¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este lunes de la 9ª semana del Tiempo Ordinario,
ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio
Divina: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre la Iglesia
Lectio
Lunes,
1 de junio de 2020
Tiempo
ordinario
1) Oración inicial
Padre,
muéstranos la sabiduría y el amor
que has revelado en tu Hijo.
Ayúdanos a ser
en palabras y en obras como él,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo.
Por los siglos de los siglos. Amén.
muéstranos la sabiduría y el amor
que has revelado en tu Hijo.
Ayúdanos a ser
en palabras y en obras como él,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo.
Por los siglos de los siglos. Amén.
2) Lectura
Del
Evangelio según Juan (19, 25-34)
Junto
a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de
Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo
a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al
discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió
en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para
que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.» Había allí una vasija llena
de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se
la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está
cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu. Los judíos, como era el
día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado -
porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas
y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero
y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya
muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó
el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua.
3) Reflexión
•
Jn 19,25-29: María, la mujer fuerte que comprende plenamente el sentido
de este acontecimiento, nos ayudará a contemplar al crucificado. El cuarto
Evangelio específica que estos discípulos estaban «Junto a la cruz” (Jn
19,25-26). Este relato tiene un significado profundo y, solo lo encontramos en
el evangelio de Juan, cinco personas estaban junto a la cruz. Los evangelios
sinópticos no lo mencionan. Por ejemplo, Lucas narra que todos sus conocidos se
mantenían a distancia (Lc 23,49). Mateo, por su parte, comenta que muchas
mujeres miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea
para servirle (Mt 2,55-56). Al igual que Mateo, Marcos nos menciona los nombres
de aquellos que observaban la muerte de Jesús desde lejos (Mc 15,40-41). Así
que solo el cuarto Evangelio dice que la madre de Jesús, otras mujeres y el
discípulo amado estaban «junto a la cruz». Se quedaron allí como sirvientes
ante su rey.
•
Jn 19,30-34: Están allí, como unos valientes, en el momento en el que Jesús
declara que «todo está cumplido» (Jn 19,30). La madre de Jesús está presente en
la hora, que finalmente «ha llegado». La hora anunciada en la boda en Caná (Jn
2,1ss). El cuarto Evangelio subraya que en la boda «estaba la madre de Jesús»
(Jn 2,1). La otra persona que permanece fiel al Señor hasta el momento de su
muerte, es el discípulo amado. El evangelista no menciona el nombre del
discípulo amado, para que cada uno de nosotros pueda reflejarse en aquel que
conoció los misterios del Señor, que puso su cabeza sobre el pecho de Jesús
durante la última cena (Jn 13,25). La madre que está al pie de la cruz
(cfr. Jn19,25) acepta el testamento de amor de su Hijo y acoge a todos en la
persona del discípulo amado como hijos e hijas que renacerán a la vida eterna.
•
Jesús es un sujeto activo en el momento de su muerte, no permite ser asesinado
como a los ladrones que les quebraron las piernas (Jn 19,31-33), él da
libremente su vida, «entregó el espíritu» (Jn 19,30). Los detalles que nos
narra el evangelista son muy importantes: viendo a su madre y junto a ella el
discípulo a quien amaba, Jesús le dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu
hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26-27). Estas
simples palabras de Jesús es una revelación, son palabras que nos revelan su
voluntad: «ahí tienes a tu hijo» (v. 26); «ahí tienes a tu madre» (v.27). Estas
palabras también recuerdan las pronunciadas por Pilato en el pretorio: «Aquí
tenéis al hombre» (Jn 19,5). Con estas palabras, Jesús en la cruz, que es su
trono, revela su voluntad y su amor por nosotros. Él es el cordero de Dios, el
pastor que da la vida por el rebaño. En ese momento, desde la cruz, Jesús hace
nacer a la Iglesia, representada por María, María de Clopás y María Magdalena,
junto con el discípulo amado (Jn 19,25).
4) Para la reflexión personal
•
¿De qué modo María me propone un modelo de generosidad, de discipulado y de
amor? ¿Cuál de estos he practicado en la vida?
•
María es ejemplo de humildad y de obediencia; pero también ella es nuestra guía
como en Caná. ¿Cómo guío a los demás, porque camino los llevo? ¿Soy humilde y
obediente?
5) Oración final
La
ley del Señor es perfecta,
hace revivir;
el dictamen del Señor es veraz,
instruye al ingenuo. (Sal 19,8)
hace revivir;
el dictamen del Señor es veraz,
instruye al ingenuo. (Sal 19,8)
Orden de los Carmelitas
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