¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este viernes 29 del tiempo ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Ef 4,1-6):
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Salmo responsorial: 23
R/. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos
sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos.
Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
Versículo antes del Evangelio (Cf. Mt 11,25):
Aleluya. Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 12,54-59):
En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».
Comentario
Hoy, Jesús quiere que levantemos nuestra mirada hacia el
cielo. Esta mañana, después de tres días de lluvia persistente, el cielo ha
aparecido luminoso y claro en uno de los días más espléndidos de este otoño.
Vamos entendiendo en el tema de cambios de tiempo, ya que ahora los meteorólogos
son casi como de la familia. En cambio, nos cuesta más entender en qué tiempo
estamos o vivimos: «Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo
no exploráis, pues, este tiempo?» (Lc 12,56). Muchos de los que escuchaban a
Jesús dejaron perder una ocasión única en la historia de toda la Humanidad. No
vieron en Jesús al Hijo de Dios. No captaron el tiempo, la hora de la
salvación.
El Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et Spes (n. 4), actualiza
el Evangelio de hoy: «Pesa sobre la Iglesia el deber permanente de escrutar a
fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio (…). Es
necesario, por tanto, conocer y comprender el mundo en que vivimos y sus
esperanzas, sus aspiraciones, su modo de ser, frecuentemente dramático».
Cuando observamos la historia, no nos cuesta mucho señalar las ocasiones
perdidas por la Iglesia por no haber descubierto el momento entonces vivido.
Pero, Señor: ¿cuántas ocasiones no habremos perdido ahora por no descubrir los
signos de los tiempos o, lo que es lo mismo, por no vivir e iluminar la
problemática actual con la luz del Evangelio? «¿Por qué no juzgáis por vosotros
mismos lo que es justo?» (Lc 12,57), nos vuelve a recordar hoy Jesús.
No vivimos en un mundo de maldad, aunque también haya bastante. Dios no ha
abandonado su mundo. Como recordaba san Juan de la Cruz, habitamos en una
tierra en la que anduvo el mismo Dios y que Él llenó de hermosura. Santa Teresa
de Calcuta captó los signos de los tiempos, y el tiempo, nuestro tiempo, ha
entendido a santa Teresa de Calcuta. Que ella nos estimule. No dejemos de mirar
hacia lo alto sin perder de vista la tierra.
Rev. D. Frederic RÀFOLS i Vidal (Barcelona, España)
Evangeli.net
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