¡Amor y paz!
Hoy es el primer jueves de
Cuaresma. Todavía tenemos fresca la ceniza que la Iglesia nos ponía ayer sobre
la frente, y que nos introducía en este tiempo santo, que es un trayecto de
cuarenta días. Jesús, en el Evangelio, nos enseña dos rutas: el Vía Crucis que
Él ha de recorrer, y nuestro camino en su seguimiento.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves después de Ceniza.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Lucas 9,22-25.
Jesús dijo a sus discípulos: "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día". Después dijo a todos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
Comentario
Reflexionar es una
conversión que no debe ser solamente una conversión exterior, sino que debe ir
sobre todo hacia la conversión del corazón. La conversión del corazón que viene
a ser el núcleo de toda la Cuaresma, es vista por la Escritura, como un momento
de elección por parte del hombre que debe dirigir a Alguien. La pregunta es: ¿A
quién dirigimos el corazón? ¿Hacia quién me estoy dirigiendo yo? En este
período en el cual la Iglesia nos invita a reflexionar más profundamente
tenemos que preguntarnos: ¿Hacia dónde voy yo?
En la primera lectura Dios
pone delante del pueblo de Israel el bien y el mal, diciéndole que puede
elegir, decir a quién quiere servir, qué quiere hacer de su vida. Tú también
vas a decidir si quieres vivir tu vida amando al Señor tu Dios, escuchando su
voz, adhiriéndote a Él, o vas a tener un corazón que se resiste. Es en lo
profundo de nuestra intimidad donde acabamos descubriendo hacia quién estamos
orientando nuestra vida.
La Escritura nos habla por un lado de un corazón que se resiste a Dios y por otro lado de un corazón que se adhiere a Dios. Mi corazón se resiste a Dios cuando no quiero ver su gracia, cuando no quiero ver su obra en mi vida, cuando no quiero ver su camino sobre mi existencia. Mi corazón se adhiere a Dios, cuando en medio de mil inquietudes, vicisitudes, en medio de mil circunstancias yo voy siendo capaz de descubrir, de encontrar, de amar, de ponerme de delante de Él y decirle: “aquí estoy, cuenta conmigo”.
La Escritura nos habla por un lado de un corazón que se resiste a Dios y por otro lado de un corazón que se adhiere a Dios. Mi corazón se resiste a Dios cuando no quiero ver su gracia, cuando no quiero ver su obra en mi vida, cuando no quiero ver su camino sobre mi existencia. Mi corazón se adhiere a Dios, cuando en medio de mil inquietudes, vicisitudes, en medio de mil circunstancias yo voy siendo capaz de descubrir, de encontrar, de amar, de ponerme de delante de Él y decirle: “aquí estoy, cuenta conmigo”.
Jesús en el Evangelio nos
presenta esta elección, entre resistencia del corazón y la adhesión del corazón
como una adhesión por Él o contra Él: “El que quiera seguirme que se niegue a
sí mismo, cargue su cruz cada día y se venga conmigo.” Una conversión que no es
solamente el cambiar el comportamiento; una conversión que no es simplemente el
tener una doctrina diferente; una conversión que no es buscarse a sí mismo,
sino seguir a Jesucristo. Esta es la auténtica conversión del corazón.
Jesús pone como polo opuesto, como manifestación de la resistencia del corazón el querer ganar todo el mundo. ¿Qué prefieres tú? ¿Cuál es la opción de tu vida, cuál es el camino por el cual tu vida se orienta, ganar todo el mundo si no te ganas a ti mismo?, pero si has perdido a base de la resistencia de tu corazón lo más importante que eres tú mismo, ¿cómo te puedes encontrar? Solamente te vas a encontrar adhiriéndote a Dios.
Jesús pone como polo opuesto, como manifestación de la resistencia del corazón el querer ganar todo el mundo. ¿Qué prefieres tú? ¿Cuál es la opción de tu vida, cuál es el camino por el cual tu vida se orienta, ganar todo el mundo si no te ganas a ti mismo?, pero si has perdido a base de la resistencia de tu corazón lo más importante que eres tú mismo, ¿cómo te puedes encontrar? Solamente te vas a encontrar adhiriéndote a Dios.
Deberíamos entrar en
nuestra alma y ver que estamos ganando o qué estamos perdiendo, a qué nos
estamos resistiendo y a quién nos estamos adhiriendo. Este es el doble juego
que tenemos que hacer y no lo podemos evitar. Nuestra alma, de una forma u
otra, se va a orientar hacia adherirse a Dios, automáticamente está
construyendo en su interior la resistencia a Dios. El alma que no busca ganarse
a sí misma dándose a Dios, está automáticamente perdiéndose a sí misma.
Son dos caminos. A nosotros nos toca elegir: “Dichoso el hombre que confía en el Señor, éste será dichoso; en cambio los malvados serán como paja barrida por el viento. El Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo”: ¿Qué camino llevo en este inicio de Cuaresma? ¿Es un camino de seguimiento? Me dice Nuestro Señor: ¿Eres de los que quieren estar conmigo, de los que quieren adherirse a Mí? ¿O eres de los que se resisten?
Son dos caminos. A nosotros nos toca elegir: “Dichoso el hombre que confía en el Señor, éste será dichoso; en cambio los malvados serán como paja barrida por el viento. El Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo”: ¿Qué camino llevo en este inicio de Cuaresma? ¿Es un camino de seguimiento? Me dice Nuestro Señor: ¿Eres de los que quieren estar conmigo, de los que quieren adherirse a Mí? ¿O eres de los que se resisten?
P. Cipriano Sánchez
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