¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y
meditar el Evangelio en este martes de la 33a semana del Tiempo Ordinario,
ciclo C.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Lucas 19,1-10
Lectio Divina: Lucas 19,1-10
Lectio
Martes,
19 noviembre de 2019
Tiempo
Ordinario
1) Oración inicial
Señor, Dios nuestro,
concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a Ti,
creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según Lucas 19,1-10
Entró en Jericó y
cruzaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos,
y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente,
porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro
para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio,
alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me
quede yo en tu casa.» Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo,
todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.»
Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a
los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más.»
Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es
hijo de Abrahán, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que
estaba perdido.»
3) Reflexión
• En el evangelio de
hoy, estamos llegando al final de la larga caminada que empezó en el capítulo 9
(Lc 9,51). Durante esa caminada, no se sabía bien por dónde Jesús iba. Lo único
que se sabía era que iba hacia Jerusalén. Ahora, al final, la geografía queda
clara y definida. Jesús lleva a Jericó, a la ciudad de las palmeras, en el
valle del Jordán. Última parada de los peregrinos, antes de subir para
Jerusalén. Allí en Jericó terminó la larga caminada del éxodo 40 años por el
desierto. También el éxodo de Jesús está terminando. Al entrar a Jericó, Jesús
encuentra a un ciego que quería verle (Lc 18,35-43). Ahora, al salir de la
ciudad, encuentra a Zaqueo, un publicano, que también quiere verle. Un ciego y
un publicano. Los dos eran excluidos. Los dos molestaban a la gente: el ciego
con sus gritos, el publicano con sus impuestos. Los dos son acogidos por Jesús,
cada cual a su manera.
• Lucas 19,1-2: La
situación. Jesús entra en Jericó y atraviesa la ciudad. "Había un hombre
llamado Zaqueo, muy rico, jefe de los publicanos". Publicano era la
persona que cobraba el impuesto público sobre la circulación de la mercancía.
Zaqueo era el jefe de los publicanos de la ciudad. Sujeto rico y muy ligado al
sistema de dominación de los romanos. Los judíos más religiosos argumentaban
así: “El rey de nuestro pueblo es Dios. Por esto, la dominación romana sobre
nosotros es contra Dios. ¡Quien colabora con los romanos peca contra Dios!”
Así, los soldados que servían en el ejército romano y los cobradores de
impuestos, como Zaqueo, eran excluidos y considerados como pecadores e impuros.
• Lucas 19,3-4: La
actitud de Zaqueo. Zaqueo quiere ver a Jesús. Siendo pequeño, corre hacia
delante, sube a un árbol, y espera para ver a Jesús que pasa. ¡Tiene enormes
ganas de ver a Jesús! Anteriormente, en la parábola del pobre Lázaro y del
hombre rico, sin nombre, (Lc 16,19-31), Jesús mostraba lo difícil que es para
que un rico se convierta y abra la puerta de separación para acoger al pobre
Lázaro. Aquí aparece el caso de un rico que no encierra en si riqueza. Zaqueo
quiere algo más. Cuando un adulto, persona de peso en la ciudad, sube a un
árbol es porque no está de acuerdo con la opinión de los demás. Algo más
importante lo mueve por dentro. Está queriendo abrir la puerta al pobre Lázaro.
• Lucas 19,5-7: La
actitud de Jesús, reacción del pueblo y de Zaqueo. Al llegar cerca y viendo a
Zaqueo sobre un árbol, Jesús no pregunta ni exige nada. Apenas responde al
deseo del hombre y dice: "Zaqueo, ¡baja pronto! Porque conviene que hoy me
quede yo en tu casa." Zaqueo baja y recibe a Jesús en su casa, con mucha
alegría. Todos murmuraban: "¡Ha ido a hospedarse en casa de un hombre
pecador!" ¡Lucas dice que todos murmuraban! Esto significa que Jesús
estaba quedándose solo en su actitud de acoger a los excluidos, sobre todo a
los colaboradores del sistema. Pero a Jesús no le importan las críticas. Va a
casa de Zaqueo y lo defiende contra las críticas. En vez de pecador, le llama
“hijo de Abrahán” (Lc 19,9).
• Lucas 19,8: Decisión
de Zaqueo. "Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo
defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más.” Esta es la conversión en
Zaqueo por la acogida de parte de Jesús. Devolver cuatro veces lo que la ley
mandaba en algunos casos (Ex 21,37; 22,3). Dar la mitad de los bienes a los
pobres era una novedad que producía el contacto con Jesús. Era el compartir que
tenía lugar de hecho.
• Lucas 19,9-10:
Palabra final de Jesús. "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque
también éste es hijo de Abrahán" La interpretación de la Ley por a
Tradición antigua excluía a los publicanos de la raza de Abrahán. Jesús dice
que vino a buscar y a salvar a lo que estaba perdido. El Reino es para todos.
Nadie podía ser excluido. La opción de Jesús es clara, su llamada también: no
es posible ser amigo de Jesús y seguir apoyando el sistema que margina y
excluye a tanta gente. Al denunciar las divisiones injustas, Jesús abre el
espacio para una nueva convivencia, regida por los nuevos valores de verdad,
justicia y amor.
• Hijo de Abrahán:
"Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de
Abrahán!" A través de la descendencia de Abrahán, todas las naciones de la
tierra serán bendecida (Gén 12,3; 22,18). Para las comunidades de Lucas, formadas
por los cristianos de origen judaica como de origen pagana, la afirmación de
Jesús llamando a Zaqueo “hijo de Abrahán” era muy importante. En ella
encontraban la confirmación de que, en Jesús, Dios estaba cumpliendo las
promesas hechas a Abrahán, dirigidas a todas las naciones, tanto a los judíos
como a los gentiles. Estos son también hijos de Abrahán y herederos de las
promesas. Jesús acoge a los que no eran acogidos. Ofrece un sitio a los que no
lo tienen. Recibe como hermano y hermana a las personas que la religión y el
gobierno excluían y etiquetaban como:
- inmorales:
prostitutas y pecadores (Mt 21,31-32; Mc 2,15; Lc 7,37-50; Jo 8,2-11),
- herejes: paganos y
samaritanos (Lc 7,2-10; 17,16; Mc 7,24-30; Jn 4,7-42),
- impuras: leprosos e
poseídos (Mt 8,2-4; Lc 17,12-14; Mc 1,25-26),
- marginados: mujeres,
niños y enfermos (Mc 1,32; Mt 8,16;19,13-15; Lc 8,2-3),
- luchadores:
publicanos y soldados (Lc 18,9-14;19,1-10);
- pobres: la gente de
la tierra y los pobres sin poder (Mt 5,3; Lc 6,20; Mt 11,25-26).
4) Para la reflexión personal
• Nuestra comunidad,
¿cómo acoge a las personas despreciadas y marginadas? ¿Somos capaces de
percibir los problemas de las personas y de prestarles atención, como lo hizo
Jesús?
• ¿Cómo percibimos que
la salvación entra hoy en nuestra casa y en nuestra comunidad? La ternura
acogedora de Jesús produce un cambio total en la vida de Zaqueo. La ternura
acogedora de nuestra comunidad ¿está provocando algún cambio en el barrio?
¿Cuál?
5) Oración final
Te busco de todo
corazón,
no me desvíes de tus
mandatos.
En el corazón guardo
tu promesa,
para no pecar contra
ti. (Sal 119,10-11)
Orden de los
Carmelitas