sábado, 31 de agosto de 2013

¡No escondamos nuestro talento!

¡Amor y paz!

Aunque somos incontables, para Dios todos somos importantes. A cada uno nos ha dado unas virtudes, unos talentos. Y una misión. El reto es descubrirla y llevarla a cabo con creatividad y de manera generosa, según las necesidades que señalen los signos de los tiempos. No podemos esconder nuestro talento. El Señor vendrá y nos pedirá cuentas.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XXI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 25,14-30.
El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado’. ‘Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'. Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes'. 
Comentario

“Hermanos míos, hasta ahora no hemos hecho nada todavía. ¡Empecemos hoy!” San Francisco se hizo a sí mismo esta exhortación. ¡Hagamos nosotros lo mismo! Es verdad, todavía no hemos hecho nada, o casi nada. Los años se han seguido uno tras otro sin que nos hubiéramos preguntado qué hemos hecho con el tiempo. ¿No hay nada en nuestra conducta que necesite modificarse, nada que añadir, nada que quitar? Hemos vivido despreocupados, como si nunca tuviera que llegar aquel día en que el juez eterno nos llame para dar cuenta de nuestras acciones y de cómo hemos aprovechado nuestro tiempo.

¡No perdamos el tiempo! No hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. ¡Las tumbas rebosan de buenas intenciones! Y desde luego ¿quién nos asegura que mañana viviremos? ¡Escuchemos la voz de nuestra conciencia. Es la voz del profeta: “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis el corazón!” (Sal 94,7.8)

No poseemos más que el momento presente. Vigilemos, pues, y vivámoslo como un tesoro que nos ha sido confiado. El tiempo no nos pertenece. No lo malgastemos.

San [Padre] Pio de Pietrelcina (1887-1968), capuchino
Buona giornata 5, 3/1
©Evangelizo.org 2001-2013

viernes, 30 de agosto de 2013

Una cristiana ejemplar, sin títulos ni dignidades

¡Amor y paz!

En estos días en que algunos insisten en cuestionar el rol que desempeñan las mujeres dentro de la Iglesia, se destaca la figura de esta santa de nuestra América: Rosa de Lima.

Recordemos las palabras de Jesús: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9, 30) y las del Papa Inocencio IX, quien elogió a Rosa diciendo: "Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones".

Rosa de Lima no requirió títulos ni dignidades para, como dice el Evangelio de hoy, dejarlo todo por el sinigual tesoro del Reino de los Cielos. Y como ella, hay infinidad de mujeres en nuestra Iglesia Católica.  

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes en que celebramos la fiesta de Santa Rosa de Lima, virgen, patrona de América Latina.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 13,44-46.
Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."
Comentario

El Reino es Cristo. Y Él nos ha valorado de tal forma que, en un inmenso e inconmensurable amor por nosotros, lo dejó todo, incluso entregó su propia vida con tal de "comprarnos" para Dios, de manera que, perteneciéndole a Él no vivamos ya para nosotros mismos, sino para Aquel que por nosotros murió y resucitó. Y ahora el Señor nos pide que en esa misma medida en que nosotros hemos sido amados por Dios, sepamos amar a nuestro prójimo, valorándolo de tal forma que no sólo le anunciemos el Evangelio de la gracia, sino que seamos capaces de entregarlo todo con tal de que, junto con nosotros, alcance la salvación que Dios ofrece a todos. No basta con dejarlo todo y consagrarse a Dios en una vida, por ejemplo, conventual. Es necesario abrir los ojos para trabajar de una y mil formas para que el Reino de Dios se haga realidad en el corazón de todas las personas. La vida misma de quienes viven su consagración en los conventos, o, como Rosa de Lima, dedicada a la oración y al servicio de los pobres y del sostenimiento de la familia, no tendrá sentido si no se realiza todo con un verdadero sentido salvífico, conforme a la Misión que el Señor confió a su Iglesia.

El Señor nos ofrece lo más grande de sí mismo: Su Vida y su Espíritu, para que, recibidos por nosotros, nos transformen, cada día en hijos más perfectos de nuestro Dios y Padre. Al acudir a la Celebración Eucarística debemos ser conscientes de que lo hemos de dejar todo, pues no podemos llamar Señor a Jesucristo sólo con los labios sino con un corazón indiviso, entregado totalmente a Él y al anuncio de su Evangelio. El Señor nos ha manifestado el amor que nos tiene, llegando al extremo de morir por nosotros. ¿Hasta dónde hemos sido nosotros capaces de llegar por él? ¿Nos conformaremos con acudir a la Eucaristía sólo como a un acto de culto y no como el momento de entrar en comunión con el Señor y de asumir el compromiso de hacer nuestras su Vida y la Misión que quiere confiarnos?

Si en verdad hemos aceptado el compromiso de fe que nos une al Señor, hemos de iniciar nuestro trabajo por el Reino. Abramos los ojos ante la realidad que nos rodea. Sabemos que Dios llama a toda la humanidad, de todos los tiempos y lugares, a participar de su Vida divina. Sin embargo, en el campo del mundo hay mucha riqueza escondida a causa de los miedos de quienes, sabiendo que son hijos de Dios, prefieren vivir su fe en la oscuridad de su propio interior. Hay muchos que perdieron el rumbo; ya ni siquiera saben que son hijos de Dios y viven como los paganos, que no conocen a Dios. En medio de un mundo, en el cual anidan muchas posibilidades, en medio de muchas esperanzas perdidas, la Iglesia está llamada a sacrificarlo todo para que salgan a la luz todos esos tesoros escondidos, y así, todos juntos nos esforcemos por construir una sociedad más fraterna, más justa y más solidaria. El Señor espera de su Iglesia un trabajo firme y valiente para que su Evangelio se encarne en cada uno de todos los que conformamos la sociedad de nuestro tiempo. Entonces el Reino de Dios habrá empezado a hacerse realidad entre nosotros.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber vivir con la máxima fidelidad la fe que hemos depositado en Cristo Jesús. Amén.

Homiliacatolica.com

jueves, 29 de agosto de 2013

Ayer, como hoy, se vengaron contra un pregonero de la verdad

¡Amor y paz!

Juan Bautista, profeta denunciador de pecados, voz de trueno que remueve conciencias, precursor del Señor, es objeto de caprichos femeninos llenos de odio y venganza, que piden en una bandeja la cabeza del pregonero de la verdad.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves en que celebramos la memoria del martirio de San Juan Bautista.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Marcos 6,17-29.
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta. La joven volvió rápidamente a donde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Comentario

Hagamos una pausa, y consideremos cuántas veces en la historia habrá sucedido este hecho: que quien denuncia la mentira y defiende la verdad, que quien condena el pecado y proclama la virtud, que quien fustiga la injusticia y pregona la dignidad humana, haya sido objeto de burla y condenado ante tribunal impío. Ni siquiera el Precursor se libró de ello. Mas ¿por qué encarecemos lo de “el precursor”,  si Jesús mismo fue condenado injustamente por decirse Hijo del Padre, Mesías y Salvador?

Oración:

Reconocemos, Señor, nuestra imbecilidad; nos da sonrojo ver la cabeza de Juan en la bandeja de gloria y triunfo de una pecadora. Pero tememos, Señor, de nosotros mismos, pues somos capaces de volver a herir al inocente y condenar al justo. Ilumina nuestras mentes para que seamos fieles servidores de la verdad. Amén.

Dominicos 2003

miércoles, 28 de agosto de 2013

"¡Ay de ustedes, hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados!"

¡Amor y paz!

Dos acusaciones más de Jesús contra los fariseos, con los que terminamos esta serie, nada halagüeña para las clases dirigentes de Israel.

Según él, esos letrados y fariseos hipócritas se parecen a «sepulcros blanqueados», «hermosos por fuera», pero por dentro «llenos de… podredumbre». Los sepulcros se blanqueaban, entre otras cosas, para que se pudieran distinguir bien y no tocarlos, porque eso dejaba impura a la persona.

Además, los fariseos levantan mausoleos o adornan los sepulcros de los profetas muertos por sus antepasados: pero ellos mismos rechazan a los profetas vivientes, y están a punto de asesinar al enviado de Dios, con lo que van a «colmar la medida de sus padres».

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la vigésima primera semana del tiempo ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 23,27-32. 
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre! Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: 'Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas'! De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmen entonces la medida de sus padres!
Comentario

Jesús sigue fustigando el pecado de hipocresía: aparecer por fuera lo que no se es por dentro. Como había condenado los árboles que sólo tienen apariencia y no dan fruto, aquí desautoriza a las personas que cuidan su buena opinión ante los demás, pero dentro están llenos de maldad.

¿Se nos podría achacar algo de esto? ¿No andamos preocupados por lo que los demás piensan de nosotros, cuando en lo que tendríamos que trabajar es en mejorar nuestro interior, en la presencia de Dios, a quien no podemos engañar? ¿Es auténtica o falsa nuestra apariencia de piedad? ¿Sería muy exagerado tacharnos de «sepulcros blanqueados»?

También conviene que nos evaluemos en el otro aspecto que Jesús denuncia: ¿somos de las personas que, de palabra, se distancian de los malos, como los fariseos de sus antepasados («nosotros no hubiéramos hecho eso de ninguna manera»), pero en realidad somos tan malos o peores que ellos, cuando se nos presenta la ocasión? Se podría decir algo así de la Iglesia, que denuncia, y con razón, los defectos de la sociedad, pero que puede caer en las mismas faltas que critica, como la ambición o la violencia o el interés por el poder? Y también de cada uno de nosotros, los «buenos», siempre tentados de creernos los mejores, los perfectos, cuando en realidad tal vez somos espiritualmente más pobres que los que tenemos por alejados o no creyentes.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 312-315

martes, 27 de agosto de 2013

No olvidemos lo fundamental por practicar lo secundario

¡Amor y paz!

La invectiva contra los fariseos continúa desenmascarando su actitud a base de la contraposición entre lo de mayor y de menor valor, entre lo interior y lo exterior, de los que tratan los dos ayes contenidos en la presente lectura. 

De nuevo aparece el grito del amor impotente ante la práctica de la dirigencia farisea que en ambos casos vuelve a ser calificada de “hipócrita” (vv.23 y 25) y de ciega (vv.24 y 26). 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 23,23-26.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.
Comentario

En el primero de estos ayes (vv.23-24) nos encontramos ante una forma de comportamiento frente a la Ley divina. La multiplicidad de obligaciones de ésta pone muchas veces en conflicto los artículos singulares que se prescriben. De allí la necesidad de determinar lo de mayor o menor importancia en el designio divino. 

Las exigencias de mantenimiento del esplendor del culto divino había puesto en primer plano el deber del pago del diezmo en la conciencia de la dirigencia israelita. Complicadas legislaciones sobre este punto tendían a determinar sus exigencias hasta el detalle. Por ello, aquí el fariseísmo es criticado porque ha colocado en el ápice de la jerarquización de los preceptos algo de importancia secundaria como es “el diezmo de la hierbabuena, del anís y del comino” (v.22). 

En ellos esta preocupación secundaria va acompañada de un descuido de lo más importante de la Ley: “la justicia, el buen corazón y la lealtad”. Lo mismo que en la conciencia de los profetas de Israel, estas tres cualidades constituyen el centro del mandato divino respecto a toda acción humana. Es necesario colocarlas en el lugar que le corresponde. De lo contrario se manifiesta el absurdo de una preocupación por lo pequeño, “el mosquito”, y una despreocupación por lo mayor: “el camello”.

Pero, conforme a su discreción, que busca evitar las exacerbaciones que se pueden producir con la sinagoga, el Jesús de Mateo señala, junto a las cosas esenciales, las cosas secundarias: “¡había que practicar! y aquello...no dejarlo”. 

El siguiente ay se fundamenta en el cuidado de la limpieza, típicas del fariseísmo y de otros grupos judíos de la época. Múltiples abluciones de la persona y de los objetos utilizados para comer estaban prescriptos para los israelitas fieles. Pero esta preocupación por la purificación era frecuentemente acompañada por un descuido de las exigencias respecto al prójimo. Limpiar la copa y el plato prevalece sobre el evitar el robo y el desenfreno. 

Como en el caso anterior, Jesús hace un llamado a la recuperación de lo fundamental como única forma de hacer aceptable la práctica de lo secundario.

La máscara con que actúan los fariseos, la hipocresía desvirtúa la relación religiosa. Esta práctica cierra a la comprensión auténtica de esa realidad. Enceguecidos por ella, su conducción se revela ineficaz ya que su ceguera les impide el acceso a Dios para sí mismos y para los integrantes del pueblo que los siguen. 

Se trata, por tanto, de un urgente llamado a la dirigencia religiosa para recuperar la autenticidad de vida, pero también a través de él, de una advertencia a la comunidad de discípulos presentes (cf. Mt 23,1) de no contagiarse del error fariseo.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)

lunes, 26 de agosto de 2013

Jesús critica la hipocresía de los líderes

¡Amor y paz!

Como el sábado pasado celebramos la fiesta de san Bartolomé apóstol, no leímos el Evangelio según San Mateo, en el que Jesús comienza sus invectivas contra los fariseos. En aquella ocasión los criticó porque «no hacen lo que dicen» y hoy --durante tres días--, continuará con una serie de lamentaciones que los descalifican: «¡ay de ustedes...!».

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la XXI Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga,…

Evangelio según San Mateo 23,13-22.
"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él. 
Comentario

a) Las acusaciones de Jesús son muy directas:

- no entran en el Reino, ni dejan entrar a los demás: porque no quieren reconocer al que es la Puerta, Jesús, y atosigan al pueblo con interpretaciones rigoristas;
- con el pretexto de oraciones, «devoran los bienes de las viudas»;
- hacen proselitismo, pero cuando encuentran a una persona dispuesta, no la convierten a Dios, sino a sus propias opiniones;
- caen en una casuística inútil, por ejemplo, sobre los juramentos, perdiendo el tiempo y angustiando a los fieles con cosas que no tienen importancia.

Son «guías ciegos y necios». Mal van a poder conducir al pueblo.

b) Con las personas normales, por débiles y pecadoras que sean, Jesús no se suele mostrar tan duro. Pero sí, con los que son -deberían ser- guías del pueblo, o constituidos en autoridad: «vuestra sentencia será más severa».

Los que tenemos alguna responsabilidad en la vida de la familia o en el campo de la educación o de la comunidad eclesial, tenemos mayor obligación de dar ejemplo a los demás, de no llevar una «doble vida» (entre lo que enseñamos y lo que luego hacemos), de no ser exigentes con los demás y tolerantes con nosotros mismos (la «ley del embudo»), de no ser como los hipócritas, que presentan por fuera una fachada, pero por dentro son otra cosa...

Las acusaciones de Jesús nos las hemos de aplicar a nosotros, porque dentro de cada uno puede esconderse un pequeño o gran fariseo. ¿Qué actitudes farisaicas descubro en mí? Repasemos la lista y respondamos sinceramente si se nos podría tildar de «guías ciegos y necios», si buscamos «prosélitos» para vanidad nuestra más que para bien de los demás o para gloria de Dios, si perdemos el tiempo en inútiles discusiones de palabras, si hemos matado el espíritu con una casuística exagerada...

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 304-308

domingo, 25 de agosto de 2013

"¿Serán pocos los que se salvan?"

¡Amor y paz!

El evangelio que leeremos hoy no es fácil de comentar. Pero la pregunta de entonces sigue siendo una pregunta vigente: "¿Serán pocos los que se salven?" De ahí que nos interese estudiar la respuesta de Jesús, la respuesta que dio siguiendo su camino hacia Jerusalén.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este XXI Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 13,22-30.
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". 
Comentario

“Ancha es la puerta
-        de los centros comerciales para adictos refinados;
-        de los hoteles de lujo para le élite del negocio y del poder;
-        de los que acuden a lavar los dólares del narcotráfico;
-        de los sepulcros vacíos que cultivan fachadas y apariencias.

Estrecha es la puerta
-        de los que sirven en las residencias millonarias;
-        de los calabozos que reprimen a los justos;
-        de los ranchos construidos con material de desperdicio;
-        de las decisiones solidarias con los oprimidos.

Ancho es el camino
-        de los latifundios que se pierden en el horizonte baldío;
-        de las autopistas hacia las playas exclusivas;
-        de la corrupción que se pasea en carros de lujo;
-        de las multitudes domesticadas por la costumbre.

Estrecho es el camino
-        de los que hunden la pala en los cimientos de los grandes edificios;
-        de los callejones en los barrios marginados;
-        de la nueva justicia abierta en medio de la selva legal;
-        del futuro del Reino que no es noticia en ningún periódico.

Ancho es el camino
-        que lleva a los sumos sacerdotes al templo de Jerusalén;
-        de la casa de Herodes construida con impuestos populares;
-        del palacio imperial de Pilato;
-        de las aclamaciones de las multitudes ahítas de pan.

Estrecho es el camino
-        que va de Belén a la cueva de los pastores;
-        que sigue Jesús hacia los poblados perdidos de Galilea;
-        que sube hasta el monte de la Transfiguración;
-        de la callejuela que atraviesa Jerusalén y llega hasta el Calvario;
-        de la decisión que conduce hasta Getsemaní en medio de la noche”.

Amplia es la calle que lleva a la perdición.
Qué estrecho es el callejón que lleva a la vida”

Nos viene muy bien recordar esta poesía de Benjamín González Buelta, S.J., cuando la liturgia nos propone el texto evangélico de Lucas en el que Jesús le recomienda a sus discípulos: “Procuren entrar por la puerta angosta; porque les digo que muchos querrán entrar y no podrán”. Es muy fácil que nos sintamos atraídos por las puertas y los caminos anchos que nos ofrece la sociedad de consumo. Es muy fácil que nos olvidemos que el callejón que lleva a la vida es estrecho y supone sacrificios. Cada quién tiene que revisar su vida y reconocer por dónde pasan estos caminos estrechos del seguimiento del Señor en nuestra propia historia.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J
Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá

sábado, 24 de agosto de 2013

Jesús nos pide ser verdaderos hombres de fe, sin hipocresía

¡Amor y paz!

Volvemos a hacer  hoy un alto en la lectura continua del evangelio según san Mateo para contemplar la figura del Apóstol Bartolomé (aquí llamado Natanael). Poco antes,  ante las palabras del apóstol Felipe, Natanael había dicho sobre Jesús: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado en que celebramos la fiesta de San Bartolomé, apóstol.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Juan 1,45-51.
Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret". Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". "Ven y verás", le dijo Felipe.  Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
Comentario

Ser verdaderos hombres de fe, en quienes no haya doblez. Eso es lo que espera Dios de nosotros, que decimos haber depositado en Él nuestra fe y nuestra confianza. Jesús conoce hasta lo más profundo de nuestro ser. Ante sus ojos nada hay oculto. Pero el que Él nos conozca y nos ame no tendrá para nosotros ningún significado si no aceptamos ese amor que nos tiene, y si no nos dejamos conducir por Él. Confesar a Cristo como el Hijo de Dios y Rey de Israel no debe llevarnos a verlo como alguien lejano a nosotros. En Cristo, Dios se acercó a nosotros para liberarnos de nuestra esclavitud al pecado y hacernos hijos de Dios. Jesús es no sólo el Hijo de Dios; Él mismo le recuerda a Natanael que es el Hijo del hombre, que se convierte en nuestro camino para llegar hasta Dios. Mayores cosas habrá de ver Natanael: La glorificación de Jesús, que, pasando por la muerte, se sentará en su trono de Gloria eternamente y nos abrirá el cielo para que, llegado el momento, también nosotros participemos de su Gloria. Sea Él bendito por siempre.

Mientras somos Iglesia peregrina en este mundo el Señor continúa presente en medio de su Pueblo, de un modo especial cuando nos reúne para la celebración de su Misterio Pascual. Pareciera que de un poco de pan y de vino nada, o por lo menos sólo algo bueno podría comunicársenos. Pero nuestra fe nos hace saber que es el Señor, con todo su poder el que se nos entrega como alimento, como Pan de Vida eterna. El Señor, así, día a día nos va preparando para las bodas eternas. Nos purifica de nuestros pecados, y su Espíritu Santo va realizando su obra de salvación en nosotros. Ojalá y nuestros nombres queden escritos para siempre en la Ciudad de sólidos cimientos, para que seamos dignos de participar de la Gloria que el Señor nos ofrece.

Somos tan frágiles que no podemos negar que muchas veces el pecado nos ha dominado, y hemos vivido infieles a la Alianza que Dios ha sellado con nosotros mediante la Sangre del Cordero Inmaculado. Pero Dios no nos ha abandonado, sino que espera nuestro retorno, para revestirnos nuevamente de su propio Hijo, con todos los derechos que a Él le corresponden. ¿Acaso podrá salir algo bueno de nosotros? No tengamos miedo ni nos desanimemos. Basta que tengamos fe, pues el Señor hará grandes cosas por nosotros. Si confiamos en el Señor veremos maravillas, pues Dios hará que nuestra vida de pecado quede atrás y que en adelante vivamos como hijos suyos. Confiemos en Él. Veamos a los Apóstoles. Veamos sus fragilidades, defectos y traiciones. Pero contemplemos también la obra que la gracia realizó en ellos. Dios puede hacerlo también con nosotros, si no lo abandonamos ni desconfiamos de su amor ni de su misericordia.

Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de saber vivir a plenitud nuestro compromiso de fe en Cristo Jesús, no sólo para disfrutar sus dones, sino también para trabajar intensamente por su Reino. Amén.

Homiliacatolica.com

viernes, 23 de agosto de 2013

Tengámoslo presente: el mandamiento principal es amar

¡Amor y paz!

Fue buena idea la de preguntar a Jesús cuál es el mandamiento principal. Porque los judíos contaban hasta 365 leyes negativas y 248 positivas, suficientes para desorientar a las personas de mejor buena voluntad, a la hora de centrarse en lo esencial.

La respuesta de Jesús es clara: el mandamiento principal es amar. Amar a Dios (lo cita del libro del Deuteronomio: Dt 6) y amar al prójimo «como a ti mismo» (estaba ya en el Levítico: Lv 19). Lo que hace Jesús es unir los dos mandamientos y relacionarlos: «estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas».

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este 
viernes de la XX semana del Tiempo Ordinario.

Hoy celebramos, también, la fiesta de Santa Rosa de Lima, virgen, Patrona de América Latina. 

Dios los bendiga...

Evangelio según San Mateo 22,34-40. 
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas". 
Comentario

Lo principal para un cristiano sigue siendo amar. Tienen sentido cumplir y trabajar y rezar y ofrecer y ser fieles. Pero el amor es lo que da sentido a todo lo demás. Nos interesa, de cuando en cuando, volver a lo esencial.

También nosotros tenemos, en el Código de Derecho Canónico, muchas normas, necesarias para la vida de la comunidad en sus múltiples aspectos. 

Pero Jesús nos enseña dónde está lo principal y la raíz de lo demás: el amor. Está muy bien que el Código actual (1983), en su último canon, hablando del sistema a seguir para el traslado de los párrocos, afirme un principio general muy cercano a la consigna de Jesús: «guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia» (c. 1752).

¿Puedo decir, cuando me examino al final de cada jornada o en los días de retiro, que mi vida está movida por el amor? ¿que, entre tantas cosas que hago, lo que me caracteriza más es el amor a Dios y al prójimo, o, al contrario, mi egoísmo y la falta de amor?

San Pablo nos recomendó: «con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor, pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley... todos los demás preceptos se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Rm 13,8-9). Y Jesús nos advirtió que, al final de nuestra vida, seremos examinados precisamente de esto: si dimos agua al sediento y visitamos al enfermo... Seremos examinados del amor.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 295-298

jueves, 22 de agosto de 2013

¿Aún tenemos un corazón de piedra?

¡Amor y paz!

La parábola del "Festín de bodas" se sitúa, en la progresión del evangelio de san Mateo, en el centro mismo de la ciudad de Jerusalén, sólo algunas semanas antes de la muerte de Jesús: el Señor anuncia, cada vez más claramente, el rechazo de que es objeto por parte del pueblo escogido...

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XX Semana del Tiempo Ordinario.

Hoy, 22 de agosto, también celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo. Le pedimos su amorosa intercesión.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 22,1-14. 
Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo: "El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'. Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. 'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: 'Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos".  
Comentario

En Jerusalén, Jesús se enfrenta a la intransigencia de los sacerdotes y los fariseos. Estos no prestan oídos a las palabras proféticas y se envuelven en su propio manto de petulancia religiosa. Jesús, siguiendo su particular modo de enseñanza, propone una parábola.

La parábola de la boda pone en evidencia la actitud agresiva de las autoridades judías frente a una gozosa invitación. Ellos han convertido la ciudad de David en un Reino de los corazones de piedra, ocupados de sus propios negocios, de sus propiedades y de los mecanismos de censura y represión. Las autoridades no están dispuestas a ver y a escuchar ninguna cosa diferente a lo que ellos piensan y hacen.

Esta actitud permite que el rey mande a llamar a toda la gente que se encuentra en los caminos. Estos son pordioseros, prostitutas, desempleados, enfermos. Así, los marginados se convierten en los invitados al banquete del Reino. Sin embargo, a este banquete no se puede entrar de cualquier manera, es necesario llevar vestido de fiesta.

El vestido de fiesta es el cambio de mentalidad, la conversión necesaria para entrar en la dimensión gozosa del Reino. La nueva mentalidad es en lo que Jesús ha venido formando a sus discípulos. Sin este cambio, es imposible acceder al Reino.

La obstinación, el corazón de piedra, no es sólo patrimonio de las autoridades judías que condenaron a Jesús. Es patrimonio de todos los que cierran su oído a la Buena Nueva que se le anuncia a los pobres y que toman acciones violentas para reprimir la obra del evangelio.

Nosotros hoy necesitamos modificar nuestra mentalidad, tener un corazón humano, misericordioso. De lo contrario, o nos comportamos como los primeros invitados o como el invitado que no llevó vestido de fiesta.

Servicio Bíblico Latinoamericano

miércoles, 21 de agosto de 2013

Aunque ya anochezca en nuestra vida, podemos decirle sí a Dios

¡Amor y paz!

En varias páginas del Evangelio se denuncian situaciones de envidia. Por ejemplo, la del hijo mayor que protesta porque, siendo siempre leal, nunca le han hecho una fiesta como la que le ofrecen al hijo menor que ha malgastado la fortuna y, arrepentido, retorna a la casa del padre.

O como en el episodio de hoy, donde los trabajadores de la viña laboran un número desigual de horas y, sin embargo, reciben el mismo jornal. En ambos episodios se pone de manifiesto la infinita misericordia de Dios. 

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XX Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 19,30.20,1-16. 
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'. Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'. El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos". 
Comentario

Es evidente que esta parábola se dirige tanto a los que viven en la virtud desde su juventud y a los que se vuelven virtuosos en la vejez: a los primeros para preservarlos del orgullo e impedir que hagan reproches a los de la hora undécima; a los segundos para enseñarles que pueden merecer el mismo salario en poco tiempo.

El Salvador acababa de hablar de la renuncia a las riquezas, del desapego de todos los bienes, virtudes que exigen un corazón grande y ánimo firme. Para ello es necesario el ardor y la generosidad de un alma joven. El Señor reaviva en ellos la llama de la caridad, fortifica sus sentimientos y les manifiesta que, incluso los de la última hora, reciben el salario de toda la jornada...

Todas las parábolas de Jesús, la de las diez vírgenes, la de la red, de las espinas, de la higuera estéril, nos invitan a mostrar nuestra virtud en nuestras acciones. Jesús habla poco de los dogmas porque no piden mucho esfuerzo. Pero habla a menudo de la vida. Mejor dicho, hablo continuamente de la vida porque es un combate permanente con sus penas imparables.

San Juan Crisóstomo (c.345- 407), presbítero en Antioquia, obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilía sobre San Mateo,nº64, 4
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martes, 20 de agosto de 2013

El que deje todo por Jesús tendrá la Vida eterna

¡Amor y paz!

Nos apegamos tanto a los bienes materiales que nos queda difícil entender el Evangelio de hoy. La lucha por las riquezas de este mundo ha producido muchas muertes, odios e injusticias. En cambio, la búsqueda de los bienes superiores, los espirituales, sólo nos conducirá al verdadero amor, la justicia y la Vida eterna.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XX Semana del Tiempo Ordinario.

Dios lo bendiga…

Evangelio según San Mateo 19,23-30. 
Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos". Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible". Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?". Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. 
Comentario

Vosotros habéis entendido, mis queridos hermanos, que Pedro y Andrés han abandonado sus redes para seguir al Redentor a la primera voz de su llamada (Mt 4, 20)... Puede ser que alguno se diga todo bajo: Para obedecer a la llamada del Señor, ¿qué es lo que estos dos pescadores han abandonado, ellos que no tenían casi nada? Pero en esta materia, nosotros debemos considerar las disposiciones del corazón antes que la fortuna. Ha dejado mucho, el que nada retenía para él; ha dejado mucho el que ha abandonado todo,  lo mismo si es poca cosa. Nosotros  que poseemos, lo conservamos con pasión, y esto que no tenemos, lo perseguimos nosotros  con  el deseo. Sí, Pedro y Andrés han dejado mucho, puesto que el uno y el otro han abandonado el deseo de poseer. Ellos han abandonado mucho, puesto que han renunciado a sus bienes y también han renunciado a sus codicias. Siguiendo al Señor, ellos han renunciado a todo lo que habrían podido desear si no le hubieran seguido.

San Gregorio Magno (c. 540-604), papa y doctor de la Iglesia
Homilía 5 sobre el Evangelio.
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