sábado, 26 de noviembre de 2016

“Estén prevenidos y oren incesantemente, para salvarse de lo que ha de ocurrir”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 34a semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 21,34-36. 
Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre". 
Comentario

1. Mensaje Final

1.1 Con la liturgia de este día llegamos al final de este año litúrgico. Mañana, primer domingo de adviento, se inicia el siguiente año. Y el mensaje final es claro en medio de la compleja red de símbolos de la primera lectura: grandes combates, grandes luchas, pero un solo vencedor y una sola victoria: la del "pueblo de los elegidos del Altísimo", según el bello nombre que nos da Daniel en su texto de hoy.

1.2 Así pues deben quedarnos claras las dos cosas: que hay combate y que hay victoria. Como hay combate, debemos prepararnos; como hay victoria, deben estar firmes nuestros corazones y no cejar en su empeño ni dejar de cantar las alabanzas del Único que es grande y santo.

2. Orar y Vigilar

2.1 El evangelio de hoy está en esa misma tónica: estar despiertos, pero no angustiados; atentos, pero no desesperados; vigilantes del peligro, pero no obsesionados con él. Y, sobre todo: orar. Dejar de orar ya es perder.

2.2 Necesitamos de la oración para que nuestros ojos vean como Dios ve. Necesitamos de la oración para que nuestras fuerzas no sean sólo las nuestras, sino las de Él, que es el único que conoce la magnitud, dirección y perversidad de lo que tendremos que sufrir. Necesitamos de la oración porque ninguna previsión será perfecta y ningún razonamiento podrá deducir cuándo es aquel día y aquella hora. Necesitamos de la oración, en fin, porque ¿qué podrán temer los que han de comparecer ante el mismo que les concedió orar con fe, con 
esperanza y con amor?

http://fraynelson.com/homilias.html.