojos por segunda vez, el ciego va recobrando poco a poco la vista, primero ve «hombres que parecen árboles» y luego puede ver con toda nitidez.
- Según la tradición judía la saliva tenía poderes para expulsar demonios y curar enfermedades, sobre todo enfermedades de los ojos. Se pensaba que este poder curativo se debe a la relación de la saliva con la sangre, y a través de la boca, con la respiración, haciéndola por tanto, portadora de vida. Por eso colocar saliva sobre los ojos del ciego equivale simbólicamente a darles nueva vida. Luego viene la imposición de las manos que simboliza la fuerza curativa de Jesús. Con estos dos elementos se realiza el milagro.
- A través de este milagro «por etapas», Marcos quiere apuntar simbólicamente al proceso gradual de conversión y visión que siguen los discípulos de Jesús. La fe no es una iluminación instantánea y para siempre, sino que, frecuentemente requiere un itinerario. Sólo lentamente, y con la ayuda de Jesús se puede ir madurando y viendo con ojos nuevos la realidad del reino en la historia de cada día.
- Es un proceso que se inicia cuando nos encontramos con Jesús y va progresando en la medida que permanecemos en Él. La lejanía de Jesús nos hace ciegos: no somos capaces de ver la realidad desde la perspectiva salvadora de Dios; nos esclavizamos a las cosas del mundo y con mucha frecuencia tropezamos.
- Nuestro camino también es gradual. No podemos exigir resultados instantáneos. Las intervenciones de Dios hoy son también pedagógicas, graduadas, pacientes, enriquecidas con una sabiduría que nosotros no conocemos ni comprendemos siempre.
- El proyecto del Reino no fue, ni es, tan fácil de ser asumido. A pesar de tratar de llevar una vida cristiana, podemos ser ciegos espirituales que se han cerrado a los problemas del mundo; quedando insensibles ante los males y el sufrimiento de tantos hombres, que no ven el rostro de Cristo presente en la vida del mundo, ni los signos que Dios va dejando.
PARA DISCERNIR
- ¿A qué me invita esta palabra de hoy, de qué cegueras quiere liberarme?
- ¿Dejo que el Señor intervenga en mi vida y la ilumine?
- ¿Puedo hacer memoria agradecida de mi fe? ¿Cómo me dispongo para hacerla crecer?
ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES
Vicaría de Pastoral