¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este martes 2 de Cuaresma, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Is 1,10.16-20):
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. «Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda. Venid entonces, y discutiremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, comeréis de los frutos de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, os devorará la espada. Ha hablado la boca del Señor».
Salmo responsorial: 49
R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus
holocaustos ante mí. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de
tus rebaños.
¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que
detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?
Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo
echaré en cara. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue
buen camino le haré ver la salvación de Dios».
Versículo antes del Evangelio (Ez 18,31):
Echad lejos de vosotros todas vuestras prevaricaciones, dice el Señor, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
Texto del Evangelio (Mt 23,1-12):
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus
discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y
los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su
conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las
espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus
obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las
filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los
banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las
plazas y que la gente les llame "Rabbí".
»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es
vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie
"Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el
del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Doctores", porque uno solo es
vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el
que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
Comentario
Hoy, con mayor razón, debemos trabajar por nuestra
salvación personal y comunitaria, como dice san Pablo, con respeto y seriedad,
pues «ahora es el día de la salvación» (2Cor 6,2). El tiempo cuaresmal es una
oportunidad sagrada dada por nuestro Padre para que, en una actitud de profunda
conversión, revitalicemos nuestros valores personales, reconozcamos nuestros
errores y nos arrepintamos de nuestros pecados, de modo que nuestra vida se
vaya transformando —por la acción del Espíritu Santo— en una vida más plena y
madura.
Para adecuar nuestra conducta a la del Señor Jesús es fundamental un gesto de
humildad, como dice el Papa Benedicto: «Que [yo] me reconozca como lo que soy,
una creatura frágil, hecha de tierra, destinada a la tierra, pero además hecha
a imagen de Dios y destinada a Él».
En la época de Jesús había muchos "modelos" que oraban y actuaban
para ser vistos, para ser reverenciados: pura fantasía, personajes de cartón,
que no podían estimular el crecimiento y la madurez de sus vecinos. Sus actitudes
y conductas no mostraban el camino que conduce a Dios: «No imitéis su conducta,
porque dicen y no hacen» (Mt 23,3).
La sociedad actual también nos presenta una infinidad de modelos de conducta
que abocan a una existencia vertiginosa, alocada, debilitando el sentido de
trascendencia. No dejemos que esos falsos referentes nos hagan perder de vista
al verdadero maestro: «Uno solo es vuestro Maestro; (…) uno solo es vuestro
Padre; (…) uno solo es vuestro Doctor: Cristo» (Mt 23,8.9.10).
Aprovechemos la cuaresma para fortalecer nuestras convicciones como discípulos
de Jesucristo. Tratemos de tener momentos sagrados de "desierto"
donde nos reencontremos con nosotros mismos y con el verdadero modelo y
maestro. Y frente a las situaciones concretas en las que muchas veces no
sabemos cómo reaccionar podríamos preguntarnos: ¿qué diría Jesús?, ¿cómo
actuaría Jesús?
Pbro. Gerardo GÓMEZ (Merlo, Buenos Aires, Argentina)
Evangeli. net
No hay comentarios:
Publicar un comentario