sábado, 31 de mayo de 2014

Si tenemos a Dios, comuniquémoslo a los demás

 ¡Amor y paz!

Quien tenga a Dios consigo no podrá sino encaminarse, de un modo presuroso, para comunicarlo a los demás. Ante el amor hecho servicio tal vez los demás eleven cantos de alabanzas hacia nosotros y nos llamen dichosos, pues nos habremos convertido en una bendición para ellos. Mas no podemos convertirnos en ídolos de los demás.

Nosotros sólo somos siervos inútiles, que no hacen si sólo aquello que debían hacer. Por eso nuestro canto de Victoria y de alabanza será siempre reportado hacia Dios. Él, sólo Él es el que realiza la obra de salvación en nosotros. Nosotros sólo somos sus humildes esclavos, instrumentos a través de los cuales Dios hace grandes cosas en favor de los suyos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado en que celebramos la fiesta de la Visitación de la Virgen María.
Dios nos bendice…

Evangelio según San Lucas 1,39-56. 
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor". María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre". María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa. 

Comentario

Dejémonos conducir por el Espíritu de Dios, de tal forma que la Iglesia de Cristo sea un instrumento eficaz de la misericordia que Dios quiere que llegue a todos. Sólo entonces la Victoria de Cristo será nuestra Victoria, pues vencido el pecado y la muerte, Dios reinará en nuestros corazones, y desde nosotros será ocasión de que se levanten las esperanzas de los decaídos, y de que todos brinquen de gozo porque Dios nos ha visitado y redimido, y se ha convertido en peregrino junto a nosotros, para conducirnos a la Patria eterna.

Dios, en Cristo, ha salido a nuestro encuentro. La iniciativa es de Dios. Él mismo es el que nos reúne en la celebración Eucarística. Esta Obra de salvación de Dios es una de las grandes cosas que el Todopoderoso ha hecho en nosotros, pues entramos en Comunión de Vida con Él. Su Muerte y su gloriosa Resurrección no son acontecimientos lejanos para nosotros, beneficiándonos de algo que históricamente sucedió hace ya mucho tiempo, sino que se realizan hoy para nosotros en un auténtico Memorial de la Pascua de Cristo, realizada de un modo concreto para nosotros, que en este tiempo peregrinamos hacia la Patria eterna. El Padre Dios quiere que nos revistamos de su propio Hijo, que Él tome carne en nosotros, de tal forma que unidos al Cristo glorioso, peregrinemos por este mundo como un signo visible de Él con toda su fuerza y eficacia salvadora. Por eso la participación en la Eucaristía no es un juego, ni una celebración realizada por costumbre o tradición, sino que es todo un compromiso de amar como nosotros hemos sido amados por Dios, pues Él ha convertido a su Iglesia en el único instrumento de salvación para todos los hombres.

Participando de la Eucaristía y haciendo nuestra la misma vida de Cristo, el Señor, por obra del Espíritu Santo, nos hace ser la Palabra Encarnada, no al margen de Cristo, sino unidos a Él como se unen los miembros a la cabeza. Así en Cristo participamos, ya desde ahora, de su gloria, de su dignidad que le corresponde como a Hijo unigénito del Padre, y de su poder salvador. Toda esta gracia recibida es para que nos encaminemos presurosos a comunicarla a los demás, a ser motivo de paz y de alegría para ellos por vivir con lealtad nuestro servicio nacido del amor fraterno. La Iglesia de Cristo no puede provocar divisiones entre las personas, sino que debe ser instrumento de unidad y de paz para todos. Puestos al servicio de la salvación a favor de los demás debemos buscar sólo la gloria de Dios y no la nuestra, ya que si procedemos conforme a los criterios de este mundo, buscando nuestra gloria y utilizando mal el poder para oprimir o explotar a los demás, o para hacerles más pesada su vida, en lugar de gloria seremos destronados y humillados para siempre.

Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de sabernos amar como hermanos de tal forma que la Iglesia se convierta en un auténtico signo del Señor, de su paz, de su alegría y de su amor en el mundo. Amén.

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viernes, 30 de mayo de 2014

No seamos motivo de tristeza ni de angustia para nadie

¡Amor y paz!

Ha llegado la hora de Jesús. De su costado herido nacerá la Iglesia. Y su alegría será plena porque volverá a Aquel que le envió, llevando consigo a todos los redimidos mediante su Misterio Pascual. Nosotros no tenemos ya motivos para estar tristes. El Señor habita en nosotros. Él va con nosotros, que estamos llamados a dar a luz continuamente a una nueva humanidad, libre del pecado y de la muerte.

Quien contemple a la Iglesia de Cristo lo contemplará a Él y experimentará el amor que Dios siente por todas sus criaturas. Entonces no seremos motivo de tristeza ni de angustia para nadie, sino de alegría y de paz para todos. Entonces no preguntaremos dónde está Dios, pues Él estará y caminará con nosotros; y desde nosotros estará y caminará con toda la humanidad, hasta que juntos volvamos como hijos a la Casa de nuestro Dios y Padre.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 6ª, semana de Pascua.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Juan 16,20-23a.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo." La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas."
Comentario

Hay muchos momentos angustiantes que hemos pasado al trabajar por Cristo y su Evangelio. El Señor nos reúne para hacernos saber que Él va delante de nosotros. Él bebió primero el cáliz de la amargura, de la traición, del amor manifestado hasta el extremo. Hoy lo contemplamos clavado en una cruz, en su hora, la de hacernos surgir como hijos de Dios, reconciliados con Él mediante su Cuerpo, entregado por nosotros; y su Sangre, derramada para el perdón de nuestros pecados.

Pero lo contemplamos lleno de Gloria, elevado y atrayendo todo hacia Él para que, junto con Él, vivamos eternamente a la diestra del Padre Dios. Él camina con su Iglesia; y en medio de nuestras tribulaciones, sufridas a causa de creer y de dar testimonio de Él, Él nos llena de gozo al permitirnos entrar en comunión con su Vida y con su Misterio Pascual. Reunidos en su Nombre, Él cumple su promesa de estar en medio de nosotros como nuestro Dios y Señor, como nuestra alegría y nuestra paz. Llenémonos de gozo y de confianza por este amor tan grande que Él nos sigue teniendo.

Tengamos confianza; el Señor va con nosotros. Él quiere que surja una humanidad nueva donde haya menos dolor, menos pobreza, menos tristeza, menos angustia, menos explotación de los desvalidos, menos injusticias sociales, menos vicios que minen la salud de las personas y la paz familiar. El Señor nos ha enviado para que generemos una auténtica alegría cristiana. Pero dar a luz a ese hombre nuevo nos costará grandes sufrimientos, persecuciones, incomprensiones. Todo cuesta en la vida; nada se nos da gratis; nada se logra sin morir a uno mismo.

El Señor nos quiere fuertes, valientes, seguros, confiados en Él y caminando tras sus huellas. No podemos vivir de un modo egoísta, esperando disfrutar de un mundo nuevo contemplando desde el balcón de nuestra vida el sudor y la entrega de los demás. Quienes creemos en Cristo debemos ser los primeros en trabajar por el bien de todos, de tal forma que el Señor nos conceda colaborar ardientemente en la construcción de su Reino, que debe iniciarse ya desde ahora entre nosotros.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de vivir totalmente comprometido en el amor a Dios y en el amor al prójimo, buscando el bien de todos hasta logra que todo sea recapitulado en Cristo, para gloria de Dios Padre. Amén.

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jueves, 29 de mayo de 2014

Si queremos paz, vayamos tras las huellas de Cristo

¡Amor y paz!

¡Qué amor tan grande nos ha tenido el Señor! Cercano ya a entregar su vida por nosotros, deja de pensar en sí mismo y piensa en el sufrimiento que padecerán los suyos por su ausencia, y trata de darles consuelo, con palabras que despierten en ellos la confianza. Ahora Él está físicamente con ellos. Ellos se han sentido amados, comprendidos, apoyados en todo. Pero en los momentos en que todo se torna en una noche oscura; cuando Dios parece quedarse callado ante el dolor y el abandono, es necesario seguir creyendo que Dios ni se ha equivocado en sus planes, ni ha dejado de amarnos, ni se ha alejado de nuestra vida.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 6ª. Semana de Pascua.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 16,16-20.
Jesús dijo a sus discípulos: "Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver". Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: "¿Qué significa esto que nos dice: 'Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'?. ¿Y que significa: 'Yo me voy al Padre'?". Decían: "¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir". Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: "Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: 'Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver'. Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo." 
Comentario

Una vez cumplida su Misión como Enviado del Padre, Jesús volverá, no sólo como resucitado para poderlo ver en algunos momentos de revelación especial, sino para habitar en nuestro propio interior, identificándose con nosotros, de tal forma que el mundo lo siga contemplando desde su Iglesia, la cual continúa en el mundo la Encarnación del Verbo por obra del Espíritu Santo.

Alegrémonos por esta presencia del Señor entre nosotros y vivamos con responsabilidad la parte que nos corresponde, conforme a la gracia recibida, para manifestarlo a la humanidad con todo su poder salvador.

El Señor permanece en su Iglesia; y Él sigue hablándonos por medio de su Palabra, y continúa llevándonos a la verdad plena por obra de su Espíritu Santo que habita en nosotros. Él sigue engendrando a los hijos de Dios, continúa santificándolos, perdonándolos, salvándolos por medio de las diversas acciones litúrgicas de su Iglesia. De un modo especial Él se convierte en nuestro alimento en la Eucaristía, Pan de vida eterna. Él nos une como hermanos en el amor fraterno, en torno a nuestro único Dios y Padre. Cristo Jesús sigue presente no sólo entre nosotros; Él no está cercano a nosotros; Él está dentro de nosotros mismos haciéndonos uno con Él para que, junto con Él, podamos participar algún día de los bienes eternos. Entrar en comunión de Vida con Él en la Eucaristía es iniciar, ya desde ahora, el gozo de esos bienes eternos. Vivamos, por tanto, conforme al Don recibido de Dios.

El Señor se ha hecho cercano a todos. Nosotros somos los responsables de hacerlo cercano al mundo entero, pues por nuestro medio Dios asegura, por voluntad suya, su presencia salvadora entre nosotros. En medio de un mundo que ha sido deslumbrado por lo pasajero, por el egoísmo, por las injusticias; ahí donde el mal ejemplo de quienes estando en el poder, actuando de un modo equivocado, han generado una mayor y cada vez más creciente corrupción; ahí donde se ha perdido la capacidad de discernir entre el bien y el mal, quienes caminamos con humildad y lealtad tras las huellas de Cristo, no podemos vivir como unos separados del mundo para evitar contaminarnos de su mal y de su pecado.

A nosotros nos corresponde acercarnos con la madurez que nos viene del Espíritu de Dios, que habita en nosotros y guía nuestros pasos por el camino del bien, para servir de luz, de camino seguro, de orientación para aquellos que se han dejado dominar por el pecado y por el egoísmo. Ojalá y el mundo contemple a Cristo desde la vida de la Iglesia, llena de amor, de misericordia, de generosidad, de entrega, de lucha por la paz y por la auténtica liberación de todos los males que aquejan a buena parte de la humanidad. Si queremos construir un mundo más justo y más fraterno, vayamos tras las huellas de Cristo, nuestra paz verdadera.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de convertirnos en un signo del amor salvador del Señor para nuestros hermanos. Amén.

miércoles, 28 de mayo de 2014

El Espíritu nos conduce hacia la verdad completa


¡Amor y paz!

En este texto Jesús nos habla del misterio de Dios, del misterio del Padre, del misterio del Espíritu, y de su acción y presencia en nuestras vidas. No se trata de un ‘dios desconocido’ sino de Dios amor, verdad, gracia, justicia, salvación... Y su grandeza es tanta que no podemos comprenderla. El Espíritu es el único que puede iluminarnos para que no dudemos en vivir en Él y ponernos en sus manos.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 6ª. Semana de Pascua.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Juan 16,12-15.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'." 

Comentario

Día a día, texto a texto, Jesús nos va enseñando en su Evangelio quién es y qué puede en nosotros el Divino Espíritu.

Hoy nos habla de cómo el Espíritu “nos conduce hacia la verdad completa”, “nos anuncia las cosas venideras” y “glorifica a Jesucristo”. ¡Dios Santo, cuántas maravillas!

Aprendamos algo de cada una de estas frases destacadas. Si el Espíritu nos conduce hacia la verdad completa quiere decir que hay un desarrollo o crecimiento en la verdad gracias a la acción del Espíritu en medio de la comunidad cristiana. Esta idea no es bien recibida por todos los cristianos. Hay quienes quisieran que todas las verdades estuvieran en algún versículo de la Biblia, porque predican la “Sola Scriptura”, de modo que no quieren admitir como cierta una cosa si no está en algún versículo bíblico, con lo cual, según vemos, contradicen a la misma Biblia. Esto no quiere decir que cualquier cosa pueda ser admitida como parte de nuestra fe, sino que indica que Dios, que obra en la Iglesia, no nos revelará la verdad completa sino en la Iglesia.

Si el Espíritu nos anuncia las cosas venideras, debemos entender que nuestra esperanza no se sostiene solamente en las palabras que hemos escuchado ni solamente en el testimonio del pasado. La Iglesia es un organismo vivo y necesita alimento vivo para avanzar hacia su meta, que es el encuentro definitivo con Cristo Esposo. Esta idea no es bien recibida por todos los católicos. Hay algunos que piensan que cualquier palabra inspirada que parezca provenir del Cielo es alucinación, manipulación, histeria o sugestión. Y se olvidan del importante lugar que Pablo otorga al ministerio de los profetas en el Nuevo Testamento.

Si el Espíritu glorifica a Jesucristo, es porque la Iglesia necesita crecer en adoración. Esta idea no es bien recibida por todos los creyentes. Hay quienes ven o quieren ver en la Iglesia sólo una institución humana que debe cambiar el rostro de la distribución de la riqueza o del potencial laboral. Hay quienes ven o quieren ver en la Iglesia sólo un modo de mantener el nivel moral en la familia o en la sociedad. Hoy aprendemos que la Iglesia tiene entre sus deberes, y no es el menor, glorificar a Jesucristo, alabar su misericordia, ponderar sus maravillas, cantar sus grandezas, elogiar su hermosura, gozarse en su Palabra, anhelar, en fin, la felicidad infinita de contemplar su Rostro por la eternidad.

Fray Nelson

martes, 27 de mayo de 2014

Estamos llamados a denunciar el pecado y…

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 6ª. Semana de Pascua.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Juan 16,5-11.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: '¿A dónde vas?'. Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado."
Comentario

Nos conviene que el Señor se vaya ya a Aquel que lo envió. Él ingresa en la Gloria del Padre una vez concluida su misión de buscar y salvar todo lo que se había perdido; no volverá, por tanto, al cielo con las manos vacías, sino llevando sobre sus hombros las ovejas que se habían descarriado, malgastándolo todo y hechos una verdadera desgracia; pero ahora, revestidos de Cristo, son presentados por Él ante el Padre Dios con la misma dignidad de Hijo que a Él le corresponde, y de la que nos ha hecho coherederos suyos.

Salvados y renovados por Él, sentado a la diestra de su Padre Dios, ha enviado a nosotros su Espíritu Santo, para que acompañe nuestro caminar por este mundo y podamos ser testigos de la vida nueva de la que hemos sido hechos partícipes. El mundo conocerá desde el amor, desde la entrega, desde la glorificación de Cristo a los auténticos discípulos del Señor, y sabrá que quien permanezca en el pecado aún no conoce a Dios ni el amor que nos tiene, y que, por tanto, la victoria de Cristo sobre el príncipe de este mundo, es algo inútil en el pecador, aun cuando con los labios llame Padre a Dios, el único Justo, el único en quien podremos ser santificados y salvados para siempre.

El Señor nos reúne como hijos suyos en torno a la Mesa Eucarística. Sabemos que Dios nos ha hecho partícipes de su amor. Su vida es nuestra vida, y su Espíritu habita en nosotros, invadiendo todo nuestro ser. Somos conscientes de que aún hay muchas cadenas que deben caer de nuestras manos, de nuestro corazón y de nuestro espíritu. Por eso debemos estar en una continua conversión para volver al Señor con un corazón sincero y para alabarlo, no sólo con las palabras sino con una vida íntegra. Al participar de la Eucaristía estamos haciendo nuestra la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. En el Señor estamos siendo renovados como criaturas nuevas. Que la Eucaristía nos sirva para unir nuestra vida cada vez con mayor lealtad a Aquel que nos ha amado, y que nos quiere como testigos creíbles de su amor en el mundo.

Estamos llamados a denunciar el pecado que ha esclavizado muchos corazones, y que ha hecho que muchas personas se conviertan en injustas, generadoras de maldad, destructoras de la paz, envenenadoras de inocentes, buscadoras de una economía desahogada y del disfrute de los bienes materiales a cualquier costo. No sólo hemos de preocuparnos de la atención de los pobres, de los enfermos, de los desvalidos, de los pecadores. Debemos ir a la raíz de todos estos males y hacer que la Victoria de Cristo llegue a todos los corazones de tal forma que seamos capaces de construir una sociedad más justa y más fraterna.

Así, la misión profética de la Iglesia, corriendo todos los riesgos en el fiel y amoroso cumplimiento de la misma, no sólo debe denunciar el pecado del mundo, sino proponer soluciones adecuadas, nacidas del Evangelio para una vida y un camino nuevo del hombre. Avalando todo esto debe estar nuestra propia vida, pues de nada serviría tratar de impulsar la vida nueva en Cristo en los demás, mientras uno mismo se fuese por un camino equivocado en contra del mismo Evangelio.

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lunes, 26 de mayo de 2014

No caigamos en los lazos del padre de la mentira

 ¡Amor y paz!

Jesús nos sigue advirtiendo hoy en el Evangelio sobre lo que vendrá sin la asistencia del Espíritu Santo, del espíritu de la verdad:  se llegarán a cometer los más grandes males creyendo obrar bien, o sea que, por falta de conocimiento de la verdad revelada que nos hace libres, caemos en los lazos del padre de la mentira.

Por eso dice: porque no han conocido al Padre ni a Mí, esto es, no los conocían aunque presuntuosamente creían conocerlos para no inquietarse por su indiferencia. Es ésta la "operación del error".

¿Acaso no fue éste el pecado de Eva y de Adán? Porque si no hubieran creído al engaño de la serpiente y confiado en sus promesas, claro está que no se habrían atrevido a desafiar a Dios.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 6ª. Semana de Pascua.

Dios nos bendice…

Evangelio según San Juan 15,26-27.16,1-4. 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes.»

Comentario

Hay aquí una bellísima explicación del dogma trinitario. El Espíritu Santo procede del Padre y también del Hijo. Nuestra salvación fue objeto del envío del Hijo por el Padre, que nos lo dio; ahora anuncia Jesús que nuestra santificación va a ser objeto de la misión de otra Persona divina: el Espíritu Santo, que El enviará desde la diestra del Padre (16, 7 y nota). Dará testimonio de Mí, p. ej. en la Sagrada Escritura, que es por eso un "tesoro celestial" (Conc. Trid.). Del testimonio del Espíritu Santo será inseparable la predicación y el testimonio de los apóstoles porque por su inspiración hablarán. Cf. Hech. 13, 9; Rom. 9, 1; I Tes. 1, 5; II Pedr. 1, 21.

1. No os escandalicéis, al ver que la persecución viene a veces de donde menos podía esperarse. Jesús nos previene para que no incurramos en el escándalo de que habla en Mat. 13, 21: " pero no teniendo raíz en sí mismo, es de corta duración, y cuando llega la tribulación o la persecución por causa de la palabra, al punto se escandaliza".

2. Creerá hacer un obsequio a Dios: es decir, que se llega a cometer los más grandes males creyendo obrar bien, o sea que, por falta de conocimiento de la verdad revelada que nos hace libres (8, 32), caemos en los lazos del padre de la mentira (8, 44). Por eso dice: porque no han conocido al Padre ni a Mí, esto es, no los conocían aunque presuntuosamente creían conocerlos para no inquietarse por su indiferencia (cf. Apoc. 3, 15 s.). Es ésta la "operación del error" (de que habla con tan tremenda elocuencia a S. Pablo en II Tes. 2, 9 ss.), a la cual Dios nos abandona por no haber recibido con amor la verdad que está en su Palabra (17, 17), y nos deja que "creamos a la mentira".

¿Acaso no fue éste el pecado de Eva y de Adán? Porque si no hubieran creído al engaño de la serpiente y confiado en sus promesas, claro está que no se habrían atrevido a desafiar a Dios. Nuestra situación será mejor que la de ellos si aprovechamos esta prevención de Jesús.

Rara vez hay quien haga el mal por el mal mismo, y de ahí que la especialidad de Satanás, habilísimo engañador, sea llevarnos al mal con apariencia de bien. Así Caifás condenó a Jesús, diciendo piadosamente que estaba escandalizado de oírlo blasfemar, y todos estuvieron de acuerdo con Caifás y lo escupieron a Jesús por blasfemo (Mat. 26, 65 ss.). El nos anuncia aquí que así sucederá también con sus discípulos (véase 15, 20 ss.). 4. Cuando Jesús estaba con ellos. Él los protegía contra todo (17, 12; 18, 8).

ACI Digital 2003