¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este martes de la
34ª semana del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
21,5-11
Lectio:
Martes, 27 noviembre, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Mueve, Señor, los
corazones de tus hijos, para que, correspondiendo generosamente a tu gracia,
reciban con mayor abundancia la ayuda de tu bondad. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas
21,5-11
Como algunos hablaban del
Templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo:
«De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no
sea derruida.» Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la
señal de que todas estas cosas están para ocurrir?» Él dijo: «Mirad, no os
dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: `Yo soy'
y `el tiempo está cerca'. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y
revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas
cosas, pero el fin no es inmediato.» Entonces les dijo: «Se levantará nación
contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en
diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo.
3) Reflexión
• En el evangelio de hoy
empieza el último discurso de Jesús, llamado Discurso Apocalíptico. Es un largo
discurso, que será el asunto de los evangelios de los próximos días hasta el
final de esta última semana del año litúrgico. Para nosotros del Siglo XXI, el
lenguaje apocalíptico es extraño y confuso. Pero para la gente pobre y
perseguida de las comunidades cristianas de aquel tiempo era la manera que
todos entendían y cuyo objetivo principal era animar la fe y la esperanza de
los pobres y oprimidos. El lenguaje apocalíptico es fruto del testimonio de fe
de estos pobres que, a pesar de las persecuciones y a pesar de lo que veían,
seguían creyendo en que Dios estaba con ellos y que seguían siendo el Señor de
la historia.
• Lucas 21,5-7:
Introducción al Discurso Apocalíptico. En los días anteriores al Discurso
Apocalíptico, Jesús había roto con el Templo (Lc 19,45-48), con los sacerdotes
y con los ancianos (Lc 20,1-26), con los saduceos (Lc 20,27-40), con los
escribas que explotaban a las viudas (Lc 20,41-47) y al final vemos en el
evangelio de ayer que teje el elogio de la viuda que dio en limosna todo
aquello que poseía (Lc 21,1-4). Ahora, en el evangelio de hoy, al oír como
“algunas personas hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas
piedras y ofrendas votivas”, Jesús responde anunciando la destrucción total del
Templo:
"De esto que veis,
llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida."
Al oír este comentario de Jesús, los discípulos preguntan: "Maestro,
¿cuándo sucederá esto? ¿Y cuál será la señal de que todas estas cosas están
para ocurrir?" Ellos quieren más información. El Discurso Apocalíptico que
sigue es la respuesta de Jesús a esta pregunta de los discípulos sobre el
cuándo y el cómo de la destrucción del Templo. El evangelio de Marcos informa
lo siguiente sobre el contexto en que Jesús pronunció este discurso. Dice que
Jesús había salido de la ciudad y estaba sentado en el Monte de los Olivares
(Mc 13,2-4). Allí, desde lo alto del Monte, tenía una vista majestuosa del
Templo.
Marcos nos dice que eran
sólo cuatro los discípulos que fueron a escuchar el último discurso. Al
comienzo de su predicación, tres años antes, allí en Galilea, las multitudes
iban detrás de Jesús para escuchar sus palabras. Ahora, en el último discurso,
hay apenas cuatro oyentes: Pedro, Santiago, Juan y Andrea (Mc 13,3).
¡Eficiencia y buen resultado no siempre se miden por la cantidad!
• Lucas 21,8: Objetivo del
discurso: "¡Mirad, no os dejéis engañar!" Los
discípulos habían preguntado: "Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será
la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?” Jesús empieza su
respuesta con una advertencia: "Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán
muchos usurpando mi nombre y diciendo: `Yo soy' y `el tiempo está cerca'. No
les sigáis”. En época de mudanzas y de confusión siempre aparecen personas que
quieren sacar provecho de la situación engañando a los demás. Esto acontece hoy
y estaba ocurriendo en los años 80, época en que Lucas escribe su evangelio.
Ante los desastres y guerras de aquellos años,
ante la destrucción de Jerusalén del año 70 y ante la destrucción de la
persecución de los cristianos por el imperio romano, muchos pensaban que el fin
de los tiempos estuviera llegando. Y hasta había gente que decía: “Dios ya no
controla los hechos. ¡Estamos perdidos!” Por esto, la preocupación principal de
los discursos apocalípticos es siempre la misma: ayudar a las comunidades a
discernir mejor los signos de los tiempos para no dejarse engañar por las
conversaciones de la gente sobre el fin del mundo: "Mirad, ¡no os dejéis
engañar!". Luego viene el discurso que ofrece señales para ayudarlos en el
discernimiento y, así, aumentar en ellos la esperanza.
• Lucas 21,9-11: Señales para ayudar a leer los hechos. Después de esta breve introducción, empieza el discurso propiamente dicho: “Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.» Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo.”
Para entender bien estas
palabras, es bueno recordar lo siguiente. Jesús vivía y hablaba en el año 33.
Los lectores de Lucas vivían y escuchaban en el año 85. Ahora, en los años
cincuenta, entre el año 33 y el año 85, la mayoría de las cosas mencionadas por
Jesús habían acontecido ya y todos las conocían. Por ejemplo, en varias partes
del mundo había guerras, aparecían falsos mesías, surgían enfermedades y pestes
y, en Asia Menor, los terremotos eran frecuentes. En un estilo bien
apocalíptico, el discurso enumera todos estos acontecimientos, uno después de
otro, como señales o como etapas del proyecto de Dios en la andadura de la
historia del Pueblo de Dios, desde la época de Jesús hasta el fin de los
tiempos:
1a señal: los falsos
mesías (Lc 21,8);
2a señal: guerras y
revoluciones (Lc 21,9);
3a señal: nación contra
otra nación, un reino contra otro reino, (Lc 21,10);
4a señal: terremotos en
varios lugares (Lc 21,11);
5a señal: hambre, peste y
señales en el cielo (Lc 21,11);
Hasta aquí el evangelio de
hoy. El evangelio de mañana trae una señal más: la persecución de las
comunidades cristianas (Lc 21,12). El evangelio de pasado mañana trae dos
señales más: la destrucción de Jerusalén y el inicio de la desintegración de la
creación. Así, por medio de estas señales del Discurso Apocalíptico, las comunidades
de los años ochenta, época en la que Lucas escribe su evangelio, podían
calcular a qué altura se encontraba la ejecución del plan de Dios, y descubrir
que la historia no se había escapado de la mano de Dios. Todo era conforme con
lo que Jesús había previsto y anunciado en el Discurso Apocalíptico.
4) Para la reflexión
personal
• ¿Qué sentimiento te
habitaba durante la lectura de este evangelio de hoy? ¿Sentimiento de miedo o
de paz?
• ¿Piensas que el fin del
mundo está cerca? ¿Qué responder a los que dicen que el fin del mundo está
cerca? ¿Qué es lo que hoy anima a la gente a resistir y tener esperanza?
5) Oración final
Exulte delante del Señor,
que ya viene,
viene, sí, a juzgar la tierra!
Juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con su lealtad. (Sal 96,13)
viene, sí, a juzgar la tierra!
Juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con su lealtad. (Sal 96,13)
Orden de los Carmelitas
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