¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de
la 18ª semana del Tiempo Ordinario, cuando recordamos a Santo Domingo de Guzmán,
presbítero fundador de la Orden de Predicadores.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: MATEO
15,21-28
Lectio:
Miércoles, 8 agosto, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración
inicial
Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según
Mateo 15,21-28
Saliendo de allí Jesús se
retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. En esto, una mujer cananea, que
había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor,
hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.» Pero él no le respondió
palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Despídela, que viene
gritando detrás de nosotros.» Respondió él: «No he sido enviado más que a las
ovejas perdidas de la casa de Israel.» Ella, no obstante, vino a postrarse ante
él y le dijo: «¡Señor, socórreme!» Él respondió: «No está bien tomar el pan de
los hijos y echárselo a los perritos.» «Sí, Señor -repuso ella-, pero también
los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.» Entonces
Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y
desde aquel momento quedó curada su hija.
3) Reflexión
• Contexto. El pan de los hijos y la gran fe de una mujer cananea es el tema que presenta este pasaje del cap.15 de Mateo, que propone al lector de su evangelio una ulterior profundización de la fe en Cristo. El episodio va precedido de una iniciativa de los escribas y fariseos llagados de Jerusalén, que provocan un encontronazo de poca duración con Jesús, hasta que se alejó con sus discípulos para retirarse a la región de Tiro y de Sidón.
Mientras va de camino, lo alcanza una mujer que viene de lugares paganos. Mateo presenta a esta mujer con el apelativo de “cananea”, el cual aparece en el AT con toda su dureza. En el Deuteronomio, los habitantes de Canaán son considerados una gente llena de pecados por antonomasia, un pueblo malo e idolátrico.
• Dinámica del relato.
Mientras Jesús desarrolla su actividad en Galilea y está en camino hacia Toro y
Sidón, una mujer se le acerca y empieza a importunarlo con una petición de
ayuda a favor de su hija enferma. La mujer se dirige a Jesús con el título de
“hijo de David”, un título que suena a extraño en boca de una pagana y que
podría encontrar justificación en la extrema necesidad que vive la mujer.
Podría pensarse que esta mujer ya cree de algún modo en la persona de Jesús
como el salvador final, pero esto se excluye puesto que sólo en el v.28 aparece
reconocido su acto de fe, justamente por parte de Jesús. En el diálogo con la
mujer, parece que Jesús muestra la misma distancia y desconfianza que había
entre el pueblo de Israel y los paganos.
Por un lado, Jesús manifiesta a la
mujer la prioridad de Israel en acceder a la salvación y, ante la insistente
demanda de su interlocutora, Jesús parece tomar distancias, una actitud
incomprensible para el lector, pero en la intención de Jesús expresa un alto valor
pedagógico.
A la súplica primera “Ten piedad de mí, Señor, hijo de David”, no
responde Jesús. A la segunda intervención, esta vez por parte de los discípulos
que lo invitan a atender a la mujer, sólo expresa un rechazo que subraya
aquella secular distancia entre el pueblo elegido y los pueblos paganos
(vv.23b-24).
Pero a la insistencia del ruego de la mujer que se postra ante
Jesús, sigue una respuesta dura y misteriosa: “no está bien tomar el pan de los
hijos y echárselo a los perritos” (v.26). La mujer va más allá de la dureza de
las palabras de Jesús y se acoge a un pequeño signo de esperanza: la mujer
reconoce que el plan de Dios que Jesús lleva adelante afecta inicialmente al
pueblo elegido y Jesús pide a la mujer el reconocimiento de esta prioridad; la
mujer explota esta prioridad con el fin de presentar un motivo fuerte para
obtener el milagro:”
También los perritos comen de las migajas que caen de la
mesa de sus amos” (v.27). La mujer ha superado la prueba de la fe: “Mujer,
grande es tu fe” (v.28); de hecho, a la humilde insistencia de su fe, Jesús
responde con un gesto de salvación.
Este episodio dirige a todo lector del Evangelio una invitación a tener una actitud de “apertura” hacia todos, creyentes o no, es decir, una disponibilidad y acogida sin reserva hacia cualquier hombre.
4. Para la reflexión
personal
• La palabra escrutadora de Dios te invita a romper tu cerrazón y tus pequeños esquemas. ¿Eres capaz de acoger a todos los hermanos que se acercan a ti?
• ¿Eres consciente de tu
pobreza para ser capaz, como la cananea, de confiarte a la palabra salvífica de
Jesús?
5) Oración final
Señor, no me rechaces
lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme el gozo de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. (Sal 51,13-14)
no retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme el gozo de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. (Sal 51,13-14)
Orden de los Carmelitas
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