¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves de la segunda semana de Adviento,
en que celebramos la fiesta de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, patrona de América Latina.
Dios nos bendice...
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada».
Palabra
de Dios
Comentario
1.2 Los hechos que
hemos escuchado sobre las apariciones de la Virgen en el Tepeyac tienen ese
tinte maravilloso. No como ostentación sino como esplendor. Algo como lo que
sucedió el día en que Moisés vio una zarza que ardía sin consumirse (Éx 3).
Aquel portento atrajo su atención, es decir, lo asombró, y de aquel asombro
partió un diálogo, una alianza, un camino, una liberación.
El Dios admirable es
el Dios esplendoroso; el Dios maravilloso es el que nos rebasa y levanta
nuestra atención como un modo de indicar que puede también levantar nuestra
vida.
2. Un templo para
María
2.1 Se quejan los
cristianos no católicos y suelen criticar con fuerza el origen celestial de
aquellas apariciones a San Juan Diego, y piensan encontrar un argumento
irrebatible en aquello que cuenta la historia: ¿cómo es eso de un templo para
María? ¿No se supone que los templos, si es que hay que hacerlos, han de
construirse sólo para Dios? No nos apresuremos a contestar; no seamos agresivos
con quienes están en desacuerdo con nosotros, incluso si manifiestan este desacuerdo
de mala manera. Simplemente dejemos que hablen los hechos.
2.2 He aquí las
palabras que la historia recoge como dichas por María a Juan Diego: "Mucho
quiero que se me construya una casita para mostrar a mi hijo y para darlo a
todos los hombres que me invoquen". Pregunta: ¿es esta una casa para
adorar a María como si fuera una diosa? Respuesta: Ella misma dice para que es
esa "casita", ese templo, al que llama suyo. El propósito es sólo
uno: "mostrar a mi hijo". Un predicador que quiere hacer oír la
palabra de Dios pide un micrófono; María, que quiere mostrarnos las benditas
gracias y admirables enseñanzas de su Hijo, pide una casa. Ella es una mujer de
casa y quiere recibirnos como en su casa para entregarnos sus tesoros.
2.3 Es razonable,
pues, el celo de quienes se preocupan que descuidemos nuestra mirada de Dios
por quedarnos con una creatura; pero este celo por la gloria divina tiene mucho
que agradecer y poco que temer en el caso del Tepeyac: todo allí habla de mirar
hacia Jesús. La Casa es porque la Señora quiere "darnos a su hijo".
¿Habrá señal más grande del origen celeste de estos hechos tan cargados de
sencillez como de ternura?
3. Guadalupe y la
Eucaristía
3.1 María quiere
darnos a su Hijo; el Hijo quiere darse a sí mismo. Guadalupe y la Eucaristía
son dos misterios inseparables. La voluntad de la Señora brota de la voluntad
del Señor, y ambas voluntades admirablemente unidas se vuelven una sola ofrenda
en el altar, especialmente cuando el sacerdote dice: "Por Cristo, con Él y
en Él...".
3.2 Guadalupe es una
escuela de evangelización y, a la vez, una escuela de adoración. Un lugar para
admirar, agradecer y celebrar, así como un camino para aprender a proclamar,
profesar y predicar el misterio de Cristo, Hijo del Dios "por quien se vive",
como dijo la Santa Virgen María, que tanto amó a América, desde el prólogo
mismo de nuestra historia cristiana.
http://fraynelson.com/homilias.html.
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