¡Amor y paz!
Ayer el interesado por
saber quién era Jesús fue Herodes. Hoy la pregunta se la hace Jesús mismo a los
suyos.
Primero, "¿quién dice
la gente que soy yo?". La respuesta es la misma de ayer: Elías, o Juan, o
un profeta. Pero en seguida Jesús les interpela directamente: "y vosotros,
¿quién decís que soy yo?". La respuesta viene, cómo no, de labios de
Pedro, el más decidido del grupo: "El Mesías de Dios".
Mesías es palabra hebrea.
En griego se dice Christós. En castellano, Ungido. Jesús es el Ungido de Dios,
o sea, aquél sobre quien Dios ha enviado su Espíritu, ungiéndole con su fuerza,
para que lleve a cabo una misión.
El breve diálogo termina
con el anuncio de su muerte y resurrección, aunque aquí Lucas no nos diga qué
clase de reacción hubo en los apóstoles ante este anuncio tan inesperado.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la XXV Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,18-22.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Comentario
Esta vez Jesús se da a sí
mismo el nombre de "Hijo del Hombre", que viene de aquella visión de
Daniel. Este profeta, delante del Anciano sentado en el trono, rodeado por
miríadas y miríadas de ángeles, vio venir "entre las nubes del cielo como
un Hijo de Hombre" (Dn 7, l 3), uno con apariencia de hombre, pero que
claramente supera esta condición, porque Dios le da todo poder e imperio para
siempre.
La pregunta se nos repite
periódicamente a nosotros, y no es superflua: ¿quién es Jesús para nosotros?
Claro que "sabemos" ya quién es Jesús. No sólo creemos en él como el
Hijo de Dios y Salvador de la humanidad, sino que le queremos seguir con
fidelidad en la vida de cada día.
Pero tenemos que refrescar
con frecuencia esta convicción, pensando si de veras nuestra vida está
orientada hacia él, si le aceptamos, no sólo en lo que tiene de maestro y
médico milagroso, sino también como el Mesías que va a la cruz, que es lo que
él añade a la confesión de Pedro. Esto último es lo que más les costaba a los
apóstoles aceptar en su seguimiento de Jesús, porque el mesianismo que ellos
tenían en la cabeza era más bien triunfalista y sociopolítico.
¿Quién es Jesús para mi
ahora, en esta etapa concreta de la vida que estoy viviendo?
Porque puede haber una
evolución -muchas voces saludable- en mi comprensión de la figura de Jesús. A
no ser que me haya hecho una imagen a mi medida, con selección de aspectos del
evangelio, en vez del Jesús auténtico, con la cruz incluida. Por ejemplo, el
Jesús con quien comulgamos en cada Eucaristía es el "Cuerpo entregado
por...": y debemos ir asimilando a lo largo de la jornada esa misma
actitud de entrega nuestra por los demás.
La pregunta puede
completarse en dirección a nuestro apostolado con los demás: en la catequesis,
en la predicación, en la reflexión teológica, ¿a qué Jesús anuncio yo? ¿al
Jesús del evangelio, o al que nos "gusta" porque lo presentamos más
cómodo y según la tendencia ideológica de turno? La Buena Noticia no nos la inventamos.
Nos viene de Cristo, consoladora y exigente al mismo tiempo.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 107-111
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 107-111
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