¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves de la
33ª semana del Tiempo Ordinario, cuando celebramos la memoria de Santa Cecilia,
virgen y mártir.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS 19,41-44
Lectio: jueves, 22 noviembre, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio,
porque en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y
verdadero. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 19,41-44
Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú
conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus
ojos. Porque vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de
empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, te estrellarán contra
el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti y no dejarán en ti piedra
sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos dice que Jesús, al llegar cerca de Jerusalén,
viendo la ciudad, empieza a llorar y a pronunciar palabras que hacían
vislumbrar un futuro muy sombrío para la ciudad, capital de su pueblo.
• Lucas 19,41-42 Jesús llora sobre Jerusalén. “Al acercarse y ver la
ciudad, lloró por ella, diciendo: ¡Si también tú conocieras en este día el
mensaje de paz! ¡Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos!”. Jesús llora, pues
ama su patria, a su pueblo, la capital de su tierra, el Templo. Llora porque
sabe que todo va a ser destruido por culpa del pueblo mismo que no sabe
percibir ni valorar la llamada de Dios dentro de los hechos. La gente no
percibe el camino que podría llevarlo a la Paz, Shalóm. Pero ahora esto está
oculto a tus ojos. Esta afirmación evoca la crítica de Isaías a la persona que
adoraba los ídolos: “Se alimenta de ceniza, un corazón engañado le extravía y
no salva su alma, diciéndose: ¿No es mentira lo que tengo en mi diestra?"
(Is 44,20). La mentira estaba en sus ojos y por esto se volvieron incapaces de
percibir la verdad. Como dice San Pablo: “Ellos se rebelan a la verdad y
obedecen a la injusticia” (Rom 2,8). La verdad se hace presa de la injusticia.
En otra ocasión, Jesús lamenta que Jerusalén no sepa percibir ni acoger la
visita de Dios: "¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y
apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus
hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues
bien, se os va a dejar desierta vuestra casa” (Lc 13,34-35).
• Lucas 19,43-44 Anuncio de la destrucción de Jerusalén. “Porque vendrán
días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te
apretarán por todas partes, te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos
que estén dentro de ti y no dejarán en ti piedra sobre piedra.". Jesús
describe el futuro que le va a tocar a Jerusalén. Usa las imágenes de guerra
que eran comunes en aquel tiempo, cuando un ejército atacaba a una ciudad:
trincheras, cerco cerrado alrededor, matanza de la gente y destrucción total de
las murallas y de las casas. Así, en el pasado, Jerusalén fue destruida por
Nabucodonosor. Así, las legiones romanas solían hacer con las ciudades rebeldes
y así se hará nuevamente cuarenta años después, con la ciudad de Jerusalén. De
hecho, en el año 70, Jerusalén fue cercada e invadida por los ejércitos
romanos. Todo fue destruido. Ante este trasfondo histórico, el gesto de Jesús
se convierte en una advertencia muy seria a todos los que pervierten el sentido
de la Buena Nueva de Dios. Ellos tienen que escuchar la advertencia final:
“Porque no has conocido el tiempo de tu visita”. En esta advertencia, toda la
labor de Jesús está definida como una “visita”, la visita de Dios.
4) Para la reflexión personal
• ¿Lloras a veces viendo la situación del mundo? Mirando la situación del mundo,
¿Jesús lloraría ahora? La previsión es sombría. Desde el punto de vista de la
ecología, pasamos ya el límite. La previsión es trágica.
• La labor de Jesús está visto como una visita de Dios. ¿Has recibido en tu
vida alguna visita de Dios?
5) Oración final
¡Cantad a Yahvé un cántico nuevo:
su alabanza en la asamblea de sus fieles!
¡Regocíjese Israel en su Hacedor,
alégrense en su rey los de Sión. (Sal 149,1-2)
Ciudad Redonda
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