lunes, 20 de junio de 2016

“No juzguen”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la XII Semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Mateo 7,1-5. 
Jesús dijo a sus discípulos: No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Deja que te saque la paja de tu ojo', si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.  
Comentario

-No juzguéis y no os juzgarán...

Los pasajes precedentes del Sermón de la Montaña que hemos meditado estas dos semanas, han dado a los discípulos de Jesús unos principios de conducta moral de una exigencia muy elevada. ¿Corren quizá el riesgo de considerarse personas aparte, perteneciente a un nivel superior de humanidad y desde el cual juzgan a los demás, en un nuevo reflejo farisaico? Pues bien, Jesús, a esos mismos, a los que acaba de pedirles tanta exigencia para sí mismos, ¡les pide de "no juzgar" a los demás! "¡No juzguéis!".

Jesús no pide que dejemos de apreciar las cosas y los hechos con objetividad. La "sosería", es insulsa. La "sal" da buen sabor. La "cólera" sigue siendo cólera y "todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal" (Mt 5, 22). La violencia, la escalada de la Ley del Talión han de romperse con dulzura y mansedumbre. Y también, según Jesús, hay que "juzgar adulterio el mirar a una mujer casada excitando su deseo por ella".

Todo esto subsiste: hay que tener y conservar un "juicio" justo. Sin embargo, Jesús dice: "¡no juzguéis!" No dice solamente:
"no juzguéis severamente..."
"no juzguéis injustamente..."
"no juzguéis calumniosamente..."
Dice de modo absoluto: "no juzguéis...". ¿Por qué?
-Porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis la usarán con vosotros.

1º La primera razón es que ¡todos nosotros tenemos necesidad del perdón y del juicio indulgente de Dios! Al hablar del perdón, Jesús ha comparado siempre nuestro propio comportamiento con el que Dios emplearía con nosotros. Si deseamos un juicio misericordioso de Dios sobre nosotros, hay que empezar por aplicar esta misma comprensión respecto a todos nuestros hermanos. Si soy severo con los demás ¿cómo puedo pedir a Dios que sea bueno conmigo?
-¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?

2º La segunda razón, para no juzgar, es que somos incapaces de "ver" verdaderamente en el corazón de los demás.
En nuestro propio corazón creemos ver claro, y encontramos toda clase de excusas para nosotros; pero somos incapaces de juzgar verdaderamente lo que ha llevado a tal persona a obrar de tal manera: su herencia, las influencias de su medio ambiente, de su educación... su carácter, el juego sutil de sus hormonas, sus intenciones profundas.

Nunca tenemos todos los datos de un problema cuando se trata de los demás. Sólo Dios conoce verdaderamente el corazón. El ideal, pues, ¿no sería tener un juicio justo y el más objetivo posible sobre las cosas y los actos humanos... y evitar todo juicio subjetivo sobre las personas?

-Hipócrita, sácate primero la viga de tu ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.
Jesús nos conduce de nuevo a las exigencias con nosotros mismos. No predica un laxismo moral -no hay bien ni mal-: una viga es una viga.

Pero nos pide que procuremos ver más lo "positivo" que lo negativo. Señor, concédeme lucidez para que me dé cuenta de "mis" faltas. Señor, da a tu Iglesia, da a los cristianos, una gran exigencia consigo mismos y una gran bondad con los demás.

No permitas que pasemos el tiempo criticando a los demás, condenando y encontrándoles defectos. Líbranos de esta manía enfermiza y tan extendida: la crítica malévola.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 32 s.