jueves, 22 de agosto de 2013

¿Aún tenemos un corazón de piedra?

¡Amor y paz!

La parábola del "Festín de bodas" se sitúa, en la progresión del evangelio de san Mateo, en el centro mismo de la ciudad de Jerusalén, sólo algunas semanas antes de la muerte de Jesús: el Señor anuncia, cada vez más claramente, el rechazo de que es objeto por parte del pueblo escogido...

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la XX Semana del Tiempo Ordinario.

Hoy, 22 de agosto, también celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo. Le pedimos su amorosa intercesión.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 22,1-14. 
Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo: "El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'. Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. 'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: 'Átenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'. Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos".  
Comentario

En Jerusalén, Jesús se enfrenta a la intransigencia de los sacerdotes y los fariseos. Estos no prestan oídos a las palabras proféticas y se envuelven en su propio manto de petulancia religiosa. Jesús, siguiendo su particular modo de enseñanza, propone una parábola.

La parábola de la boda pone en evidencia la actitud agresiva de las autoridades judías frente a una gozosa invitación. Ellos han convertido la ciudad de David en un Reino de los corazones de piedra, ocupados de sus propios negocios, de sus propiedades y de los mecanismos de censura y represión. Las autoridades no están dispuestas a ver y a escuchar ninguna cosa diferente a lo que ellos piensan y hacen.

Esta actitud permite que el rey mande a llamar a toda la gente que se encuentra en los caminos. Estos son pordioseros, prostitutas, desempleados, enfermos. Así, los marginados se convierten en los invitados al banquete del Reino. Sin embargo, a este banquete no se puede entrar de cualquier manera, es necesario llevar vestido de fiesta.

El vestido de fiesta es el cambio de mentalidad, la conversión necesaria para entrar en la dimensión gozosa del Reino. La nueva mentalidad es en lo que Jesús ha venido formando a sus discípulos. Sin este cambio, es imposible acceder al Reino.

La obstinación, el corazón de piedra, no es sólo patrimonio de las autoridades judías que condenaron a Jesús. Es patrimonio de todos los que cierran su oído a la Buena Nueva que se le anuncia a los pobres y que toman acciones violentas para reprimir la obra del evangelio.

Nosotros hoy necesitamos modificar nuestra mentalidad, tener un corazón humano, misericordioso. De lo contrario, o nos comportamos como los primeros invitados o como el invitado que no llevó vestido de fiesta.

Servicio Bíblico Latinoamericano

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