viernes, 6 de julio de 2012

«Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios»


¡Amor y paz!

Después de los tres milagros de los días pasados, el evangelio intercala esta escena de vocación apostólica que hoy leemos: la llamada de Mateo. Es el mismo a quien Marcos y Lucas llaman Leví. Y al que se atribuye uno de los cuatro evangelios, precisamente el que estamos leyendo esta temporada.

Es una vocación muy significativa. Jesús elige a un publicano, o sea, a un recaudador de impuestos al servicio de la potencia ocupante, Roma, y, como todos los publicanos, con muy mala fama entre el pueblo. Jesús le da un voto de confianza, sin pedirle confesiones públicas de conversión. Mateo le sigue inmediatamente, dejándolo todo, y le ofrece en su casa una buena comida a la que también invita a otros publicanos, con gran escándalo de los «buenos».

Será la ocasión para que Jesús pueda expresar su intención: «no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (José Aldazábal).

Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este viernes de la 13a. Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 9,9-13.
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". 
Comentario

¿Somos nosotros buenos discípulos de Jesús en esta actitud de tolerancia y de confianza con los demás? ¿Hubiéramos sido capaces de incorporar a un publicano al grupo de los apóstoles, si hubiera dependido de nosotros? ¿O nos vemos más bien retratados en los fariseos que murmuran, porque trata así a los pecadores?

La tentación de los buenos ha sido, en todos los tiempos, la de creerse ellos santos, superiores a los demás, y estar siempre prontos a la crítica y a la intransigencia.

¿Acogemos a los alejados y a los «pecadores», juzgándoles no por su fama, sino por la actitud de fe y riqueza espiritual que pueden tener a pesar de las apariencias? Jesús no sólo acogió a Mateo, sino que lo hizo su apóstol. Y Mateo respondió perfectamente.

¡Cuánto bien ha hecho ya, durante dos mil años, el evangelio que se le atribuye!

Tenemos que aprender a tener un corazón acogedor. Jesús fue fiel reflejo de Dios, que es amor, que es Padre «rico en misericordia». La misericordia es algo más que justicia. Es un amor condescendiente, comprensivo, dispuesto a perdonar, tolerante.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 105-108

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