¡Amor
y paz!
¿Quién
es éste a quien obedecen el viento y el mar? ¿Quién dice la gente que es el
Hijo del hombre? Jesús pregunta qué opinión tienen los hombres de él. El
interrogante que Jesús abre en esta ocasión sigue abierto para todos los
hombres de todos los tiempos. ¿Y vosotros, quién decís que soy yo?
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves
en que celebramos la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 16,13-19.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".
Comentario
"Son
hombres de misericordia, cuyos beneficios no caen en el olvido; los bienes que
dejaron a su posteridad subsisten siempre" (liturgia latina; si 44,10-11).
Celebramos, bien amados, el día del nacimiento de los apóstoles Pedro y Pablo;
y conviene... que su muerte sea llamada igualmente nacimiento, ya
que engendra a la vida... He aquí lo que alcanzan los santos: por esta muerte
que da vida, dejan esta vida que conduce a la muerte, para alcanzar esta vida
vivificante que está en manos de Aquel mismo que "tiene la vida", el
Padre, como lo dice Cristo (Jn 5,26)...
Hay
tres tipos de hombres misericordiosos. Los primeros dan sus bienes... con
vistas a suplir con lo que les sobra la penuria de otros... Los segundos
distribuyen todos sus bienes, y para ellos de ahora en adelante... todo lo
tienen en común con el otro... En cuanto a los terceros, no sólo lo dan todo,
sino que “se dan ellos mismos por entero" (2Co 12,15) y se entregan en
persona a los peligros de la prisión, al exilio y a la muerte, para alejar a
otros del peligro en el que se encuentran sus almas. Ellos mismos son pródigos,
porque están ávidos de los otros. Recibirán la recompensa de este amor
"porque no existe amor más grande que dar su vida por aquellos a los que
se ama" (Jn 15,13)...
Tales
son estos gloriosos príncipes de la tierra y servidores del cielo donde hoy -
después de largas privaciones "el hambre y la sed, el frío y la
desnudez", de duras fatigas y peligros "de sus compatriotas, paganos
y hermanos falsos" (2Co 11,26-27) - celebramos su muerte victoriosa. A
tales hombres se aplica bien esta frase: "sus obras no caen en el
olvido", porque no olvidaron la misericordia... Sí, a los misericordiosos
"la suerte que les espera es espléndida, su herencia magnífica"
(Sal.15, 6).
Isaac de la Estrella (?-v. 1171), monje cisterciense
Sermón 49, 1º para la fiesta de San Pedro y San Pablo; SC 339
Sermón 49, 1º para la fiesta de San Pedro y San Pablo; SC 339
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