¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este
lunes de la 15ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Mateo
10,34 - 11,1
Lectio
Lunes, 13 Julio , 2020
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados,
para que puedan volver al buen camino!, concede a todos los cristianos rechazar
lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por
nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Mateo 10,34-11,1
« No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz,
sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su
madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual son los de su casa.
«El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama
a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y
me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el
que pierda su vida por mí, la encontrará «Quien a vosotros recibe, a mí me
recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado.
«Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.» Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
«Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.» Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
3) Reflexión
• En el mes de mayo del año pasado, la V Conferencia de los Obispos de
América Latina, que tuvo lugar en Aparecida del Norte, Brasil, elaboró un
documento muy importante sobre el tema: “Discípulos y Misioneros/as de
Jesucristo, para que en El nuestros pueblos tengan vida”. El Sermón de la
Misión del Capítulo 10 del Evangelio de San Mateo, que estamos meditando en
estos días, ofrece muchas luces para poder realizar la misión de discípulos y
misioneros de Jesucristo. El evangelio de hoy presenta la parte final de este
Sermón de la Misión.
• Mateo 10,34-36: No he venido a traer la paz, sino la espada. Jesús habla
siempre de paz (Mt 5,9; Mc 9,50; Lc 1,79; 10,5; 19,38; 24,36; Jn 14,27; 16,33;
20,21.26). Entonces cómo entender la frase del evangelio de hoy que parece
decir lo contrario: " No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No
he venido a traer paz, sino espada. ”? Esta afirmación no significa que Jesús
estuviera a favor de la división y de la espada. ¡No! Jesús no quiere la espada
(Jn 18,11) ni la división. Lo que el quiere es la unión de todos en la verdad
(cf. Jn 17,17-23). En aquel tiempo, el anuncio de la verdad que indicaba que
Jesús de Nazaret era el Mesías se volvió motivo de mucha división entre los
judíos. Dentro de la familia o comunidad, unos estaban a favor y otros
radicalmente en contra. En este sentido la Buena Nueva de Jesús era realmente
una fuerte división, una “señal de contradicción” (Lc 2,34) o, como decía
Jesús, él traía la espada. Así se entiende la otra advertencia: “Sí, he venido
a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su
suegra; y enemigos de cada cual son los de su casa.
Era lo que estaba aconteciendo, de hecho, en las familias y en las comunidades: mucha división, mucha discusión, como consecuencia del anuncio de la Buena Nueva entre los judíos de aquella época, unos aceptando, otros negando. Hasta hoy es así. Muchas veces, allí donde la Iglesia se renueva, el llamado de la Buena Nueva se vuelve una “señal de contradicción” y de división. Personas que durante años vivieron acomodadas en la rutina de su vida cristiana, no quieren ser incomodadas por las “innovaciones” del Vaticano II. Incomodadas por los cambios, usan toda su inteligencia para encontrar argumentos en defensa de sus opiniones y para condenar los cambios como contrarios a los que pensaban ser la verdadera fe.
Era lo que estaba aconteciendo, de hecho, en las familias y en las comunidades: mucha división, mucha discusión, como consecuencia del anuncio de la Buena Nueva entre los judíos de aquella época, unos aceptando, otros negando. Hasta hoy es así. Muchas veces, allí donde la Iglesia se renueva, el llamado de la Buena Nueva se vuelve una “señal de contradicción” y de división. Personas que durante años vivieron acomodadas en la rutina de su vida cristiana, no quieren ser incomodadas por las “innovaciones” del Vaticano II. Incomodadas por los cambios, usan toda su inteligencia para encontrar argumentos en defensa de sus opiniones y para condenar los cambios como contrarios a los que pensaban ser la verdadera fe.
• Mateo 10,37: Quien ama a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de
mí. Lucas presenta esta misma frase,
pero mucho más exigente. Dice literalmente: «Si alguno viene junto a mí y no
odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus
hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.” (Lc 14,26). ¿Cómo
combinar esta afirmación de Jesús con aquella otra en la que manda observar el
cuarto mandamiento: amar y honorar al padre y a la madre? (Mc 7,10-12; Mt
19,19). Dos observaciones: (a) El criterio básico en el que Jesús insiste es
éste: la Buena Nueva de Dios ha de ser el valor supremo de nuestra vida. No
puede haber en la vida un valor más alto. (b) La situación económica y social
en la época de Jesús era tal que las familias eran obligadas a encerrarse en sí
misma. No tenían condiciones para mantener las obligaciones de convivencia
comunitaria como, por ejemplo, el compartir, la hospitalidad, la comunión
alrededor de la mesa y la acogida a los excluidos. Ese repliegue individualista
sobre ellas mismas, causado por la coyuntura nacional e internacional,
provocaba las siguientes distorsiones:
(i) Imposibilitaba la vida en la comunidad.
(ii) Reducía el mandamiento “honora el padre y la madre” exclusivamente a la
pequeña familia nuclear y no alargaba a la gran familia de la comunidad.
(iii)
Impedía la manifestación plena de la Bondad de Dios, pues si Dios es
Padre/Madre, nosotros somos hermanos y hermanas unos de otros. Y esta verdad ha
de encontrar su expresión en la vida en comunidad. Una comunidad viva y
fraterna es el espejo del rostro de Dios. Convivencia humana sin comunidad es
como un espejo rajado que desfigura el rostro de Dios.
En este contexto, lo que
Jesús pide “odiar al padre y a la madre” significaba que los discípulos y las
discípulas debían superar la cerrazón individualista de la pequeña familia
sobre si misma y alargarla a la dimensión de la comunidad. Jesús mismo practicó
lo que enseñó a los otros. Su familia quería llamarlo para que volviera, y así
la familia se encerraba en sí misma. Cuando le dijeron: “Mira, tu madre y tus
hermanos están fuera y te buscan”, él respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes
son mis hermanos?. Y mirando a las personas a su alrededor dice: “Aquí están mi
madre y mis hermanos. Quien hace la voluntad de Dios, éste es mi hermano, mi
hermana y mi madre (Mc 3,32-35). ¡Alargó la familia! Y éste era y sigue siendo
hasta hoy el único camino para que la pequeña familia pueda conservar y
transmitir los valores en los que cree.
• Mateo 10,38-39: Las exigencias de la misión de los discípulos. En estos dos
versículos, Jesús da dos consejos importantes y exigentes: (a) Tomar la cruz y
seguir a Jesús: Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. Para
percibir todo el alcance de este primer consejo, es conveniente tener presente
el testimonio de San Pablo: “Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para
el mundo.” (Gal 6,14). Cargar la cruz supone, hasta hoy, la ruptura radical con
el sistema inicuo vigente en el mundo. (b) Tener el valor de dar la vida: El
que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la
encontrará. Sólo se siente realizado en la vida aquel que fue y es capaz de
darse enteramente a los demás. Pierde la vida aquel que quiere conservarla sólo
para sí. Este segundo consejo es la confirmación de la experiencia humana más
profunda: la fuente de vida está en el don de la propia vida. Dando se recibe.
Si el grano de trigo no muere, ..… (Jn 12,24).
• Mateo 10,40: La identificación del discípulo con Jesús y con el propio Dios.
Esta experiencia tan humana de don y de entrega recibe aquí una aclaración, una
profundización. “Quien os recibe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe,
recibe a aquel que me ha enviado”. En el don total de sí el discípulo se
identifica con Jesús; allí se realiza su encuentro con Dios, y allí Dios se
deja encontrar por aquel que le busca.
• Mateo 10,41-42: La recompensa del profeta, del justo y del discípulo. Para
concluir el Sermón de la Misión sigue una frase sobre la recompensa:
"Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta
recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo
recibirá.
«Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos
pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.» En esta frase existe una secuencia muy significativa: al profeta se le reconoce
por su misión como enviado de Dios. El justo es reconocido por su
comportamiento, por su manera perfecta de observar la ley de Dios. El discípulo
no es reconocido por ninguna calidad o misión especial, sino sencillamente por
su condición social de gente pequeña. El Reino no está hecho de cosas grandes.
Es como un edificio muy grande que se construye con ladrillos pequeños. Quien
desprecia al ladrillo, nunca tendrá el edificio. Hasta un vaso de agua sirve de
ladrillo en la construcción del Reino.
• Mateo 11,1: El final del Sermón de la Misión. Fin del Sermón de la Misión. Y
sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos,
partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
Ahora Jesús se va para practicar aquello que enseñó. Y es lo que veremos en los próximos días meditando los capítulos 11 y 12 del evangelio de Mateo.
Ahora Jesús se va para practicar aquello que enseñó. Y es lo que veremos en los próximos días meditando los capítulos 11 y 12 del evangelio de Mateo.
4) Para la reflexión personal
• Perder la vida para poderla ganar. ¿Has tenido alguna experiencia de
sentirte recompensado/a por una entrega gratuita de ti a los demás?
• Aquel que os recibe a vosotros a mí me recibe, y aquel que me recibe a mí,
recibe a aquel que me ha enviado. Detente y piensa en lo que Jesús dice aquí:
él y Dios mismo se identifican contigo.
5) Oración final
Señor, dichosos los que moran en tu casa
y pueden alabarte siempre;
dichoso el que saca de ti fuerzas
cuando piensa en las subidas. (Sal 84,5-6)
y pueden alabarte siempre;
dichoso el que saca de ti fuerzas
cuando piensa en las subidas. (Sal 84,5-6)
Orden de los Carmelitas
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