¡Amor
y paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio
divina, en este viernes de la 4ª semana del Tiempo Ordinario, ciclo A.
Dios
nos bendice...
Lectio
Divina: Marcos 6,14-29
Lectio
Viernes,
7 de febrero de 2020
1)
Oración inicial
¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un
mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus
promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones
estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.
2)
Lectura del Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 14-29
En aquel tiempo como la fama de Jesús se había extendido,
el rey Herodes oyó hablar de Él: unos decían: «Juan el Bautista ha resucitado
de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas». Otros decían:
«Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas». Al enterarse
Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado». Es que
Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la
cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes
se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la
mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le
protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó
el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus
magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la
misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey,
entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y
preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el
Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y
de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de
traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza
en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron
sepultura.
3)
Reflexión
• Hoy conmemoramos el martirio de San Juan Bautista. El
evangelio describe cómo murió el Bautista, sin proceso, durante un banquete, víctima
de la prepotencia y de la corrupción de Herodes y de su corte.
• Marcos 6,14-20. La causa de la prisión y del
asesinato de Juan. Herodes era un empleado del imperio romano. Quien
mandaba en Palestina, desde el año 63 antes de Cristo, era César, el imperador
de Roma. Herodes, para no ser depuesto, trataba de agradar a Roma en todo.
Insistía sobre todo en una administración eficiente que diera lucro al Imperio
y a él mismo. La preocupación de Herodes era su propia promoción y seguridad.
Por esto, reprimía cualquier tipo de subversión. A él le gustaba ser llamado
bienhechor del pueblo, pero en realidad era un tirano (cf. Lc 22,25). Flavio
José, un escritor de aquel época, informa que el motivo de la prisión de Juan
Bautista era el miedo que Herodes tenía a un levantamiento popular. La denuncia
de Juan Bautista contra la moral depravada de Herodes (Mc 6,18), fue la gota
que hizo desbordar el vaso, y Juan fue llevado a la cárcel.
• Marcos 6,21-29: La trama del asesinado. Aniversario
y banquete de fiesta, con danzas y orgías. Era un ambiente en que los poderosos
del reino se reunían y en el cual se hacían las alianzas. La fiesta contaba con
una presencia “de los grandes de la corte y de las personas importantes de
Galilea”. En este ambiente se trama el asunto de Juan Bautista. Juan, el
profeta, era una denuncia viva de ese sistema corrompido. Por eso fue eliminado
bajo pretexto de un problema de venganza personal. Todo esto revela la
debilidad moral de Herodes. Tanto poder acumulado en mano de un hombre sin control
de sí. En el entusiasmo de la fiesta y del vino, Herodes hizo un juramento
liviano a una joven bailarina. Supersticioso como era, pensaba que tenía que
mantener el juramento. Para Herodes, la vida de los súbditos no valía nada.
Disponía de ellos como de la posición de las sillas en su sala. Marcos cuenta
el hecho tal y cual y deja a las comunidades y a nosotros la tarea de sacar
conclusiones.
• Pero entre líneas, el evangelio de hoy trae muchas
informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivió y sobre la manera en qué era
ejercido el poder por los poderosos de la época. Galilea, tierra de Jesús, era
gobernada por Herodes Antipas, hijo del rey Herodes, el Grande, desde el 4
antes de Cristo hasta el 39 después de Cristo. En todo ¡43 años! Durante todo
el tiempo en que Jesús vivió, no hubo mudanza en el gobierno en Galilea.
Herodes era dueño absoluto de todo, no daba cuenta a nadie, hacía lo que le
pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética, poder absoluto, sin control
por parte de la gente!
• Herodes construyó una nueva capital, llamada
Tiberíades. Sefforis, la antigua capital, había sido destruida por
los romanos en represalia por un levantamiento popular. Esto aconteció cuando
Jesús tenía quizás siete años. Tiberíades, la nueva capital, fue
inaugurada trece años más tarde, cuando Jesús tenía 20 años. Era llamada así
para agradar a Tiberio, el emperador de Roma. Tiberíades era
un lugar extraño en Galiela. Allí vivían el rey, “los grandes, los generales y
los magnates de Galilea” (Mc 6,21). Allá moraban los dueños de las tierras, los
soldados, los policías, los jueces muchas veces insensibles (Lc 18,1-4). Hacia
allí se llevaban los impuestos y el producto de la gente. Era allí donde
Herodes hacia sus orgías de muerte (Mc 6,21-29). No consta en los evangelios
que Jesús hubiese entrado en la ciudad.
A lo largo de aquellos 43 años de gobierno de Herodes, se
crio toda una clase de funcionarios fieles al proyecto del rey: escribas,
comerciantes, dueños de tierras, fiscales del mercado, publicanos y recaudadores
de impuestos, promotores, jefes locales. La mayor parte de este personal moraba
en la capital, gozando de los privilegios que Herodes ofrecía, por ejemplo,
exención de impuestos. La otra parte vivía en las aldeas. En cada aldea o
ciudad había un grupo de personas que apoyaban al gobierno. Varios escribas y
fariseos estaban ligados al sistema y a la política del gobierno. En los
evangelios, los fariseos aparecen junto con los herodianos (Mc 3,6; 8,15;
12,13), lo cual refleja la alianza que existía entre el poder religioso y el
poder civil. La vida de la gente en las aldeas de Galilea era muy controlada,
tanto por el gobierno como por la religión. Era necesario tener mucho valor
para comenzar algo nuevo, como hicieron Juan y Jesús. Era lo mismo que atraer sobre
sí la rabia de los privilegiados, tanto del poder religioso como del poder
civil, tanto a nivel local como estatal.
4)
Para la reflexión personal
• ¿Conoces casos de personas que han muerto víctima de la
corrupción y de la dominación de los poderosos? Y aquí entre nosotros, en
nuestra comunidad y en la iglesia, ¿hay víctimas de desmando y de
autoritarismo? Un ejemplo.
• Superstición, cobardía y corrupción marcaban el
ejercicio del poder de Herodes. Compara con el ejercicio del poder religioso y
civil hoy en los varios niveles tanto de la sociedad como de la Iglesia.
5)
Oración final
A ti me acojo, Señor,
¡nunca quede confundido!
¡Por tu justicia sálvame, líbrame,
préstame atención y sálvame! (Sal 71,1-2)
¡nunca quede confundido!
¡Por tu justicia sálvame, líbrame,
préstame atención y sálvame! (Sal 71,1-2)
Orden de los Carmelitas
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