¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este vienes de la 4ª
semana del Tiempo Ordinario, ciclo C.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MARCOS
6,14-29
Lectio:
Viernes, 8 febrero, 2019
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que unes los
corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus
preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes
del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro
Señor.
2) Lectura del
Evangelio
Del santo Evangelio según
san Marcos 6, 14-29
En aquel tiempo como la
fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de Él: unos decían:
«Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él
fuerzas milagrosas». Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los
demás profetas». Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité,
ése ha resucitado». Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y
le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano
Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te
está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería
matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre
justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba
con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete
a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de
la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey,
entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y
preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el
Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y
de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de
traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza
en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron
sepultura.
3) Reflexión
• Hoy conmemoramos el
martirio de San Juan Bautista. El evangelio describe cómo murió el Bautista,
sin proceso, durante un banquete, víctima de la prepotencia y de la corrupción
de Herodes y de su corte.
• Marcos 6,14-20. La
causa de la prisión y del asesinato de Juan. Herodes era un empleado
del imperio romano. Quien mandaba en Palestina, desde el año 63 antes de
Cristo, era César, el imperador de Roma. Herodes, para no ser depuesto, trataba
de agradar a Roma en todo. Insistía sobre todo en una administración eficiente
que diera lucro al Imperio y a él mismo. La preocupación de Herodes era su
propia promoción y seguridad. Por esto, reprimía cualquier tipo de subversión.
A él le gustaba ser llamado bienhechor del pueblo, pero en realidad era un
tirano (cf. Lc 22,25). Flavio José, un escritor de aquel época, informa que el
motivo de la prisión de Juan Bautista era el miedo que Herodes tenía a un
levantamiento popular. La denuncia de Juan Bautista contra la moral depravada
de Herodes (Mc 6,18), fue la gota que hizo desbordar el vaso, y Juan fue
llevado a la cárcel.
• Marcos 6,21-29: La
trama del asesinado. Aniversario y banquete de fiesta, con danzas y
orgías. Era un ambiente en que los poderosos del reino se reunían y en el cual
se hacían las alianzas. La fiesta contaba con una presencia “de los grandes de
la corte y de las personas importantes de Galilea”. En este ambiente se trama
el asunto de Juan Bautista. Juan, el profeta, era una denuncia viva de ese
sistema corrompido. Por eso fue eliminado bajo pretexto de un problema de
venganza personal. Todo esto revela la debilidad moral de Herodes. Tanto poder
acumulado en mano de un hombre sin control de sí. En el entusiasmo de la fiesta
y del vino, Herodes hizo un juramento liviano a una joven bailarina. Supersticioso
como era, pensaba que tenía que mantener el juramento. Para Herodes, la vida de
los súbditos no valía nada. Disponía de ellos como de la posición de las sillas
en su sala. Marcos cuenta el hecho tal y cual y deja a las comunidades y a
nosotros la tarea de sacar conclusiones.
• Pero entre líneas, el
evangelio de hoy trae muchas informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivió y
sobre la manera en qué era ejercido el poder por los poderosos de la época.
Galilea, tierra de Jesús, era gobernada por Herodes Antipas, hijo del rey
Herodes, el Grande, desde el 4 antes de Cristo hasta el 39 después de Cristo.
En todo ¡43 años! Durante todo el tiempo en que Jesús vivió, no hubo mudanza en
el gobierno en Galilea. Herodes era dueño absoluto de todo, no daba cuenta a
nadie, hacía lo que le pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética,
poder absoluto, sin control por parte de la gente!
• Herodes construyó una
nueva capital, llamada Tiberíades. Sefforis, la antigua capital,
había sido destruida por los romanos en represalia por un levantamiento
popular. Esto aconteció cuando Jesús tenía quizás siete años. Tiberíades,
la nueva capital, fue inaugurada trece años más tarde, cuando Jesús tenía 20
años. Era llamada así para agradar a Tiberio, el emperador de
Roma. Tiberíades era un lugar extraño en Galiela. Allí vivían el rey, “los
grandes, los generales y los magnates de Galilea” (Mc 6,21). Allá moraban los
dueños de las tierras, los soldados, los policías, los jueces muchas veces
insensibles (Lc 18,1-4). Hacia allí se llevaban los impuestos y el producto de
la gente. Era allí donde Herodes hacia sus orgías de muerte (Mc 6,21-29). No
consta en los evangelios que Jesús hubiese entrado en la ciudad.
A lo largo de aquellos 43
años de gobierno de Herodes, se crió toda una clase de funcionarios fieles al
proyecto del rey: escribas, comerciantes, dueños de tierras, fiscales del
mercado, publicanos y recaudadores de impuestos, promotores, jefes locales. La
mayor parte de este personal moraba en la capital, gozando de los privilegios
que Herodes ofrecía, por ejemplo, exención de impuestos. La otra parte vivía en
las aldeas. En cada aldea o ciudad había un grupo de personas que apoyaban al
gobierno. Varios escribas y fariseos estaban ligados al sistema y a la política
del gobierno. En los evangelios, los fariseos aparecen junto con los herodianos
(Mc 3,6; 8,15; 12,13), lo cual refleja la alianza que existía entre el poder
religioso y el poder civil. La vida de la gente en las aldeas de Galilea era
muy controlada, tanto por el gobierno como por la religión. Era necesario tener
mucho valor para comenzar algo nuevo, como hicieron Juan y Jesús. Era lo mismo
que atraer sobre sí la rabia de los privilegiados, tanto del poder religioso
como del poder civil, tanto a nivel local como estatal.
4) Para la reflexión
personal
• ¿Conoces casos de
personas que han muerto víctima de la corrupción y de la dominación de los
poderosos? Y aquí entre nosotros, en nuestra comunidad y en la iglesia, ¿hay
víctimas de desmando y de autoritarismo? Un ejemplo.
• Superstición, cobardía y
corrupción marcaban el ejercicio del poder de Herodes. Compara con el ejercicio
del poder religioso y civil hoy en los varios niveles tanto de la sociedad como
de la Iglesia.
5) Oración final
A ti me acojo, Señor,
¡nunca quede confundido!
¡Por tu justicia sálvame, líbrame,
préstame atención y sálvame! (Sal 71,1-2)
¡nunca quede confundido!
¡Por tu justicia sálvame, líbrame,
préstame atención y sálvame! (Sal 71,1-2)
Orden de los Carmelitas
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