¡Amor y paz!
Los invito, hermanos,
a leer y meditar el Evangelio, en este lunes de la 7a semana de Pascua, Ciclo
C.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Juan 16,29-33
Lectio
Lunes, 3 junio, 2019
Tiempo de Pascua
1) Oración inicial
Derrama, Señor, sobre
nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir fielmente tu
voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del
santo Evangelio según Juan 16,29-33
Le dicen sus
discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos
ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos
que has salido de Dios.» Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega
la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me
dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho
estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero
¡ánimo!: yo he vencido al mundo.»
3) Reflexión
• El contexto del
evangelio de hoy sigue siendo el ambiente de la Ultima Cena, ambiente de
convivencia y de despedida, de tristeza y de expectativa, en el cual se refleja
la situación de las comunidades de Asia Menor de finales del primer siglo. Para
poder entender bien los evangelios, no podemos nunca olvidar que no relatan las
palabras de Jesús como si fuesen grabadas en un CD para transmitirlas
literalmente. Los evangelios son escritos pastorales que procuran encarnar y
actualizar las palabras de Jesús en las nuevas situaciones en que se
encontraban las comunidades en la segunda mitad del siglo primero en Galilea
(Mateo), en Grecia (Lucas), en Italia (Marcos) y en Asia Menor (Juan). En el
Evangelio de Juan, las palabras y las preguntas de los discípulos no son sólo
de los discípulos, sino que en ellas afloran también las preguntas y los
problemas de las comunidades. Son espejos, en los que las comunidades, tanto
las de aquel tiempo como las de hoy, se reconocen con sus tristezas y
angustias, con sus alegrías y esperanzas. Encuentran luz y fuerza en las
respuestas de Jesús.
• Juan 16,29-30: Ahora
estás hablando claramente. Jesús había dicho a los discípulos: pues el Padre
mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios. Salí del
Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre (Jn 16,27-28).
Al oír esta afirmación de Jesús, los discípulos responden: Ahora sí que hablas
claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no
necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. Los
discípulos pensaban que lo entendían todo. Sí, realmente, ellos captaron una
luz verdadera para aclarar sus problemas. Pero era una luz aún muy pequeña.
Captaron la semilla, pero de momento no conocían el árbol. La luz o la semilla
era una intuición básica de la fe: Jesús es para nosotros la revelación de Dios
como Padre: Por esto creemos que has salido de Dios. Pero esto no era que el
comienzo, la semilla. Jesús mismo, era y sigue siendo una gran parábola o
revelación de Dios para nosotros. En él Dios llega hasta nosotros y se nos
revela. Pero Dios no cabe en nuestros esquemas. Supera todo, desarma nuestros
esquemas y nos trae sorpresas inesperadas que, a veces, son muy dolorosas.
• Juan 16,31-32: Me
dejaréis solo, pero yo no estoy solo. El Padre está conmigo. Jesús pregunta:
"¿Ahora creéis? El conoce a sus discípulos. Sabe que falta mucho para la
comprensión total del misterio de Dios y de la Buena Nueva de Dios. Sabe que, a
pesar de la buena voluntad y a pesar de la luz que acabaron de recibir en aquel
momento, ellos tenían que enfrentarse todavía con la sorpresa inesperada y
dolorosa de la Pasión y de la Muerte de Jesús. La pequeña luz que captaron no
bastaba para vencer la oscuridad de la crisis: Mirad que llega la hora (y ha
llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis
solo. Pero yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Esta es la fuente de
la certeza de Jesús y, a través de Jesús, ésta es y será la fuente de la
certeza de todos nosotros: El Padre está conmigo. Cuando Moisés fue enviado
para la misión a liberar al pueblo de la opresión de Egipto, recibió esta
certeza: “¡Va! Yo estoy contigo” (Ex 3,12). La certeza de la presencia libertadora
de Dios está expresada en el nombre que Dios asumió en la hora de iniciar el
Éxodo y liberar a su pueblo: JHWH, Dios con nosotros: Este es mi nombre para
siempre (Ex 3,15). Nombre que está presente más de seis mil veces solo en el
Antiguo Testamento.
• Juan 16,33: ¡Animo!
Yo he vencido al mundo. Y viene ahora la última frase de Jesús que anticipa la
victoria y que será fuente de paz y de resistencia tanto para los discípulos de
aquel tiempo como para todos nosotros, hasta hoy: Os he dicho estas cosas para
que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he
vencido al mundo. “Con su sacrificio por amor, Jesús vence al mundo y a
Satanás. Sus discípulos están llamados a participar en la lucha y en la
victoria. Sentir el ánimo que él infunde es ya ganar la batalla.” (L.A.Schokel)
4) Para la reflexión
personal
• Una pequeña luz
ayudó a los discípulos a dar un paso, pero no iluminó todo el camino. ¿Has
tenido una experiencia así en tu vida?
•
¡Animo! ¡Yo he vencido al mundo! Esta frase de Jesús ¿te ha ayudado alguna vez
en tu vida?
5) Oración final
Guárdame, oh Dios, que
en ti me refugio.
Digo al Señor: «Tú eres mi Señor,
mi bien, nada hay
fuera de Ti».
El Señor es la parte de mi herencia y de mi copa,
tú aseguras mi suerte.
(Sal 16,1-2,5)
Orden
de los Carmelitas
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