domingo, 2 de marzo de 2014

El dinero es importante, ¡pero no lo convirtamos en ‘dios’!

¡Amor y paz!

Se puede formular en estas dos proposiciones: el dinero esclaviza la libertad, sometiéndola al servicio de un ídolo (v. 24); el dinero angustia la existencia (vs. 25-34). "¡Pero más la angustia el no tenerlo!" En efecto, así es como hablan los paganos.

Frente a la fascinación del dinero, fácilmente entronizado a categoría de "dios", Jesús hace un llamamiento a la reorientación teocéntrica del vivir humano: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia". "Primero" no encabeza una ordenación cronológica (como si después hubiera necesidad de buscar el alimento y el vestido), sino que señala un valor supremo y único.

¡Gente de poca fe! ¿No radicará aquí nuestro fallo? Es decir, ¿no será que Dios es también para nosotros, los que nos decimos sus hijos, una sigla? (Dabar/78/33).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este octavo  domingo del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 6,24-34.
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción. 
Comentario

El texto empieza anunciando la disyuntiva: o Dios o el dinero. El considerar "importante" la acumulación de dinero o riqueza es decididamente incompatible con servir a Dios, porque esta acumulación exige la dedicación del corazón del hombre, ocupa todo el hombre, y le hace imposible -por mucho que se lo propusiera- servir al mismo tiempo a Dios. El dinero, pues -con todo lo que implica de preocupación primordial por el propio provecho, por el bienestar como criterio definitivo, por el asegurar por encima de todo el tener más y más-, son el ídolo que resume todo lo que se levanta contra Dios: incluso, en el texto original de la lectura de hoy, se personifica el dinero con el nombre de "Mammón", para que quede claro que se trata de un ídolo que exige la misma lealtad que Dios.

Luego viene la explicación de este principio. Hay que evitar entender las explicaciones y comparaciones sobre los pájaros y los lirios como si Jesús exhortase a no preocuparse para poder vivir: su auditorio eran campesinos y trabajadores, a los que difícilmente les habría podido decir que no trabajasen o que no vigilasen las cosechas... Lo que Jesús les dice es que lo que vale la pena es la vida y el cuerpo, más que el alimento y el vestido. Y que, por tanto, hay que evitar el poner la vida al servicio de las cosas inferiores como la acumulación de alimento o de vestido -la acumulación de dinero, en definitiva-, sino que estas cosas hay que tenerlas en cuanto son necesarias, y preocuparse por tenerlas, porque son necesarias -los pájaros también trabajan duramente para lograr su comida...-, pero nada más.

La vida debe ponerse al servicio de lo que vale la pena: y lo que vale la pena no es el dinero -como piensan los paganos-, sino Dios. Por eso, el resumen de todo es la frase final: lo que hay que buscar es el Reino de Dios, y al servicio de esta búsqueda hay que poner todo lo demás. Porque si uno busca el Reino de Dios, lo demás, en última instancia, ya está asegurado: bastará con lo que haya.

Por ello, pues, no se puede servir simultáneamente a Dios y al dinero: porque si uno quiere servir al dinero, ya no puede subordinarlo todo a la búsqueda del Reino de Dios.

j. LLIGADAS
MI-DO/78/10