¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario,
este viernes de la 34ª. Semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendiga…
Evangelio
según San Lucas 21,29-33.
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación: "Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."
Comentario
«Señor, dame a
conocer mi fin y cuál es la medida de mis años, para que comprenda lo caduco
que soy» (Sl 38,5). Si me hicieras conocer mi fin, dice el salmista, si me
hicieras conocer cuál es el número de mis días, por ahí mismo podré saber lo
que me falta. Y es posible que a través de estas palabras quiera también
indicar eso: todo oficio tiene una finalidad. Por ejemplo, la finalidad de una
empresa constructora es construir una casa; la finalidad de un astillero es
construir un buque capaz de enfrentarse con las olas del mar y soportar los
azotes de los vientos; y la finalidad de cada oficio es llegar a una cosa
parecida a la que el mismo oficio parece inventado. Quizás es así que nuestra
vida y la del mundo entero tiene una cierta finalidad con la cual hacemos todo
lo que se hace en nuestra vida, o por la cual el mismo mundo ha sido creado o
subsiste.
El apóstol Pablo se acuerda de esta finalidad cuando dice:
«Seguidamente vendrá el fin, cuando entregue el Reino a Dios Padre» (1Co
15,24). Ciertamente que hay que apresurarse hacia este fin puesto que es el
precio mismo de la obra por la cual somos creados por Dios.
De la misma manera que nuestro organismo corporal, pequeño y reducido al nacer, es, sin embargo estimulado y tiende al término de su grandeza creciendo en edad, y también así como nuestra alma se expresa primero a través de un lenguaje balbuciente y más claro después para, en fin, llegar a una perfecta y correcta manera de expresión, también es cierto que toda nuestra vida comienza en el presente de esta manera: primero como balbuciente entre los hombres sobre la tierra, pero se acaba y llega a su cumbre en los cielos cerca de Dios.
De la misma manera que nuestro organismo corporal, pequeño y reducido al nacer, es, sin embargo estimulado y tiende al término de su grandeza creciendo en edad, y también así como nuestra alma se expresa primero a través de un lenguaje balbuciente y más claro después para, en fin, llegar a una perfecta y correcta manera de expresión, también es cierto que toda nuestra vida comienza en el presente de esta manera: primero como balbuciente entre los hombres sobre la tierra, pero se acaba y llega a su cumbre en los cielos cerca de Dios.
Por este motivo el profeta desea conocer la finalidad por la cual ha sido hecho
para que, mirando el fin, examinando sus días y considerando
su perfección, ve todo lo que le falta en relación con este fin
hacia el cual tiende... Es como si los que salieron de Egipto hubieran dicho:
«Hazme conocer, Señor, mi fin» que es una tierra buena y una tierra santa, «y
el número de mis días» por los que ando «para que conozca lo caduco que soy”, y
cuánto me falta hasta llegar a la tierra santa que me tienes prometida.
Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo
1ª homilía sobre el salmo 38
1ª homilía sobre el salmo 38
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