¡Amor y paz!
Fue buena idea la de
preguntar a Jesús cuál es el mandamiento principal. Porque los judíos contaban
hasta 365 leyes negativas y 248 positivas, suficientes para desorientar a las
personas de mejor buena voluntad, a la hora de centrarse en lo esencial.
La respuesta de Jesús es
clara: el mandamiento principal es amar. Amar a Dios (lo cita del libro del
Deuteronomio: Dt 6) y amar al prójimo «como a ti mismo» (estaba ya en el
Levítico: Lv 19). Lo que hace Jesús es unir los dos mandamientos y
relacionarlos: «estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas».
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este
viernes de la XX semana
del Tiempo Ordinario.
Hoy celebramos, también,
la fiesta de Santa Rosa de Lima, virgen,
Patrona de América Latina.
Dios
los bendiga...
Evangelio según San Mateo 22,34-40.
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".
Comentario
Lo
principal para un cristiano sigue siendo amar. Tienen sentido cumplir y
trabajar y rezar y ofrecer y ser fieles. Pero el amor es lo que da sentido a
todo lo demás. Nos interesa, de cuando en cuando, volver a lo esencial.
También
nosotros tenemos, en el Código de Derecho Canónico, muchas normas, necesarias
para la vida de la comunidad en sus múltiples aspectos.
Pero Jesús nos enseña
dónde está lo principal y la raíz de lo demás: el amor. Está muy bien que el
Código actual (1983), en su último canon, hablando del sistema a seguir para el
traslado de los párrocos, afirme un principio general muy cercano a la consigna
de Jesús: «guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la salvación de
las almas, que debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia» (c. 1752).
¿Puedo
decir, cuando me examino al final de cada jornada o en los días de retiro, que
mi vida está movida por el amor? ¿que, entre tantas cosas que hago, lo que me
caracteriza más es el amor a Dios y al prójimo, o, al contrario, mi egoísmo y
la falta de amor?
San
Pablo nos recomendó: «con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor, pues
el que ama al prójimo ha cumplido la ley... todos los demás preceptos se
resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Rm 13,8-9). Y
Jesús nos advirtió que, al final de nuestra vida, seremos examinados
precisamente de esto: si dimos agua al sediento y visitamos al enfermo...
Seremos examinados del amor.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 295-298
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 295-298
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