miércoles, 31 de agosto de 2016

Cristo, sin descanso, en su misión de anunciar la Buena Nueva

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 22ª semana del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 4,38-44.
Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. De muchos salían demonios, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!". Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: "También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.  
Comentario


Acerquémonos, amigos, y miremos de cerca estos días y noches de Nuestro Salvador. Veamos sus ojos, cargados de compasión al encuentro con el dolor humano. Contemplemos sus manos, robustas y puras, dispuestas a sujetar al hombre que desfallece bajo el peso de su enfermedad o su pecado. Oigamos con amorosa reverencia su Palabra, que como diluvio de amores, sabe limpiar toda maldad y sanar las dolencias internas de nuestros corazones frágiles.

¡Cuánta dulzura trae esta imagen de Jesús, cuánto nos anima y consuela verle así, tan ocupado en nuestros dolores y tan generoso en su amor y en su tiempo! Reposemos en esta dulce contemplación y dejemos que nuestra alma se acostumbre al paso saludable del hijo del Dios vivo, venido a nuestro valle.

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martes, 30 de agosto de 2016

"Pórtense como quienes pertenecen a la Luz"

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la 1ª. Lectura y el Evangelio de la Santa Misa, así como un comentario, en este martes de la 22ª. Semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice…

Lectura de 1 Corintios 2, 10b-16
Hermanos: El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. ¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Pues, lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo, es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él no está sujeto al juicio de nadie. "¿Quién conoce la mente del Señor para poder instruirlo?" Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.
Evangelio según san Lucas 4,31-37:
En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: « ¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: « ¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.
Comentario

1. Conocimiento Espiritual

1.1 Una de las frases que más me han impresionado y han marcado mi vida la leí en la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, en el tratado sobre la fe. Dice este santo Doctor de la Iglesia que la fe es una perfección de la inteligencia, precisamente porque le permite alcanzar noticia y certeza de lo que por sus propias fuerzas no podría lograr. En contra, pues, de la opinión común, según la cual la fe y la razón se oponen, Santo Tomás enseña que la perfección de la razón se logra mediante la fe, don del Espíritu Santo que le permite conocer con certidumbre cosas que no podría demostrar completamente. Es de hecho lo que el apóstol San Pablo declara en la primera lectura de hoy.

1.2 El conocimiento o sabiduría "en el Espíritu" no es otra cosa que la acción del Espíritu Santo en nuestro entendimiento. No se trata, sin embargo, de una especie de "dictado," como si todo consistiera en infundir unas palabras o frases ya hechas dentro de la cabeza de los profetas, los apóstoles o los evangelistas. Las palabras adquieren sentido y significado gracias a las experiencias que las acompañan. El ejemplo comúnmente mencionado es el del color: ¿qué sentido alcanza la palabra rosado para un ciego de nacimiento? De modo que cuando hablamos de la acción del Espíritu Santo al inspirar o revelar algo del misterio de Dios, es decir, al concedernos "inteligencia espiritual" estamos hablando no de un discurso bien armado con términos más o menos esotéricos o "sobrenaturales," sino que hablamos de una experiencia interior de gracia que es previa y luego de la capacidad de expresar por medio de analogías y comparaciones aquello que Dios ha hecho en el alma de los creyentes. El culmen de este don maravilloso es lo que Pablo describe con una expresión inaudita, que hemos oído en la primera lectura de hoy: "nosotros poseemos el modo de pensar de Cristo."

2. Vivan como hijos de la luz

2.1 ¡Qué bueno es Jesús! Él mismo explica su propia misión: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha consagrado para... dar vista a los ciegos" (Lucas 4,18). ¿Quiénes son los ciegos? Son aquellas personas a quienes nos referíamos: las que son espiritual, emocional y psicológicamente ciegas; las que no saben de dónde vienen, dónde están ni adónde deberían dirigirse; están emocionalmente paralizadas. Pero Jesús dijo, "He venido al mundo para que los que crean en mí no se queden en la oscuridad" (Juan 12,46).

2.2 ¡Qué hermosa, qué espléndida, qué bondadosa es esta labor! Para definirla usamos una palabra llamativa —evangelización— pero lo que realmente significa es dar vista a los ciegos. ¡Qué incomparable acto de amor y bondad es iluminar el camino de alguien que se encuentra perdido en las tinieblas! ¡Qué inmenso acto de amor es proclamar junto con San Pablo: "Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz" (Efesios 5,8)!

2.3 Pero no es solamente el haber pasado de la oscuridad a la luz. Es más que eso. Es haber dejado de ser oscuridad para empezar a ser luz en este mundo. 
San Pablo añade: "Pórtense como quienes pertenecen a la luz. Despiértate, tú que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo te alumbrará" (Efesios 5,8.14).

2.4 Esta es la razón por la cual decimos que el Evangelio es una buena noticia. Porque ahora podemos vivir en la luz. No hay la menor duda de que la evangelización es el supremo servicio cristiano de enseñar, a los que están espiritualmente ciegos, a suplicar al Señor tal como el ciego del Evangelio: "Señor, quiero recobrar la vista" (Lucas 18,41). ¡Si le pidieran al Señor con estas palabras, cuántos ciegos empezarían a ver!

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lunes, 29 de agosto de 2016

Entre predicación y martirio hay relación de causa y efecto

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer el Evangelio y el comentario, en este lunes en que la iglesia celebra la memoria del martirio de san Juan Batista.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Marcos 6,17-29.
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista”, respondió esta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron. 
Comentario


1.1 Precioso este día de nuestra liturgia para reflexionar juntos sobre el sentido y la grandeza del martirio cristiano. Hemos transcrito aquí breves apartes del comienzo de la obra "10 lecciones sobre el martirio", de Paul Allard, que se halla disponible en la página de Catholic.net. Lo que sigue es tomado de ahí.

El martirio, entendido según su estricta significación etimológica [testimonio], no se conoció antes del cristianismo. No hay mártires en la historia de la filosofía: "Nadie -escribe San Justino- creyó en Sócrates hasta el extremo de dar la vida por su doctrina" (II Apología 10). Tampoco el paganismo tuvo mártires. Nunca hubo nadie que, con sufrimientos y muerte voluntariamente aceptados, diera testimonio de la verdad de las religiones paganas. Los cultos paganos, a lo más, produjeron fanáticos, como los galos, que se hacían incisiones en los brazos y hasta se mutilaban lamentablemente en honor de Cibeles. El entusiasmo religioso pudo llevar en ocasiones al suicidio, como entre aquellos de la India que, buscando ser aplastados por su ídolo, se arrojaban bajo las ruedas de su carro. Pero éstos y otros arrebatos religiosos salvajes nada tienen que ver con la afirmación inquebrantable, reflexiva, razonada de un hecho o de una doctrina.

1.2 El martirio, sin duda, quedó ya esbozado en la antigua Alianza, en figuras admirables, como las de los tres jóvenes castigados en Babilonia a la hoguera, Daniel en el foso de los leones, los siete hermanos Macabeos, inmolados con su madre... Pero el judío se dejaba matar antes que romper su fidelidad a la religión que era privilegio de su raza, mientras que el cristiano acepta morir para probar la divinidad de una religión que debe llegar a ser la de todos los hombres y todos los pueblos.

1.3 Y ése es, precisamente, el significado de la palabra mártir: testigo, que afirma un testimonio de máxima certeza, dando su propia vida por aquello que afirma. La palabra misma, con toda la fuerza de su significación, no se halla antes del cristianismo; tampoco en el Antiguo Testamento. Es preciso llegar a Jesucristo para encontrar el pensamiento, la voluntad declarada de hacer de los hombres testigos y como fiadores de una religión.

1.4 "Vosotros -dijo Jesús- seréis testigos (mártires) de estas cosas" (Lc 24,48). Más aún: "Vosotros seréis mis testigos en Jerusalén, Judea y Samaría, hasta los últimos confines de la tierra" (Hch 1,8). Y los Apóstoles aceptan esta misión con todas sus consecuencias.

1.5 Así San Pedro, para sustituir a Judas, el traidor, declara: "Es necesario que entre los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió con nosotros... haya uno que con nosotros sea testigo de la resurrección" (Hch 1,22). Y en su primer discurso después de Pentecostés: "Dios ha resucitado a Jesucristo, y de ello somos testigos todos nosotros" (2,32). Y con Juan, ante el Sanedrín: "Nosotros somos testigos de estas cosas... y con nosotros el Espíritu Santo que Dios ha dado a todos aquellos que le obedecen" (5,32.41). Otra vez, después de azotados, salen del Consejo "felices de haber sido hallados dignos de padecer ultrajes por el nombre de Jesús" (5,41). Y al fin de su vida, escribiendo a las iglesias de Asia, Pedro persiste en el mismo lenguaje: "Yo exhorto a los ancianos que hay entre vosotros, yo que también soy anciano y testigo de los padecimientos de Cristo"... (1Pe 5,1).

1.6 Así pues, el significado primero de la palabra mártir es el de testigos oculares de la vida, de la muerte y de la resurrección de Cristo, encargados de afirmar ante el mundo estos hechos con su palabra. Desde el primer día este testimonio se dio en el sufrimiento y, como hemos visto, en la alegría de padecer por Cristo. Enseguida, después de estas primeras pruebas, vino el sacrificio de la misma vida, como testimonio supremo de la palabra.

1.7 Ya Jesucristo lo había predicho a los Apóstoles: "Seréis entregados a los tribunales, y azotados con varas en las sinagogas, y compareceréis ante los gobernadores y reyes por mi causa, y así seréis mis testigos en medio de ellos" (Mc 13,9; +Mt 10,17-18; Lc 21,12-13).

1.8 Al mismo tiempo, les asegura su asistencia: "Cuando os hagan comparecer ante los jueces, no os preocupéis de lo que habréis de decir, sino decid lo que en aquel momento os será dado, porque no sois vosotros los que tenéis que hablar, sino el Espíritu Santo... El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre al hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los harán morir; y vosotros seréis odiados por todos a causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin se salvará" (Mc 13,11-13; +Mt 10,19-20; Lc 12,11-12; 16-17).

1.9 Cuando los cristianos pudieron comprender por los acontecimientos la fuerza de estas palabras de su Maestro, se consideró la muerte gloriosa de sus más antiguos y fieles discípulos como el coronamiento de su testimonio. Desde entonces, muerte y testimonio quedaron entre sí definitivamente asociados.

1.10 Antes, pues, de finalizar la edad apostólica, la palabra mártir adquiere ya su significado preciso y claro, y se aplicará a aquel que no solo de palabra, sino también con su sangre, ha confesado a Jesucristo.

1.11 Pero ya en ese mismo tiempo se extiende también su significado a quienes podrían decirse testigos de segundo grado, a aquellos "bienaventurados que creyeron sin haber visto" (Jn 20,29), y que, habiendo creído así, testificaron su fe con su sangre.

1.12 San Juan, concretamente, a fines del siglo I, emplea la palabra mártir en dos ocasiones con este sentido. En el mensaje que dirige a la iglesia de Pérgamo, hablando en el nombre del Señor, menciona a "Antipas, mi fiel testigo, que ha sido entregado a la muerte entre vosotros, allí donde Satanás habita" (Ap 2,13). Alude a un cristiano martirizado por los paganos en tiempos de Nerón. Y en otro pasaje, cuando se alza ante el apóstol vidente el quinto sello del libro misterioso, alcanza a ver "debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y del testimonio que habían dado" (6,9).

1.13 Y no será la primera generación cristiana de creyentes la única en dar este testimonio. La historia de los mártires no había hecho entonces sino comenzar.

2. Relación entre predicación del Evangelio y martirio

2.1 Durante tres siglos esta historia continuará en las regiones sometidas al Imperio Romano. Más aún, cuando a comienzos del siglo IV un emperador [Constantino] establezca la paz religiosa, no habrá terminado con eso para el cristianismo la era sangrienta. Otras regiones, otros pueblos "sentados a la sombra de la muerte" (Lc 1,79), ofrecerán cada día nuevos campos para el apostolado y el martirio. Los Anales de la Propagación de la Fe serán continuación natural de las Actas de los Mártires.

2.2 Pero cuando éstas se cierran, en tiempos de Constantino, el cristianismo ha conquistado ya pacíficamente toda la cuenca del Mediterráneo gobernada por el espíritu de Grecia y por las leyes de Roma. Mientras tanto, la sangre de los mártires no habrá sido derramada ocasionalmente o gota a gota: habrá corrido en torrentes durante persecuciones numerosas, metódicas, encarnizadas. El edicto de paz fue, pues, la confesión solemne de la impotencia de la soberanía pagana contra el cristianismo. La historia de los mártires, del siglo I al IV, forma, por tanto, un todo completo y suficiente, fecundo en conclusiones, y que será el objeto de nuestro estudio.

2.3 El martirio siguió naturalmente la ruta del cristianismo. Sólo hubo mártires allí donde habían llegado los misioneros. Por eso, antes de presentar a los cristianos que murieron por su fe, es preciso conocer cuáles eran las regiones donde había cristianos. Una rápida mirada a la historia de la Iglesia primitiva nos muestra mártires en casi todas las regiones. Parece como si el cristianismo se hubiera extendido por todo el mundo de repente. Y esta impresión es verdadera, al menos en parte; pero hay que precisarla más.

2.4 Para conocer bien la historia de los mártires es preciso, pues, señalar primero las etapas de las misiones. El mismo Señor nos sugiere este método, cuando antes de anunciar las persecuciones, asegura que "es necesario primero que el Evangelio sea predicado a todas las naciones" (Mc 13,10). Porque entre predicación y martirio hay relación de causa y efecto.

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domingo, 28 de agosto de 2016

Nadie está mas vacío que aquel que está lleno de sí mismo

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este vigésimo segundo domingo del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 14,1.7-14. 
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: "Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!". 

Comentario

Le oí a alguien esta historia, que nos puede servir hoy de contexto: “Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva; después de un pequeño silencio me preguntó: Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: Escucho el ruido de una carreta. Eso es –dijo mi padre–. Es una carreta vacía. Pregunté a mi padre: ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos? Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace. Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: "Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace". La humildad consiste en callar nuestras propias virtudes para permitir que los demás las descubran por sí mismos.

Jesús fue a comer muchas veces con gente importante; Él no era un mojigato que se pasaba la vida metido entre cuatro paredes por miedo a contaminarse con el mundo que lo rodeaba. Vino a anunciarle a ese mundo una Buena Noticia y no podía hacerlo encerrado en cuatro paredes. Estando en casa de un jefe fariseo, otros fariseos lo estaban espiando para tener de qué acusarlo. Jesús, al ver “cómo los invitados escogían los asientos de honor en la mesa, les dio este consejo: ‘–Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, pues puede llegar otro invitado más importante que tú; y el que los invitó a los dos puede venir a decirte: ‘Dale tu lugar a este otro’. Entonces tendrás que ir con vergüenza a ocupar el último asiento. Al contrario, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó te diga: ‘Amigo, pásate a un lugar de más honor’. Así recibirás honores delante de los que están sentados contigo a la mesa. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”.

Además de esta enseñanza tan útil y concreta para nuestra vida, el Señor añadió otra para el que lo había invitado ese día: “–Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; porque ellos, a su vez, te invitarán, y así quedarás ya recompensado. Al contrario, cuando tú des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos; y serás feliz. Pues ellos no te pueden pagar, pero tú tendrás tu recompensa el día en que los justos resuciten”.

En un retiro al que asistí con Jean Vanier, en Oporto, al norte de Portugal, le escuché decir que alguna vez había leído este texto con un grupo de empresarios del Primer mundo. La reacción que produjo fue de protesta y descontento. Pero también contó que había leído este texto con un grupo de menesterosos de un país pobre. La reacción fue de alegría y júbilo. Los pordioseros saltaban y gritaban de alegría por lo que estaban escuchando. Para ellos esta era una Buena Noticia, mientras que para los primeros era mala. ¿Qué tal nos caen a nosotros estas palabras de Jesús? ¿Alegran nuestro corazón, o lo llenan de incertidumbre y molestia? Cada uno puede evaluar la sintonía que siente con las palabras del Señor, para reconocer la llamada del día de hoy. Recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Nadie está mas vacío que aquel que está lleno de sí mismo. Preguntémonos si nuestra carreta hace mucho ruido, o si va cargada de valores y buenas obras para enriquecernos con una riqueza que sólo se podrá apreciar el día en que los justos resuciten.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Profesor Asociado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá 

sábado, 27 de agosto de 2016

«Muy bien, siervo fiel y cumplidor, pase al banquete de su señor»

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 21ª semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Mateo 25,14-30. 
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'. Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
Comentario

a) Hoy leemos por última vez el evangelio de Mateo, que nos ha acompañado durante doce semanas, desde la 10ª hasta la 21ª. No lo hemos leído entero: por ejemplo, dejamos los capítulos finales, con la pasión, muerte y resurrección de Jesús, para los días de la Semana Santa y Pascua.

Concluye hoy el «discurso escatológico», sobre la vigilancia que debe caracterizar a los cristianos ante la Venida del Señor. Después de las parábolas del ladrón, de la vuelta del amo y de las jóvenes que esperan al novio, hoy Jesús nos transmite su enseñanza con la de los talentos.

Cada uno tiene que hacer fructificar los talentos que recibió del amo: cinco, dos o uno. No importa cuántos recibió (Dios es libre y sorprendente a la hora de conceder su gracia).

Lo que cuenta es si cada empleado ha trabajado o no, si le ha sacado rendimiento a ese capital que se le ha encomendado. Escucha las mismas palabras de alabanza el que recibió cinco que el que sólo dos.

En cambio, el siervo perezoso es acusado, no de haber malgastado su talento o robado el dinero de su amo, sino de no haberlo hecho fructificar.

b) De nuevo resuena la consigna: «estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora».

Cada uno de nosotros ha recibido sus talentos, y no sabemos cuándo volverá el dueño a pedirnos cuentas del uso que hayamos hecho de ellos.

Podemos pensar, ante todo, en los dones naturales que hemos recibido: la vida, la salud, la inteligencia, las habilidades que nos caracterizan (unos son artistas, otros líderes, otros tienen simpatía abundante...). ¿Sacamos provecho de esos talentos? ¿los sabemos utilizar también para beneficio de la comunidad? ¿o los escondemos «bajo tierra» por pereza o por una falsa humildad? No somos dueños, sino administradores de los dones que Dios nos ha hecho, y que se presentan aquí como un capital que él ha invertido en nosotros.

Pero seguramente se trata, en la intención de Jesús, también de los dones sobrenaturales que Dios nos ha querido conceder. Ya Israel había tenido, en comparación con los otros pueblos, gracias muy especiales, como pueblo elegido de Yahvé. Y no supo aprovecharlas.

Los cristianos todavía tenemos más gracias y dones: Cristo Jesús como Salvador y Maestro, el don de su Espíritu, la Palabra de Dios, la comunidad eclesial, la fe, los sacramentos. ¿Qué fruto les estamos sacando? ¿se nos podría acusar de apatía o de pereza? La excesiva «prudencia» del tercer siervo sería en nosotros un claro «pecado de omisión», del que también tenemos que arrepentirnos. No se trata sólo de no hacer el mal, sino de hacer el bien que Dios espera que hagamos. Como el árbol, del que se esperan frutos, y no sólo apariencias.

No sabemos cuántos años nos quedan de vida y cuándo seremos convocados a examen. Pero todos deseamos que el examinador, el Juez, nos pueda decir las palabras que él guarda para los que se han esforzado por vivir según sus caminos: «Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor. Como has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu señor».

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 324-327
 

viernes, 26 de agosto de 2016

Preparémonos, como si algo sí fuera a ocurrir después

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 21ª semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Mateo 25,1-13. 
Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'. Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'. Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos', pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.  

Comentario

La invitación de Jesús es clara: "Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora" (Mt 25,13). En esta parábola en particular Cristo admite que hay una especie de sueño que nos envuelve a todos, porque la diferencia entre unas y otras doncellas no está en que unas durmieron y otras no. Lo que las diferencia no es en este caso el sueño sino cómo se dispusieron para la hora del banquete, es decir: cómo prepararon su despertar.

Algunas simplemente no prepararon su despertar. El cansancio, el hastío o la oscuridad de la noche les ganaron y ellas pasivamente entregaron al sueño sin pensar qué podría suceder después. Otras en cambio, aunque sintieran que la noche les podía vencer, hicieron acopio de aceite, de modo que al despertar pudieran contar con algo para vencer a la noche. Es un asunto de conciencia: unas fueron conscientes de que podían dormirse, y tomaron medidas al respecto; otras sencillamente se dejaron ganar del sueño.

Para nosotros, ¿qué es preparar el despertar? Depende de qué sueño estemos hablando. Uno puede pensar en el sueño de la muerte, cosa que suena muy concorde con el tono escatológico de estos capítulos finales del evangelio de Mateo. Quienes se dejan llevar por este sueño son quienes extinguen su mirada sobre este mundo como si nada realmente fuera a suceder después. Quienes, por el contrario, son previsivos, guardan aceite, que es una manera de guardar luz. Aunque su cuerpo sea vencido por el sueño, hay un poco de luz que no duerme con ellos. ¿Qué luz estamos guardando? ¿Qué puede alumbrar en nosotros cuando ya nos hayamos dormido, esto es, cuando ya la muerte nos haya sometido a su poder?

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jueves, 25 de agosto de 2016

“Estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada”

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 2ºa semana del tiempo ordinario.

Dios nos bendice,..,.

Evangelio según San Mateo 24,42-51. 
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. ¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará', y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. 

Comentario

a) Nos quedan tres días de lectura del evangelio de san Mateo. Y los tres tienen un mismo tema: el discurso «escatológico» de Jesús, el quinto y último de los que Mateo nos ofrece en su evangelio, organizando los dichos de Jesús (cf. lo que decíamos el lunes de la décima semana).

El discurso escatológico se refiere a los acontecimientos finales y, en concreto, a la actitud de vigilancia que debemos tener respecto a la venida última de Jesús.

Hoy nos lo dice con dos comparaciones muy expresivas: el ladrón puede venir en cualquier momento, sin avisar previamente; el amo puede regresar a la hora en que los criados menos se lo esperan. En ambos casos, la vigilancia hará que el ladrón o el amo nos encuentren preparados.

b) Nos va bien que nos recomienden la vigilancia en nuestra vida.

No es que sea inminente el fin del mundo, con la aparición gloriosa de Cristo. Ni que necesariamente esté próxima nuestra muerte. Pero es que la venida del Señor a nuestras vidas sucede cada día, y es esta venida, descubierta con fe vigilante, la que nos hace estar preparados para la otra, la definitiva. Toda la vida está llena de momentos de gracia, únicos e irrepetibles. Los judíos no supieron reconocer la llegada del Enviado: ¿desperdiciamos nosotros otras ocasiones de encuentro con el Señor?

El estudiante estudia desde el principio de curso. El deportista se esfuerza desde que empieza la etapa o el campeonato. El campesino piensa en el resultado final ya desde la siembra. Aunque no sean inminentes ni el examen ni la meta definitiva ni la cosecha. No es de insensatos pensar en el futuro. Es de sabios. Día a día se trabaja el éxito final. Día a día se vive el futuro y, si se aprovecha el tiempo, se hace posible la alegría final.

«Estad en vela»: buena consigna para la Iglesia, pueblo peregrino, pueblo en marcha, que camina hacia la Venida última de su Señor y Esposo. Buena consigna para unos cristianos despiertos, que saben de dónde vienen y a dónde van, que no se dejan arrastrar sin más por la corriente del tiempo o de los acontecimientos, que no se quedan amodorrados por el camino.

Estar en vela no significa vivir con temor, ni menos con angustia, pero sí con seriedad. Porque todos queremos escuchar, al final, las palabras de Jesús: «muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor».

JOSÉ ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 315-319
 

miércoles, 24 de agosto de 2016

Propongámosle a otros la experiencia de encontrarse con Dios

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles en que celebramos la fiesta de San Bartolomé, Apóstol.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Juan 1,45-51. 
Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret". Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?". "Ven y verás", le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera',crees. Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."  
Comentario

El evangelio de Juan nos presenta un relato único del encuentro entre dos discípulos de Jesús: Felipe y Natanael, a quien la tradición y el pensamiento cristiano identificaron, sin gran sustento, a partir del siglo IX, con el apóstol Bartolomé cuya fiesta celebramos hoy.

La descripción que hace Felipe de su encuentro con Jesús es concisa y elocuente. Pero la respuesta de Natanael está llena de escepticismo. Poco o nada tiene que ver lo que oye con sus expectativas sobre el Mesías; sin embargo acepta la invitación para corroborar lo dicho por Felipe con sus propios ojos.

¡Qué necesarias son, en la comunidad cristiana, las personas como Felipe! ¡Gente que busca alternativas y anuncia a Jesús desde la experiencia de su propia vida! ¡Qué buen ejemplo nos da también Natanael! ¡Cuántas veces nuestras expectativas sobre los planes de Dios nos impiden ver la novedad con que Él se abre camino en la historia!

La Buena Noticia, que es Jesús, continúa germinando y creciendo entre nosotros hoy. Quiera Dios que podamos darnos cuenta de ello, para que logremos hacer nosotros y proponer a otros la experiencia de encontrarnos con Él. ¿A quién puedo invitar para llevarlo a Jesús?

Servicio Bíblico Latinoamericano 

martes, 23 de agosto de 2016

¡Ay de ustedes que descuidan lo más importante: la justicia, la misericordia...!

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el  comentario, en este martes de la 21ª semana del tiempo ordinario.

Dos nos bendice...

Evangelio según San Mateo 23,23-26. 
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera. a y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.  
Comentario

-¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la Justicia, la Misericordia, la Lealtad!

La Ley preveía que cada agricultor debía ofrecer al Templo el "décimo" -el diezmo- de la cosecha. Los fariseos lo habían encarecido al aplicar esta regla incluso a las hierbas que se emplean como condimento: la menta, el hinojo, el comino... ¡Nos imaginamos a las amas de casa separando de cada diez un ramito de perejil para la colecta del Templo! Estas son minucias de las que Jesús nos ha liberado. ¡Vamos! ¡Ampliad vuestros horizontes, abrid las ventanas de vuestra religión! Jesús nos repite esto HOY.

Si los fariseos eran minuciosos en algunas bagatelas, tenían en cambio la manga muy ancha para otros asuntos más importantes. Y Jesús nos recuerda las grandes exigencias de todos los tiempos: la justicia, la misericordia, la fidelidad.

Hoy diríamos: la ayuda a los más pobres, la defensa de los débiles y de los oprimidos, la pureza de la vida conyugal, la honestidad profesional, la justicia social, etc...

-Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello.

Jesús no es un revolucionario que predica la libertad por la libertad. Quiere que la fidelidad a las observancias cultuales sea el reflejo de una fiel observancia del amor a los demás, durante toda la vida.

No "la vida" o "el culto"...
Sino "la vida" y "el culto"...

-¡Guías ciegos que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡que purificáis por fuera la copa y el plato mientras que por dentro estáis llenos de codicia y de intemperancia! ¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa, para que también por fuera quede limpia!

Los documentos de Qumram nos han mostrado cuán grande era, entre los judíos, la preocupación por la pureza legal: se requerían abluciones numerosas para cualquier propósito. Un mosquitillo que cayera en la sopa la hacía "impura" .

No nos creamos superiores, ni juzguemos despectivamente tales prácticas, como si la vida moderna nos hubiera liberado definitivamente de detalles sin importancia y de tabúes irracionales.

Jesús nos repite, hoy también, que el ceremonial exterior -la purificación de la "copa y del plato"- tiene menos importancia que la pureza interior. Las controversias actuales en algunos países, sobre la "comunión en la mano", o la "comunión en la boca", pertenecen a este orden de cosas.

"No mancha al hombre lo que entra por la boca; lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre." (Mateo 15, 11)

A veces nos imaginamos que solamente ahora, en la actualidad, nuestros tiempos son turbulentos, los usos y costumbres cambiantes y provocadores de oposiciones entre las distintas maneras de comportarse.

Ahora bien, en todo tiempo la Iglesia ha conocido esos cambios y esas oposiciones. Jesús, en su tiempo, fue un factor de evolución de las costumbres de sus correligionarios judíos. Digamos simplemente que sobre esos asuntos de detalle ¡tenía, más bien, amplitud de ideas! Pero hay que añadir: se encolerizaba contra los que querían defender a toda costa los usos que El reprobaba.

La insistencia de Mateo a relatarnos esas invectivas, que nos extrañan a veces, proviene de que la Iglesia de su tiempo estaba afrontada a polémicas agudas entre el cristianismo y el judaísmo, en el interior mismo de las comunidades. Los judaizantes querían conservar el máximo de usos judíos. Los otros se apoyaban precisamente en esas palabras de Jesús para defender un punto de vista más amplio.

Ayúdanos, Señor, a superar nuestras oposiciones.

Noel Quesson
Palabra de Dios para cada día2
Evang. De Pentecostés a Adviento
Edit. Claret/Barcelona 1983.Pág. 142 s.
 

lunes, 22 de agosto de 2016

En el seguimiento de Jesús, todo es gracia y puro don de Dios

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la primera lectura y el Evangelio de la Santa Misa, así como el comentario, en este lunes de la XXI Semana del Tiempo Ordinario.

Hoy celebramos la memoria de Santa María Reina del universo, a quien pedimos que interceda por nosotros.

Dios nos bendice...

Segunda Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 1,1-5.11b-12. 
Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios, nuestro Padre y al Señor Jesucristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios Padre y del Señor Jesucristo. Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios a causa de ustedes, y es justo que lo hagamos, porque la fe de ustedes progresa constantemente y se acrecienta el amor de cada uno hacia los demás. Tanto es así que, ante las Iglesias de Dios, nosotros nos sentimos orgullosos de ustedes, por la constancia y la fe con que soportan las persecuciones y contrariedades. En esto se manifiesta el justo Juicio de Dios, para que ustedes sean encontrados dignos del Reino de Dios por el cual tienen que sufrir. Pensando en esto, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe. Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. 
Evangelio según San Mateo 23,13-22.
"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él. 

Comentario

Los textos litúrgicos presentan hoy, dos actitudes religiosas diversas y, a la vez, contrapuestas: la de los cristianos de Tesalónica, aprobada por Pablo y sus compañeros de misión, por un lado, y la de los maestros de la Ley y los fariseos, reprobada por Jesús, por otro.

Los pasajes pertenecen a situaciones y épocas diversas, pero la confrontación va a la raíz del hecho religioso y se transforma en un espejo que refleja los gestos de nuestra propia vida cristiana.

La fe que nos atraviesa es siempre un don gratuito que proviene de Dios; un fruto de la Gracia que Él nos ofrece. Nada tienen que ver nuestros méritos personales para poder recibirla, y ni siquiera para lograr mantenernos firmes en ella, aunque requiera de todo nuestro esfuerzo.

En el seguimiento de Jesús, todo es gracia y puro don de Dios. Él hace crecer el amor fraterno en la comunidad y sostiene a los discípulos para que perseveren en medio de las dificultades.

¡Qué distinto y equivocado el camino de quienes se ponen a sí mismos en el centro de sus propias búsquedas religiosas! ¡No hallarán a Dios, sino a sí mismos! ¿A qué me llaman las palabras de Jesús en este pasaje del Evangelio?

Servicio Bíblico Latinoamericano 

domingo, 21 de agosto de 2016

'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este XXI Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios nos bendice...

Evangelio según San Lucas 13,22-30. 
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?". El respondió: "Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: 'Señor, ábrenos'. Y él les responderá: 'No sé de dónde son ustedes'. Entonces comenzarán a decir: 'Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas'. Pero él les dirá: 'No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!'. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos". 
Comentario

“Ancha es la puerta
- de los centros comerciales para adictos refinados;
- de los hoteles de lujo para le élite del negocio y del poder;
- de los que acuden a lavar los dólares del narcotráfico;
- de los sepulcros vacíos que cultivan fachadas y apariencias.

Estrecha es la puerta
- de los que sirven en las residencias millonarias;
- de los calabozos que reprimen a los justos;
- de los ranchos construidos con material de desperdicio;
- de las decisiones solidarias con los oprimidos.

Ancho es el camino
- de los latifundios que se pierden en el horizonte baldío;
- de las autopistas hacia las playas exclusivas;
- de la corrupción que se pasea en carros de lujo;
- de las multitudes domesticadas por la costumbre.

Estrecho es el camino
- de los que hunden la pala en los cimientos de los grandes edificios;
- de los callejones en los barrios marginados;
- de la nueva justicia abierta en medio de la selva legal;
- del futuro del Reino que no es noticia en ningún periódico.

Ancho es el camino
- que lleva a los sumos sacerdotes al templo de Jerusalén;
- de la casa de Herodes construida con impuestos populares;
- del palacio imperial de Pilato;
- de las aclamaciones de las multitudes ahítas de pan.

Estrecho es el camino
- que va de Belén a la cueva de los pastores;
- que sigue Jesús hacia los poblados perdidos de Galilea;
- que sube hasta el monte de la Transfiguración;
- de la callejuela que atraviesa Jerusalén y llega hasta el Calvario;
- de la decisión que conduce hasta Getsemaní en medio de la noche”.

Amplia es la calle que lleva a la perdición.
Qué estrecho es el callejón que lleva a la vida”

Nos viene muy bien recordar esta poesía de Benjamín González Buelta, S.J., cuando la liturgia nos propone el texto evangélico de Lucas en el que Jesús le recomienda a sus discípulos: “Procuren entrar por la puerta angosta; porque les digo que muchos querrán entrar y no podrán”. Es muy fácil que nos sintamos atraídos por las puertas y los caminos anchos que nos ofrece la sociedad de consumo. Es muy fácil que nos olvidemos que el callejón que lleva a la vida es estrecho y supone sacrificios. Cada quién tiene que revisar su vida y reconocer por dónde pasan estos caminos estrechos del seguimiento del Señor en nuestra propia historia.

Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Profesor Asociado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá