¡Amor paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este XXVI Domingo del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio según San
Marcos 9,38-43.45.47-48.
Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a
uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es
de los nuestros". Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque
nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el
que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará
sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que
ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de
estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello
una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión
de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus
dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar
lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena. Y si tu
ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un
solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la
Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Comentario
Alguna vez le oí a Monseñor Oscar Urbina, actual
Arzobispo de Villavicencio, hablando de los grupos evangélicos que van invadiendo
nuestros barrios, la siguiente afirmación tomada de la Escritura: “(...) si
este asunto es cosa de los hombres, pasará; pero si es cosa de Dios, no podrán
ustedes vencerlos. Tengan cuidado, no se vayan a encontrar luchando contra
Dios” (Hechos de los Apóstoles 5, 38-39).
Los discípulos eran perseguidos por anunciar la
resurrección del Señor y las autoridades judías les habían prohibido
terminantemente que enseñaran nada sobre Jesús. Cuando les reclaman no haber
hecho caso a las órdenes emanadas de la Sinagoga, “Pedro y los demás apóstoles
contestaron: –Es nuestro deber obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios
de nuestros antepasados resucitó a Jesús, el mismo a quien ustedes mataron
colgándolo de la cruz. Dios lo ha levantado y lo ha puesto a su derecha y lo ha
hecho Guía y Salvador, para que la nación de Israel vuelva a Dios y reciba el
perdón de sus pecados. De esto somos testigos nosotros y también lo es el
Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen” (Hechos 5, 29-32).
La respuesta de los discípulos hizo que las
autoridades judías reaccionaran con fuerza: “Cuando oyeron esto, se
enfurecieron y quisieron matarlos. Pero entre aquellas autoridades había un
fariseo llamado Gamalilel, que era un maestro de la ley muy respetado por el
pueblo. Este se puso de pie y mandó que por un momento sacaran de allí a los
apóstoles. Luego dijo a las demás autoridades: –Israelitas, tengan cuidado con
lo que va a ha hacer con estos hombres. Recuerden que hace algún tiempo se
levantó Teudas, alegando ser un hombre importante, y unos cuatrocientos hombres
lo siguieron. Pero a este lo mataron, y sus seguidores se dispersaron, y allí
se acabó todo. Más tarde, en los días del censo, se levantó Judas, el de
Galilea, y logró que algunos lo siguieran; pero también lo mataron, y todos sus
seguidores se dispersaron. En este caso, yo les aconsejo que dejen a estos
hombres y que no se metan con ellos. Porque si este asunto es cosa de los
hombres, pasará; pero si es cosa de Dios, no podrán ustedes vencerlos. Tengan
cuidado, no se vayan a encontrar luchando contra Dios” (Hechos 5, 33-39).
Cuando Juan le dice a Jesús que han visto a uno que
expulsaba demonios en su nombre y se lo habían tratado de impedir “porque no es
de los nuestros”, Jesús le contestó: “–No se lo prohíban, porque nadie que haga
un milagro en mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está contra
nosotros, está a nuestro favor. Cualquiera que les dé a ustedes un vaso de agua
por ser ustedes de Cristo, les aseguro que tendrá su premio”. Esta afirmación
de Jesús, recogida en el evangelio según san Marcos, el más antiguo y el más
breve, que hemos venido leyendo este año, parece ir en contravía con aquella
otra, citada por Mateo y Lucas en sus evangelios, que dice: “El que no está a
mi favor, está en contra mía; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo
12, 30 y Lucas 11, 23). Esta frase aparece en el contexto de las acusaciones
que le hacen los fariseos a Jesús de hacer milagros con el poder de Belcebú, el
jefe de los demonios.
La frase de Marcos que nos presenta el evangelio de
hoy pone el énfasis en los que no están contra nosotros, que están a nuestro
favor... Mateo y Lucas insisten más en los que no están a nuestro favor, que
están en contra nuestra... Parece un trabalenguas, pero no lo es. Todo el que
hace el bien, aunque no lo haga en nombre nuestro, no está contra nosotros,
está a nuestro favor. Y los que están en contra nuestra, son los que no obran
el bien y, por tanto, no están a nuestro favor. Monseñor Urbina, siguiendo a
Gamaliel y, sobre todo, al buen Jesús, nos da una auténtica lección de
tolerancia, tan necesaria en estos días, cuando disentir y opinar distinto se
pueden convertir en algo peligroso.
Hermann
Rodríguez Osorio, S.J.
Sacerdote jesuita, Decano académico de
la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá