¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este sábado de la 21a
semana del tiempo ordinario.
Dios nos
bendice..
Lectio: Mateo 25,14-30
Lectio
Sábado, 31 Agosto ,
2019
Tiempo
Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh
Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu
pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en
medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la
verdadera alegría. Por nuestro Señor.
2) Lectura del
Evangelio
Del Evangelio según Mateo 25,14-30
«Es
también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó
su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual
según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco
talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que
había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue,
cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho
tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.
Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco,
diciendo: `Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he
ganado.' Su señor le dijo: `¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel,
al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.' Llegándose
también el de los dos talentos dijo: `Señor, dos talentos me entregaste; aquí
tienes otros dos que he ganado.' Su señor le dijo: `¡Bien, siervo bueno y
fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el
gozo de tu señor.' Llegándose también el que había recibido un talento dijo:
`Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges
donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu
talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.' Mas su señor le respondió: `Siervo
malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no
esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al
volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, el
talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene,
se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
Y al siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el
rechinar de dientes.'
3) Reflexión
• El evangelio de
hoy nos habla de la Parábola de los Talentos. Esta parábola está situada entre
dos otras parábolas: la parábola de las Diez Vírgenes (Mt 25,1-13) y la
parábola del Juicio Final (Mt 25,31-46). Las tres parábolas esclarecen y
orientan a las personas sobre la llegada del Reino. La parábola de las Diez
Vírgenes insiste en la vigilancia: el Reino puede llegar en cualquier momento.
La parábola del Juicio Final dice que para tomar parte en el Reino hay que
acoger a los pequeños. La parábola de los Talentos orienta sobre cómo hacer
para que el Reino pueda crecer. Habla sobre los dones o carisma que las
personas reciben de Dios. Toda persona tiene algunas cualidades, sabe alguna
cosa que ella puede enseñar a los otros. Nadie es solamente alumno, nadie es
solamente profesor. Aprendemos unos de otros.
Una clave para
comprender la parábola. Una de las cosas que más influyen en la vida de la
gente es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los
fariseos, algunos se imaginaban a Dios como un Juez severo que los trataba
según el mérito conquistados por las observancias. Esto causaba miedo e impedía
el crecimiento de las personas. Sobre todo impedía que ellas abriesen un
espacio dentro de sí para acoger la nueva experiencia de Dios que Jesús
comunicaba. Para ayudar a estas personas, Mateo cuenta
la parábola de los
talentos.
• Mateo 25,14-15: La puerta de
entrada en la historia de la parábola. Jesús cuenta la historia de un hombre
que, antes de viajar, distribuye sus bienes a los empleados, dándoles cinco,
dos o un talento, según la capacidad de cada uno. Un talento corresponde a 34
kilos de oro, ¡lo cual no es poco! En el fondo, cada uno recibe igual, pues
recibe “según su capacidad”. Quien tiene vaso grande, recibe el vaso lleno.
Quien tiene el vaso pequeño, recibe el vaso lleno. Luego el dueño se va al
extranjero y queda allí mucho tiempo. La historia tiene un cierto suspense. No
se sabe con qué finalidad el dueño ha entregado su dinero a los empleados, ni
sabe cómo va a ser el final.
• Mateo 25,16-18: La manera de actuar
de cada empleado. Los dos primeros trabajan y hacen duplicar los talentos. Pero
aquel que recibe un talento cava un hoyo en la tierra y lo esconde bien para no
perderlo. Se trata de los bienes del Reino que se entregan a las comunidades y
a las personas según su capacidad. Todos y todas recibimos algunos bienes del
Reino, ¡pero no todos respondemos de la misma manera!
• Mateo 25,19-23: Rendimiento de
cuentas del primero y del segundo empleado, y la respuesta del Señor. Después
de mucho tiempo, el dueño vuelve. Los dos primeros dicen la misma cosa: “Señor,
cinco/dos talentos me entregaste: aquí tienes otros cinco/dos que gané!” Y el
señor da la misma respuesta: “Muy bien, siervo bueno y fiel. En lo poco has
sido fiel, en lo mucho te pondré. Entra en el gozo de su señor”
• Mateo 25,24-25:
Rendimiento de cuentas del tercer empleado. El tercer empleado llega y dice:
“Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges
donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu
talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.!” En esta frase despunta una idea
errada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve a Dios como un patrón
severo. Ante un Dios así, el ser humano tiene miedo y se esconde atrás de la
observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que, al actuar así, la
severidad del legislador no va a poderle castigar. En realidad, una persona así
no cree en Dios, sino que apenas cree en si misma y en su observancia de la
ley. Se encierra en si misma, se desliga de Dios y no consigue interesarse en
los otros. Se vuelve incapaz de crecer como persona libre. Esta imagen falsa de
Dios aísla al ser humano, mata a la comunidad, acaba con la alegría y empobrece
la vida.
• Mateo 25,26-27:
Respuesta del Señor al tercer empleado. La respuesta del señor es irónica.
Dice: “Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo
donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y
así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.!” El tercer
empleado no fue coherente con la imagen severa que tenía de Dios. Si se
imaginaba a un Dios severo de aquella manera, hubiera tenido por lo menos que
colocar el dinero en un banco. Es decir que él será condenado no por Dios, sino
por la idea errada que tenía de Dios y que lo deja miedoso e inmaduro. No va a
ser posible ser coherente con aquella imagen de Dios, pues el miedo deshumaniza
y paraliza la vida.
• Mateo 25,28-30: La
palabra final del Señor que esclarece la parábola. El señor manda quitarle el
talento para darlo a aquel que tiene diez “Porque a todo el que tiene, se le
dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”. Aquí
está la clave que aclara todo. En realidad, los talentos, el “dinero del
dueño”, los bienes del Reino, son el amor, el servicio, el compartir. Es todo
aquello que hace crecer la comunidad y revela la presencia de Dios. Aquel que
se encierra en si mismo con miedo a perder lo poco que tiene, va a perder hasta
lo poco que tiene. Pero la persona que no piensa en sí y se entrega a los
demás, va a crecer y recibir de forma inesperada, todo aquello que entregó y
mucho más. “Pierde la vida quien quiere asegurarla, la gana quien tiene el
valor de perderla”
• La moneda diferente
del Reino. No hay diferencia entre los que reciben más y los que reciben menos.
Todos tienen su don según su capacidad. Lo que importa es que este don sea
puesto al servicio del Reino y haga crecer los bienes del Reino que son amor,
fraternidad, compartir. La clave principal de la parábola no consiste en hacer
producir los talentos, sino en relacionarse con Dios de forma correcta. Los dos
primeros no preguntan nada, no buscan su bienestar, no guardan para sí, no se
encierran en sí mismos, no calculan. Con la mayor naturalidad, casi siempre sin
darse cuenta y sin buscar mérito, empiezan a trabajar para que el don que Dios
les ha dado rinda para Dios y para el Reino. El tercero tiene miedo, y no hace
nada. De acuerdo con las normas de la antigua ley estaba en lo correcto. Se
mantiene dentro de las exigencias. No pierde nada y no gana nada. ¡Por esto,
pierde hasta lo que tenía. El Reino es riesgo. Aquel que no corre riesgos,
pierde el Reino!
4) Para la reflexión
personal
•
En nuestra comunidad, ¿tratamos de conocer y valorar los dones de cada persona?
Nuestra comunidad ¿es un espacio donde las personas pueden desenvolver sus
dones? A veces los dones de una persona engendran envidia y competitividad en
los otros. ¿Cómo reaccionamos?
• ¿Cómo entender la frase: "Porque a todo el que
tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le
quitará?"
5) Oración final
Esperamos
anhelantes al Señor,
él
es nuestra ayuda y nuestro escudo;
en
él nos alegramos de corazón
y
en su santo nombre confiamos. (Sal 33,20-21)
Orden de los Carmelitas