¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este martes
de la 1ª semana de Cuaresma.
Dios
nos bendice...
Primera lectura
Lectura del libro de
Isaías (55,10-11):
ESTO dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».
Palabra de Dios
ESTO dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo,
y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que cumplirá mi deseo
y llevará a cabo mi encargo».
Palabra de Dios
Salmo
Sal
33,4-5.6-7.16-17.18-19
R/. El Señor libra de sus angustias a los justos
V/. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
V/. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.
V/. Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.
V/. Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.
R/. El Señor libra de sus angustias a los justos
V/. Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
V/. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.
V/. Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.
V/. Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (6,7-15):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
Palabra del Señor
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
Palabra del Señor
Comentario
1.1 La
primera lectura nos presenta la imagen viva de la eficacia de la Palabra, de la
cual dice Dios: "no volverá a mí sin resultado". Acerquémonos a esta
imagen y descubramos su sabor y su fuerza nutritiva.
1.2 Nieve
y lluvia "bajan del cielo". Pertenecen al ámbito de aquello que el
hombre no domina. Son un regalo. Así es también la Palabra.
1.3 Hay
que "empapar" la tierra para fecundarla. Así también la Palabra hace
su obra "empapándonos", es decir: colmándonos interiormente,
penetrándonos, llenando nuestros vacíos interiores. Cuando esto permitimos a la
Palabra nos fecunda y hace dar fruto.
1.4
Lluvia y nieve "vuelven" al cielo. Así también la Palabra: a nosotros
llega y de nosotros sale. Viene sola pero no retorna sola, pues ha hecho
posible el milagro del pan y de la semilla. La Palabra llega del cielo como
enseñanza y vuelve al cielo como plegaria y como alabanza. En nuestras súplicas
de hijos y en nuestra gratitud de redimidos habla la Palabra con la fuerza de
sus frutos.
2. La
perfecta oración
2.1 El
catecismo de Juan Pablo II nos ofrece una preciosa reflexión sobre el
Padrenuestro. Escuchemos textos tomados de los números 2765 a 2772.
2.2 La
oración al Padre nos la enseñó y nos la dio el Señor Jesús. Esta oración que
nos viene de Jesús es verdaderamente única; es la oración "del
Señor". Por una parte, en efecto, por las palabras de esta oración el Hijo
único nos da las palabras que el Padre le ha dado: El es el Maestro de nuestra
oración. Por otra parte, como Verbo encarnado, conoce en su corazón de hombre
las necesidades de sus hermanos y hermanas los hombres, y nos las revela: es el
Modelo de nuestra oración.
2.3 Pero
Jesús no nos deja una fórmula para repetirla de modo mecánico. Como en toda
oración vocal, el Espíritu Santo, a través de la Palabra de Dios, enseña a los
hijos de Dios a hablar con su Padre. Jesús no sólo nos enseña las palabras de
la oración filial, sino que nos da también el Espíritu por el que éstas se
hacen en nosotros "espíritu y vida" (Jn 6,63). Más todavía: la prueba
y la posibilidad de nuestra oración filial es que el Padre "ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!" (Ga
4,6). Ya que nuestra oración interpreta nuestros deseos ante Dios, es también
"el que escruta los corazones", el Padre, quien "conoce cuál es
la aspiración del Espíritu, y que su intercesión en favor de los santos es
según Dios" (Rm 8,27 ). La oración al Padre se inserta en la misión
misteriosa del Hijo y del Espíritu.
2.4 Este
don indisociable de las palabras del Señor y del Espíritu Santo que les da vida
en el corazón de los creyentes ha sido recibido y vivido por la Iglesia desde
los comienzos. Las primeras comunidades recitan la Oración del Señor "tres
veces al día", en lugar de las Dieciocho Bendiciones de la piedad judía.
Según la Tradición apostólica, la Oración del Señor está arraigada
esencialmente en la oración litúrgica. En todas las tradiciones litúrgicas, la
Oración del Señor es parte integrante de las principales Horas del Oficio
divino. Este carácter eclesial aparece con evidencia, sobre todo, en los tres
sacramentos de la iniciación cristiana.
2.5 En la
Liturgia eucarística, la Oración del Señor aparece como la oración de toda la
Iglesia. Allí se revela su sentido pleno y su eficacia. Situada entre la
Anáfora (Oración eucarística) y la liturgia de la Comunión, recapitula, por una
parte, todas las peticiones e intercesiones expresadas en el movimiento de la
epíclesis, y, por otra parte, llama a la puerta del Festín del Reino que la
comunión sacramental va a anticipar.
2.6 En la
Eucaristía, la Oración del Señor manifiesta también el carácter escatológico de
sus peticiones. Es la oración propia de los "últimos tiempos",
tiempos de salvación que han comenzado con la efusión del Espíritu Santo y que
terminarán con la Vuelta del Señor. Las peticiones al Padre, a diferencia de
las oraciones de la Antigua Alianza, se apoyan en el misterio de salvación ya
realizado, de una vez por todas, en Cristo crucificado y resucitado.
2.7 De esta fe inquebrantable brota la esperanza que suscita cada una
de las siete peticiones. Estas expresan los gemidos del tiempo presente, este
tiempo de paciencia y de espera durante el cual "aún no se ha manifestado
lo que seremos" (1Jn 3,2). La Eucaristía y el Padre Nuestro están
orientados hacia la venida del Señor, "¡hasta que venga!" (1Co 11,26).
http://fraynelson.com/homilias.html.
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