¡Amor
y paz!
De
vuelta del territorio pagano de los gerasenos, en Cafarnaúm le presentan a
Jesús un paralítico. Mateo no recuerda, como Marcos, el detalle de que tuvieran
que descolgar la camilla desde el techo de la casa. Jesús no sólo le cura, sino
que le perdona los pecados, con gran escándalo de los letrados y «sabios» que
le escuchaban.
La
salvación que Cristo quiere para la humanidad es integral, de cuerpo y de
espíritu. El signo externo -la curación de la parálisis- es el símbolo de la
curación interior, la liberación del pecado. Como tantas otras veces en sus
milagros.
Después
de la tempestad calmada y de la curación de los endemoniados, que leíamos en
los dos días anteriores, hoy Jesús nos muestra su poder sobre el mal más
profundo: el pecado (José Aldazábal).
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves
de la 13ª. Semana del Tiempo Ordinario.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 9,1-8.
Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados". Algunos escribas pensaron: "Este hombre blasfema". Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate y camina'? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". El se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
Comentario
¿Cuántas
veces nos ha curado Cristo a nosotros, diciéndonos «ponte en pie y camina»?
Todos
sufrimos diversas clases de parálisis. Por eso nos gozamos de que nos alcance
una y otra vez la salvación de Jesús, a través de la mediación de la Iglesia.
Esta fuerza curativa de Jesús nos llega, por ejemplo, en la Eucaristía, porque
somos invitados a comulgar con «el que quita el pecado del mundo». Y, sobre todo,
en el sacramento de la Reconciliación, que Jesús encomendó a su Iglesia: «a los
que perdonareis los pecados les serán perdonados».
Jesús
nos quiere con salud plena. Con libertad exterior e interior. Con el equilibrio
y la alegría de los sanos de cuerpo y de espíritu. Ha venido de parte de Dios
precisamente a eso: a reconciliarnos, a anunciarnos el perdón y la vida divina.
Y ha encomendado a su Iglesia este mismo ministerio.
Esta
sí que es buena noticia. Como para dar gracias a Dios por su amor, y por habernos
concedido en su Hijo, y en la Iglesia de su Hijo, estos signos de su
misericordia. También nosotros, como la gente que presenció el milagro de Jesús
y su palabra de perdón, reaccionamos con admiración siempre nueva: «la gente
quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad».
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 101-104
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 101-104
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