¡Amor
y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio
divina, en este martes de la 3ª semana del Tiempo Ordinaro, ciclo A.
Dios
nos bendice...
Lectio
Divina: Marcos 3,31-35
Lectio
Martes,
28 de enero de 2020
Tiempo
ordinario
1)
Oración inicial
Dios
todopoderoso y eterno: ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que
podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo
predilecto. Que vive y reina contigo. Amén.
2)
Lectura
Del
santo Evangelio según Marcos 3,31-35
Llegan su madre y sus hermanos y, quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.» Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
3)
Reflexión
•
La familia de Jesús. Los parientes llegan a la casa donde se encuentra Jesús.
Probablemente venían de Nazaret. De allí hasta Cafarnaún hay unos 40 km. Su
madre estaba con él. No entran, pero envían un recado: ¡Tu madre, tus hermanos
y tus hermanas, están afuera y preguntan por ti! La reacción de Jesús es firme:
¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y él mismo responde apuntando
hacia la multitud que estaba alrededor: ¡Aquí están mi madre y mis hermanos.
Porque todo el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi
madre! Para entender bien el significado de esta respuesta conviene mirar la
situación de la familia en el tiempo de Jesús.
• En el antiguo Israel, el clan, es decir la gran familia (la comunidad) era la base de la convivencia social. Era la protección de las familias y de las personas, la garantía de la posesión de la tierra, el cauce principal de la tradición, la defensa de la identidad. Era la manera concreta que la gente de la época tenía de encarnar el amor de Dios en el amor al prójimo. Defender el clan era lo mismo que defender la Alianza.
• En el antiguo Israel, el clan, es decir la gran familia (la comunidad) era la base de la convivencia social. Era la protección de las familias y de las personas, la garantía de la posesión de la tierra, el cauce principal de la tradición, la defensa de la identidad. Era la manera concreta que la gente de la época tenía de encarnar el amor de Dios en el amor al prójimo. Defender el clan era lo mismo que defender la Alianza.
•
En Galilea, en el tiempo de Jesús, a causa del sistema implantado durante los
largos gobiernos de Herodes Magno (37 aC a 4 aC) y de su hijo Herodes Antipas
(4 aC a 39 dC), el clan (la comunidad) se estaba debilitando. Había que pagar
impuestos tanto al gobierno como al Templo, la deuda pública crecía, dominaba
la mentalidad individualista de la ideología helena, había frecuentes amenazas
de represión violenta de parte de los romanos, la obligación de acoger a los
soldados y de hospedarles, los problemas cada vez mayores de supervivencia,
todo esto llevaba las familias a encerrarse en sus propias necesidades. Esta
cerrazón se veía reforzada por la religión de la época. Por ejemplo, quienes
dedicaban su herencia al Templo, podían dejar a sus padres sin ayuda. Esto
debilitaba el cuarto mandamiento que era el gozne del clan (Mc 7,8-13). Además
de esto, la observancia de las normas de pureza era factor de marginalización
para mucha gente: mujeres, niños, samaritanos, extranjeros, leprosos,
endemoniados, publicanos, enfermos, mutilados, paralíticos.
•
Y así, la preocupación por los problemas de la propia familia impedía que las
personas se unieran en comunidad. Ahora, para que el Reino de Dios pudiera
manifestarse en la convivencia comunitaria de la gente, las personas tenían que
superar los límites estrechos de la pequeña familia y abrirse, nuevamente, para
la gran familia, para la Comunidad. Jesús nos da el ejemplo. Cuando su familia
trató de apoderarse de él, reacción y alargó la familia: “¿Quién es mi made,
quiénes son mis hermanos?” Y el mismo da respuesta apuntando hacia la multitud
alrededor: ¡Aquí están mi madre y mis hermanos! ¡Porque todo el que hace la
voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre! (Mc 3,33-35). Creó
comunidad.
•
Jesús pedía lo mismo a todos los que querían seguirlo. Las familias no podían
encerrarse en sí mismas. Los excluidos y los marginados debían ser acogidos
dentro de la convivencia y, así, sentirse acogidos por Dios (cf. Lc 14,12-14).
Este era el camino para alcanzar el objetivo de la Ley que decía: “No debe de
haber pobres en medio de ti” (Dt 15,4). Como los grandes profetas del pasado,
Jesús procura reforzar la vida comunitaria en las aldeas de Galilea. El retoma
el sentido profundo del clan, de la familia, de la comunidad, como expresión de
la encarnación del amor de Dios en el amor hacia el prójimo.
4)
Para la reflexión personal
•
Vivir la fe en comunidad. ¿Cuál es el lugar y la influencia de las comunidades
en mi manera de vivir la fe?
•
Hoy, en grandes ciudades, la masificación promueve el individualismo que es lo
contrario de la vida en comunidad. ¿Qué estoy haciendo para combatir este mal?
5)
Oración final
Yo
esperaba impaciente al Señor:
hacia mí se inclinó
y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un cántico nuevo,
una alabanza a nuestro Dios. (Sal 40,2.4)
hacia mí se inclinó
y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un cántico nuevo,
una alabanza a nuestro Dios. (Sal 40,2.4)
Orden
de los Carmelitas
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