¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este sábado de la IV semana del Tiempo Ordinario,
ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Marcos
6,30-34
Lectio
Sábado, 8 de febrero de 2020
1) Oración
Señor: concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se
extienda, también, a todos los hombres. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según Marcos 6,30-34
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
3) Reflexión
• ¡El evangelio de hoy está en vivo contraste con el de ayer! De un
lado, el banquete de la muerte, promovido por Herodes con los grandes del reino
en el palacio de la Capital, durante el cual Juan Bautista fue asesinado, (Mc
6,17-29). Por el otro lado, el banquete de vida, promovido por Jesús con el
pueblo hambriento de Galilea allí en el desierto (Mc 6,30-44). El evangelio de
hoy nos trae la introducción a la multiplicación de los panes y describe la
enseñanza de Jesús.
• Marcos 6,30-32. La acogida dada a los discípulos. “Los apóstoles se
reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían
enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar
solitario, para descansar un poco" Estos versículos nos muestran como
Jesús formaba a sus discípulos. No se preocupaba sólo del contenido de la
predicación, sino que también del descanso. Los llevó a un lugar tranquilo para
poder descansar y hacer una revisión.
• Marcos 6,33-34. La acogida a la gente. La gente percibió que Jesús
había ido por el otro lado del lago, y se fue detrás procurando alcanzarle,
andando por tierra, hasta el otro lado. “Y al desembarcar, vio mucha gente,
sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se
puso a enseñarles muchas cosas”. Al ver aquella multitud, Jesús sintió dolor,
“pues estaban como ovejas sin pastor”. El olvida el descanso y se pone a
enseñar. Al percibir a la gente como oveja sin pastor, Jesús empieza a ser
pastor. Empieza a enseñar. Como dice el Salmo “¡El Señor es mi pastor! ¡Nada me
falta¡ Fortalece mi alma; me guía por el recto sendero por amor de su Nombre.
Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo;
tu bastón y tu vara me confortan. Tu preparas ante mi una mesa, frente a mis
adversarios” (Sal 23,1.3-5). Jesús quería descansar junto con los discípulos,
pero la necesidad de la gente lo lleva a dejar de lado el descanso. Algo
semejante aconteció cuando se encontró con la samaritana. Los discípulos fueron
a buscar comida. Al volver, dijeron a Jesús: “Maestro, ¡come algo!” (Jn 4,31),
pero él respondió: “Tengo un alimento que ustedes no conocen” (Jn 4,32). El
deseo de atender la necesidad de la gente samaritana le lleva a no pensar en el
hambre. “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su
obra” (Jn 4,34). En primer lugar atiende a la gente que lo busca. La comida
viene después.
• Y se puso a enseñarles muchas cosas. El evangelio de Marcos dice
muchas veces que Jesús enseñaba. La gente quedaba impresionada: “¡Una nueva
enseñanza! ¡Dada con autoridad! ¡Diversa de los escribas!” (Mc 1,22.27).
Enseñar era lo que Jesús más hacía (Mc 2,13; 4,1-2; 6,34). Era su costumbre (Mc
10,1). Más de quince veces Marcos dice que Jesús enseñaba, pero raramente dice
lo que enseñaba. ¿Es que a Marcos no le interesa el contenido? ¡Depende de a
qué se le llama contenido! Enseñar no es sólo una cuestión de enseñar nuevas
verdades a la gente. El contenido que Jesús tenía para dar no se manifestaba
sólo en las palabras, sino también en los gestos y en su manera de relacionarse
con la gente. El contenido no está nunca desligado de la persona que lo
comunica. Jesús era una persona acogedora (Mc 6,34). Quería mucho a la gente.
La bondad y el amor que se desprendían de sus palabras formaban parte del
contenido. Contenido bueno sin bondad es como leche derramada. Esta nueva
manera de enseñar de Jesús se manifestaba de muchas maneras. Jesús acepta a sus
discípulos no solamente a hombres, sino también a mujeres. Enseña no sólo en la
sinagoga, sino en cualquier lugar donde hubiera gente dispuesta a escucharle:
en la sinagoga, en casa, en la playa, en el monte, en la llanura, por el
camino, en el barco, en el desierto. No crea una relación de alumno-profesor,
sino de discípulo a maestro. El profesor da clases y el alumno está con él
durante ese tiempo. El maestro da testimonio y el discípulo vive con él muchas
horas al día. ¡Es más difícil ser maestro que profesor! Nosotros no somos
alumnos de Jesús, ¡somos discípulos y discípulas! La enseñanza de Jesús era una
comunicación que desbordaba de la abundancia de su corazón en las formas más
variadas: como conversación que trata de esclarecer los hechos (Mc 9,9-13),
como comparación que hace que la gente piense y participe (Mc 4,33), como
explicación de lo que el mismo hacía (Mc 7,17-23), como discusión que no huye
de lo que es polémico (Mc 2,6-12), como crítica que denuncia lo que es falso y
equivocado (Mc 12,38-40). Era siempre un testimonio de lo que él mismo vivía,
¡una expresión de su amor! (Mt 11,28-30).
4) Para la reflexión personal
• ¿Qué haces tu cuando debes enseñar a los otros algo de la fe y de la
religión? ¿Imita a Jesús?
• Jesús se preocupa no sólo del contenido, sino también del descanso.
¿Cómo fue la enseñanza de religión que recibiste en tu infancia? Los/las
catequistas ¿imitaban a Jesús?
5) Oración final
¿Cómo purificará el joven su conducta?
Observando la palabra del Señor.
Te busco de todo corazón,
no me desvíes de tus mandatos. (Sal 119,9-10)
Observando la palabra del Señor.
Te busco de todo corazón,
no me desvíes de tus mandatos. (Sal 119,9-10)
Orden de los Carmelitas
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