¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este viernes en que
celebramos la fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: SAN
MATEO, APÓSTOL Y EVANGELISTA
Lectio:
Viernes, 21 septiembre,
2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Padre de bondad, que por
la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz; concédenos vivir fuera
de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad.
Por nuestro Señor.
2) Lectura del
Evangelio
Del Evangelio según Mateo
9,9-13
Cuando se iba de allí, al
pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos,
y le dice: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió.
Y sucedió que estando él a la mesa en la casa, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»
Y sucedió que estando él a la mesa en la casa, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»
3) Reflexión
• El Sermón de la Montaña
ocupa los capítulos de 5 a 7 del Evangelio de Mateo. La parte narrativa de los
capítulos 8 y 9 tiene como finalidad mostrar cómo Jesús practicaba lo que
acababa de enseñar. En el Sermón de la Montaña Jesús enseñó la acogida (Mt
5,23-25.38-42.43). Ahora, él mismo la practica al acoger a leprosos (Mt 8,1-4),
extranjeros (Mt 8,5-13), mujeres (Mt 8,14-15), enfermos (Mt 8,16-17),
endemoniados (Mt 8,28-34), paralíticos (Mt 9,1-8), publicanos (Mt 9,9-13),
personas impuras (Mt 9,20-22), etc. Jesús rompe con las normas y costumbres que
excluían y dividían a las personas, esto es, el miedo y la falta de fe (Mt
8,23-27) y las leyes de pureza (9,14-17), e indica claramente cuáles son las
exigencias de quienes quieren seguirle. Tienen que tener el valor de abandonar
muchas cosas (Mt 8,18-22). Así, en las actitudes y en la práctica de Jesús,
aparece en qué consisten el Reino y la observancia perfecta de la Ley de Jesús.
• Mateo 9,9: El llamado
para seguir a Jesús. Las primeras personas llamadas a seguir a Jesús fueron
cuatro pescadores, todos judíos (Mt 4,18-22). Ahora Jesús llama a un publicano,
considerado pecador y tratado como impuro por las comunidades más observantes
de los fariseos. En los demás evangelios, este publicano se llama Leví. Aquí su
nombre es Mateo, que significa don de Dios o dado por Dios. Las comunidades, en
vez de excluir al publicano como impuro, deben considerarlo como un Don de Dios
para la comunidad, pues su presencia hace que la comunidad se vuelva ¡señal de
salvación para todos! Como los primeros cuatro llamados, así el publicano Mateo
deja todo lo que tiene y sigue a Jesús. El seguimiento de Jesús exige ruptura.
Mateo deja su despacho de impuestos, su fuente de renta, y sigue a Jesús.
• Mateo 9,10: Jesús se
sienta en la mesa con los pecadores y los publicanos. En aquel tiempo, los
judíos vivían separados de los paganos y de los pecadores y no comían con ellos
en la misma mesa. Los judíos cristianos tenían que romper este aislamiento y
crear comunión con los paganos e impuros. Fue esto lo que Jesús enseñó en el
Sermón de la Montaña, como expresión del amor universal de Dios Padre (Mt
5,44-48). La misión de las comunidades era ofrecer un lugar a los que no tenían
lugar. En algunas comunidades, las personas venidas del paganismo, aun siendo
cristianas, no eran aceptadas en la misma mesa (cf. Hec 10,28; 11,3; Gal 2,12).
El texto del evangelio de hoy indica cómo Jesús comía con publicanos y
pecadores en la misma casa y en la misma mesa.
• Mateo 9,11: La pregunta
de los fariseos. A los judíos estaba prohibido sentarse en la mesa con
publicanos y paganos, pero Jesús no presta atención a esto, por el contrario,
confraterniza con ellos. Los fariseos, viendo la actitud de Jesús, preguntan a
los discípulos: “¿Por qué vuestro maestro come con los recaudadores de
impuestos y con los pecadores?" Esta pregunta puede ser interpretada como
expresión del deseo de éstos, que quieren saber porqué Jesús actúa así. Otros
interpretan la pregunta como una crítica de los comportamientos de Jesús, pues
durante más de quinientos años, desde el tiempo del cautiverio en Babilonia
hasta la época de Jesús, los judíos habían observado las leyes de pureza. Esta
observancia secular se volvió para ellos una fuerte señal de identidad. Al
mismo tiempo, era factor de su separación en medio de los otros pueblos. Así,
por las causas de las leyes de pureza, no podían ni conseguían sentarse en la
mesa para comer con los paganos. Comer con los paganos significaba volverse
impuro Los preceptos de la pureza eran rigurosamente observados, tanto en
Palestina como en las comunidades judaicas de la Diáspora. En la época de
Jesús, había más de quinientos preceptos para guardar la pureza. En los años
setenta, época en que Mateo escribe, este conflicto era muy actual.
• Mateo 9,12-13:
Misericordia quiero y no sacrificios. Jesús oye la pregunta de los fariseos a
los discípulos y responde con dos aclaraciones. La primera está sacada del
sentido común: "No necesitan médico los que están fuertes, sino los que
están mal”. La otra está sacada de la Biblia: “Aprendan, pues, lo que
significa: Misericordia quiero, y no sacrificio”. Por medio de estas dos
aclaraciones Jesús explicita y aclara su misión junto con la gente: “No he
venido a llamar a los justos sino a los pecadores". Jesús niega la crítica
de los fariseos, y no acepta sus argumentos, pues nacían de una falsa idea de
la Ley de Dios. El mismo invoca la Biblia: "¡Misericordia quiero y no
sacrificio!" Para Jesús la misericordia es más importante que la pureza
legal. Apela a la tradición profética para decir que para Dios la misericordia
vale más que todos los sacrificios (Os 6,6; Is 1,10-17). Dios tiene entrañas de
misericordia, que se conmueven ante las faltas de su pueblo (Os 11,8-9).
4) Para la reflexión
personal
• Hoy, en nuestra
sociedad, ¿quién es marginado y quién es excluido? ¿Por qué? En nuestra
comunidad ¿tenemos ideas preconcebidas? ¿Cuáles? ¿Cuál es el desafío que las
palabras de Jesús plantean a nuestra comunidad, hoy?
• Jesús ordena al pueblo
que lea y que entienda el Antiguo Testamento que dice: "Misericordia
quiero y no sacrificios". ¿Qué quiere decir con esto Jesús, hoy?
5) Oración final
Señor, dichosos los que
guardan sus preceptos,
los que lo buscan de todo corazón;
los que, sin cometer iniquidad,
andan por sus caminos. (Sal 119,2-3)
los que lo buscan de todo corazón;
los que, sin cometer iniquidad,
andan por sus caminos. (Sal 119,2-3)
Orden de los Carmelitas
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