¡Amor
y paz!
La
sección a la que pertenece el pasaje del evangelio hoy se abre con una serie de
tres episodios a la que pertenecen la curación de un paralítico (9, 2-8), la
llamada a Mateo (9, 9) y la comida con los pecadores (9, 9-13). Dicho capítulo
concluye también con tres episodios: la salvación de dos personajes femeninos
(9, 18-26), la curación de dos ciegos (9, 27-31) y la de un mudo (9, 32-34).
Entre ambos trípticos se coloca un texto sobre la novedad cristiana y sobre su
incompatibilidad con las instituciones religiosas judías que constituye la
enseñanza central de 9, 2-34 y desde el cual se deben interpretar los restantes
textos.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado
de la 13ª. Semana del Tiempo Ordinario.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Mateo 9,14-17.
Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!".
Comentario
El
ayuno sigue teniendo sentido para los cristianos. Es un buen medio de expresar
nuestra humildad y nuestra conversión a los valores esenciales, por encima de
los que nos propone la sociedad de consumo. Los judíos piadosos ayunaban dos
días a la semana (lunes y jueves). Los seguidores de Juan, también. El mismo
Jesús ayunó en el desierto. Y los cristianos seguirán haciéndolo, por ejemplo
en la Cuaresma, preparando la Pascua.
Pero
no es esto lo que aquí discute Jesús. Lo que él nos enseña es la actitud propia
de sus seguidores: la fiesta y la novedad radical.
Ya en
el sermón de la montaña nos decía que, cuando ayunemos, lo hagamos con cara
alegre, sin pregonar a todos nuestro esfuerzo ascético. Hoy se compara a sí
mismo con el novio y el esposo: los amigos del esposo están de fiesta. Los
cristianos no debemos vivir tristes, con miedo, como obligados, sino con una
actitud interna de alegría festiva. El cristianismo es, sobre todo, fiesta,
porque se basa en el amor de Dios, en la salvación que nos ofrece en Cristo
Jesús.
Israel
no supo hacer fiesta. Nosotros deberíamos ser de los que sí han reconocido a
Jesús como el Esposo que nos invita a su fiesta, por ejemplo, a la mesa
eucarística, en la que nos comunica su vida y su gracia.
Por
eso mismo, la vida en Cristo es vida de novedad radical. Creer en él y seguirle
no significa cambiar unos pequeños detalles, poner unos remiendos nuevos a un
traje viejo, ocultando sus rotos, o guardar el vino nuevo de la fe en los
mismos pellejos en los que guardábamos el vino viejo del pecado. Lo nuevo es
incompatible con lo viejo, nos viene a decir Jesús. Seguirle es cambiar el
vestido entero, más aun, cambiar la mentalidad, no sólo el vestido exterior. Es
tener un corazón nuevo. (¡Lo que les costó a Pedro y a los demás discípulos
cambiar la mentalidad religiosa y social que tenían antes de conocer a
Cristo!). Seguir a Cristo afecta a toda nuestra vida, no sólo a unas oraciones
o prácticas piadosas.
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 109-112
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 109-112
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