¡Amor
y paz!
Al
leer el Evangelio de hoy, recordé una práctica habitual de las ‘headhunters’, empresas
consultoras especializadas en conseguir talento de alto nivel, de perfil
gerencial. La dinámica de estas empresas es distinta a la de las agencias de
empleo. De una parte porque son ellas las que contactan al candidato, usualmente
empleado y, de otra, porque para conocer al prospecto no recurren a los amigos
que él coloca como referencia, sino a los competidores o personas con las que
él tiene diferencias. Es obvio que los amigos darán excelentes referencias. Falta
ver qué opinan los que no lo son tanto.
Pues
el Evangelio nos plantea que no juzguemos al hombre por las
apariencias, que son frecuentemente engañosas, sino por lo que hace. Si las
palabras y las intenciones siguen una dirección y la práctica otra, la segunda
es la que revela el corazón del hombre, sus opciones profundas, sus verdaderos
intereses.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles
de la 12a. semana del tiempo ordinario.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 7,15-20.
Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
Comentario
Preguntémonos sobre qué frutos el Señor quiere llamar la
atención para reconocer el árbol. Algunos consideran como frutos lo que
constituye las vestiduras de las ovejas, así los lobos pueden engañarlos.
Quiero indicar aquí los ayunos, las oraciones, las limosnas y todas las obras
que pueden ser hechas por los hipócritas. Sin esto Jesús no habría dicho:
"Absteneos de hacer justicia delante de los hombres, para llamarles la
atención " (Mt 6,1)...
Muchos dan a los pobres por ostentación y no por
benevolencia; muchos rezan
o más bien parece que rezan, pero no lo hacen por
Dios sino más bien por la estima de los hombres; muchos ayunan y fingen una
austeridad asombrosa, para atraerse la admiración de los que ven sus obras.
Todas estas obras son engaños... El Señor concluye que estos frutos no son
suficientes para juzgar el árbol. Las mismas acciones hechas con una intención
recta y en verdad constituyen la vestidura de las ovejas auténticas...
El apóstol Pablo nos dice por qué frutos reconoceremos el
árbol malo: "Es fácil reconocer las obras de la carne: desenfreno,
impureza, obscenidad, idolatría, brujería, odios, disputas, celos, cólera,
disensión, sectarismo, rivalidades, borracheras, rencillas y cosas semejantes
" (Ga 5,19-20). El mismo apóstol nos dice seguidamente por qué frutos
podemos reconocer un árbol bueno: "Pero al contrario los frutos del
Espíritu son amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fe, humildad
y control de sí" (v. 22-23).
Hay
que saber que la palabra "alegría" se toma aquí en su sentido propio;
los hombres malvados en sentido propio ignoran la alegría, pero conocen el
placer... Es el sentido propio de la palabra, lo que sólo los buenos conocen;
"no hay alegría para los impíos, dice el Señor" (Is 48,22). Lo mismo
ocurre con la fe verdadera. Las virtudes enumeradas pueden ser disimuladas por
los malos y los impostores, pero no engañan al ojo limpio y puro capaz de
discernirlo.
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte)
y doctor de la Iglesia
Explicación del Sermón de la Montaña, cap. 24, §80-81
Explicación del Sermón de la Montaña, cap. 24, §80-81
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