¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este jueves
de la 18ª semana del T.O., en que celebramos la memoria de Santa Teresa Benedicta
de la Cruz (Edith Stein).
Dios nos bendice...
Jeremías 31, 31-34
"Mirad que llegan días -oráculo
del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza
nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano
para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor
-oráculo del Señor-.
Sino que así será la alianza que haré
con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Meteré mi ley en su
pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo:
"Reconoce al Señor." Porque todos me conocerán, desde el pequeño al
grande -oráculo del Señor-, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus
pecados.
Salmo 50
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme; / no me arrojes lejos de tu rostro, / no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu
salvación, / afiánzame con espíritu generoso: / enseñaré a los malvados tus
caminos, / los pecadores volverán a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen: /
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. / Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado; / un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.
Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo llegó Jesús a la
región de Cesarea de Filipo y preguntaba a sus discípulos: "¿Quién dice la
gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista,
otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. El les preguntó:
"Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le respondió:
"¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie
de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. Te daré las llaves del Reino de los cielos; lo que ates en la
tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará
desatado en el cielo". Y les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie
que él era el Mesías.
Desde entonces empezó Jesús a
explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por
parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y que tenía que ser
ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a
increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Jesús
se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces
tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.
Nota biográfica
El
día 6 de este mes era fecha para rememorar la II Guerra Mundial. Ese día, el
año 1945, se lanzaron las bombas atómicas contra las ciudades japonesas de
Hiroshima y Nagasaki. Pero también tal día como hoy, 9 de agosto, trae
idéntico recuerdo, pues en él se produjeron nuevos bombardeos atómicos. Por su
parte, la liturgia propone otra memoria relacionada con aquel conflicto: en
este día, en las cámaras de gas del campo de concentración de Auschwitz, murió
Edith Stein, filósofa judía convertida a la fe católica y bautizada en enero de
1922.
Ya
en 1933, al comenzar la persecución y el hostigamiento a los judíos, había
declarado: «Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad
humana. Mi deseo es participar en ella». El 14 de abril de 1934 toma el hábito
carmelitano y a partir de ese momento llevará el nombre de Teresa Benedicta de
la Cruz, nombre que deja bien explícita la referencia a la pasión de Cristo. El
9 de junio de 1939 redactará su testamento, que contiene estas palabras: «Ya
desde ahora acepto con alegría, en completa sumisión y según su santísima
voluntad, la muerte que Dios me ha destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida
y mi muerte… de modo que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino
venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la salvación
del mundo».
En
aquella historia tan dramática, percibió su vocación y le fue enteramente fiel.
Dios llevó a término la obra que había comenzado en ella, Dios la configuró con
su Hijo crucificado. Dejemos que resuenen para ella los versos: «Si con él
[Cristo] morimos, viviremos con él; si con él sufrimos, reinaremos con él».
Ciudad Redonda
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