¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el evangelio y el comentario, en este sábado de la 30ª semana
del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Lucas 14,1.7-11.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
Comentario
a) Invitado a comer en
casa de un fariseo, Jesús aprovecha para darles una
lección plástica de
humildad.
No sabíamos decir si se
trata de una parábola, o sencillamente, de un hecho observado en la vida. Lo de
buscar los primeros puestos era, se ve, un defecto característico de los
fariseos. Hace pocos días leíamos cómo Jesús se lo echaba en cara: "Ay de
vosotros, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas" (Lc
11,43). Hoy les invita a elegir los lugares más humildes. La lección se resume
al final: "porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla
será enaltecido".
b) No hace falta que seamos
fariseos para merecer la reprimenda de Jesús. Porque a todos nos gusta aparecer
y ser vistos y alabados por la gente. Eso no pasa sólo en los actos políticos y
sociales, en que se sigue un riguroso orden protocolario, sino también en
nuestra vida de cada día, en que cada uno intenta deslumbrar a los otros
mostrando un nivel de vida y unas cualidades, que a veces son nada más
apariencia, pero que provocan la admiración y la envidia.
Jesús nos ha enseñado una
y otra vez que su estilo y, por tanto, el de sus discípulos, debe ser el
contrario: la humildad y la sencillez de corazón. Aunque eso de ser humildes no
esté de moda en el mundo de hoy. A los seguidores de Jesús no les tendría que
importar ocupar los últimos lugares. Y no como un truco, para que luego nos
inviten a subir, sino con sinceridad, por imitación del Maestro, que no vino a
ser servido sino a servir.
¿O somos como los
apóstoles, que no acababan de entender la lección de humildad, y discutían
sobre quién iba a ocupar los puestos de honor? ¿no tendríamos que moderar
nuestro afán de protagonismo y de aparecer?
Si fuéramos humildes,
seríamos más felices: nos llevaríamos menos disgustos. Seríamos más aceptados
por los demás: a los vanidosos nadie les quiere. Y más agradables a los ojos de
Dios: él prefiere a los humildes.
Un ejemplo muy cercano lo
tenemos en la Virgen Marta, la madre de Jesús. Humilde y discreta, ella pudo
decir, resumiendo también el estilo de Dios en la historia: "enaltece a
los humildes y a los ricos los despide vacíos". Y, hablando de sí misma,
"ha mirado la pequeñez de su sierva".
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 236-240
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 236-240