¡Amor
y paz!
Se
puede formular en estas dos proposiciones: el dinero esclaviza la libertad,
sometiéndola al servicio de un ídolo (v. 24); el dinero angustia la existencia
(vs. 25-34). "¡Pero más la angustia el no tenerlo!" En efecto, así es
como hablan los paganos.
Frente
a la fascinación del dinero, fácilmente entronizado a categoría de
"dios", Jesús hace un llamamiento a la reorientación teocéntrica del
vivir humano: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia".
"Primero" no encabeza una ordenación cronológica (como si después
hubiera necesidad de buscar el alimento y el vestido), sino que señala un valor
supremo y único.
¡Gente
de poca fe! ¿No radicará aquí nuestro fallo? Es decir, ¿no será que Dios es
también para nosotros, los que nos decimos sus hijos, una sigla? (Dabar/78/33).
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este octavo domingo del tiempo ordinario.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 6,24-34.
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.
Comentario
El
texto empieza anunciando la disyuntiva: o Dios o el dinero. El considerar
"importante" la acumulación de dinero o riqueza es decididamente
incompatible con servir a Dios, porque esta acumulación exige la dedicación del
corazón del hombre, ocupa todo el hombre, y le hace imposible -por mucho que se
lo propusiera- servir al mismo tiempo a Dios. El dinero, pues -con todo lo que
implica de preocupación primordial por el propio provecho, por el bienestar
como criterio definitivo, por el asegurar por encima de todo el tener más y
más-, son el ídolo que resume todo lo que se levanta contra Dios: incluso, en
el texto original de la lectura de hoy, se personifica el dinero con el nombre
de "Mammón", para que quede claro que se trata de un ídolo que exige
la misma lealtad que Dios.
Luego
viene la explicación de este principio. Hay que evitar entender las explicaciones
y comparaciones sobre los pájaros y los lirios como si Jesús exhortase a no
preocuparse para poder vivir: su auditorio eran campesinos y trabajadores, a
los que difícilmente les habría podido decir que no trabajasen o que no
vigilasen las cosechas... Lo que Jesús les dice es que lo que vale la pena es
la vida y el cuerpo, más que el alimento y el vestido. Y que, por tanto, hay
que evitar el poner la vida al servicio de las cosas inferiores como la
acumulación de alimento o de vestido -la acumulación de dinero, en definitiva-,
sino que estas cosas hay que tenerlas en cuanto son necesarias, y preocuparse
por tenerlas, porque son necesarias -los pájaros también trabajan duramente
para lograr su comida...-, pero nada más.
La
vida debe ponerse al servicio de lo que vale la pena: y lo que vale la pena no
es el dinero -como piensan los paganos-, sino Dios. Por eso, el resumen de todo
es la frase final: lo que hay que buscar es el Reino de Dios, y al servicio de
esta búsqueda hay que poner todo lo demás. Porque si uno busca el Reino de
Dios, lo demás, en última instancia, ya está asegurado: bastará con lo que
haya.
Por
ello, pues, no se puede servir simultáneamente a Dios y al dinero: porque si
uno quiere servir al dinero, ya no puede subordinarlo todo a la búsqueda del
Reino de Dios.
j.
LLIGADAS
MI-DO/78/10
MI-DO/78/10