¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves de la 24a
semana de Tiempo Ordinario. Celebramos la memoria de los santos Andrés Kim Tae-Gon, presbítero, Pablo Chong
Ha-Sang y compañeros, mártires.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
7,36-50
Lectio:
Jueves, 20 septiembre,
2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, creador y dueño
de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor,
concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas
7,36-50
Un fariseo le rogó que
comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad
una mujer pecadora pública. Al enterarse de que estaba comiendo en casa del
fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume y, poniéndose detrás, a los
pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los
cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el
perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste
fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando,
pues es una pecadora.» Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» Él
dijo: «Di, maestro.» «Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos
denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos.
¿Quién de ellos le amará más?» Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien
perdonó más.» Él le dijo: «Has juzgado bien.» Y, volviéndose hacia la mujer,
dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los
pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus
cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme
los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume.
Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado
mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.» Y le dijo a ella:
«Tus pecados quedan perdonados.» Los comensales empezaron a decirse para sí:
«¿Quién es éste, que hasta perdona los pecados?» Pero él dijo a la mujer: «Tu
fe te ha salvado. Vete en paz.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos
habla del episodio de la mujer que fue acogida por Jesús durante una comida en
casa de Simón, el fariseo. Uno de los aspectos de la novedad que la Buena Nueva
de Dios trae es la actitud sorprendente de Jesús hacia las mujeres. En la época
del Nuevo Testamento, la mujer vivía marginada. No participaba en la sinagoga,
no podéis ser testigo en la vida pública. Muchas mujeres, sin embargo, se resistían
contra esa exclusión. Desde el tiempo de Esdras, crecía la marginalización de
las mujeres por parte de las autoridades religiosas (Es 9,1 a 10,44) y crecía
también la resistencia de las mujeres contra su exclusión, como aparece en las
historias de Judit, Ester, Ruth, Noemí, Susana, de la Zalamita y de tantas
otras. Esta resistencia encuentra eco y acogida en Jesús. En el episodio de la
mujer del perfume emergen el inconformismo y la resistencia de las mujeres en
el día a día de la vida y de la acogida que Jesús les daba.
• Lucas 7,36-38: La situación que provoca el debate. Tres personas totalmente diferentes se encuentran: Jesús, Simón, el fariseo, un judío practicante, y la mujer de la que decían que era pecadora. Jesús está en casa de Simón que lo invitó a comer. La mujer entra, se coloca a los pies de Jesús, empieza a llorar, moja los pies de Jesús con las lágrimas, suelta los cabellos para secar los pies de Jesús, besa y unge los pies con perfume. Soltar los cabellos en público era un gesto de independencia. Jesús no se retrae, ni aleja a la mujer, sino que acoge su gesto.
• Lucas 7,39-40: La
reacción del fariseo y la respuesta de Jesús. Jesús estaba acogiendo a una
persona que, según las costumbres de la época, no podía ser acogida, pues era
pecadora. El fariseo, observando todo, critica a Jesús y condena a la mujer:
"Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le
está tocando, pues es una pecadora.” Jesús le respondió: Simón, tengo algo que
decirte. Jesús usa una parábola para responder a la provocación del fariseo.
• Lucas 7,41-43: La
parábola de los dos servidores. Uno debía 500 denarios, el otro 50. Ninguno de
los dos tenía con qué pagar. Ambos fueron perdonados. ¿Quién de ellos le amará
más? Respuesta del fariseo: "¡Supongo que aquel al que perdona más!".
La parábola supone que los dos, tanto el fariseo como la mujer, habían recibido
algún favor de Jesús. En la actitud que los dos toman ante Jesús, muestran como
apreciaban el favor recibido. El fariseo muestra su amor, su gratitud,
invitando a Jesús a que coma con él. La mujer muestra su amor, su gratitud,
mediante las lágrimas, los besos y el perfume.
• Lucas 7,44-47: El
mensaje de Jesús al fariseo. Después de recibir la respuesta del fariseo, Jesús
aplica la parábola. Y estando en la casa del fariseo, invitado por él, Jesús no
pierde ocasión para tomarse la libertad de hablar y actuar. Defiende a la
mujer, y critica al judío practicante. El mensaje de Jesús para los fariseos de
todos los tiempos es: "¡A quien poco se le perdona, poco amor
muestra!" Un fariseo piensa que no tiene pecado, porque observa en todo la
ley. La seguridad personal que yo, fariseo, creo en mí por la observancia de
las leyes de Dios y de la Iglesia, muchas veces me impide experimentar la
gratuidad del amor de Dios. Lo que importa no es la observancia de la ley en
sí, sino el amor con que observo la ley. Y usando los símbolos del amor de la
mujer, Jesús da respuesta al fariseo que se consideraba en paz con Dios:"
Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado
mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso.
Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza
con aceite. ¡Ella ha ungido mis pies con perfume!” Simón a pesar de todo lo que
me ofreciste, ¡tú tienes poco amor!"
• Lucas 7,48-50: Palabra
de Jesús para la mujer. Jesús declara la mujer perdonada y añade: "Tu fe
te ha salvado. ¡Vete en paz!" Aquí aflora la novedad de la actitud de
Jesús. El no condena, sino acoge. Y fue la fe lo que ayudó a la mujer a
recomponerse y a encontrarse consigo misma y con Dios. En la relación con
Jesús, una fuerza nueva despertó dentro de ella y la hizo renacer.
4) Para la relación
personal
• ¿Dónde y cuándo las
mujeres son despreciadas por los fariseos de hoy?
• La mujer, ciertamente, no hubiera hecho lo que hizo, si no hubiese tenido la certeza absoluta de ser acogida por Jesús. Los marginados y los pecadores ¿tienen hoy la misma certeza respecto de nosotros?
5) Oración final
Pues bueno es el Señor
y eterno su amor,
su lealtad perdura
de edad en edad. (Sal 100,5)
y eterno su amor,
su lealtad perdura
de edad en edad. (Sal 100,5)
Orden de los Carmelitas
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