¡Amor y paz!
"Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más
incisiva en la Iglesia... La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el
papel que ésta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María,
una mujer, es más importante que los obispos", dijo el Papa en una amplia entrevista con el sacerdote jesuita Antonio Spadaro,
director de la revista La Civilta Cattolica.
Y lo que ha expresado Francisco en estos días es consecuencia de la
actitud que Jesús asumió siempre hacia las mujeres, varias de las cuales lo acompañaron
cuando recorría ciudades y pueblos y anunciaba la Buena Noticia del Reino de
Dios, según nos relata el Evangelio hoy.
Los invito,
hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la
XXIV Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los
bendiga...
Evangelio
según San Lucas 8,1-3.
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
Comentario
Es
particularmente conmovedor meditar en la actitud de Jesús hacia la mujer: se
mostró audaz y sorprendente para aquellos tiempos, cuando, en el paganismo, la
mujer era considerada objeto de placer, de mercancía y de trabajo, y, en el
judaísmo, estaba marginada y despreciada. Jesús mostró siempre la máxima estima
y el máximo respeto por la mujer, por cada mujer, y en particular fue sensible
hacia el sufrimiento femenino. Traspasando las barreras religiosas y sociales
del tiempo, Jesús restableció a la mujer en su plena dignidad de persona humana
ante Dios y ante los hombres.
¿Cómo no
recordar sus encuentros con Marta y María, con la Samaritana, con la viuda de
Naín, con la mujer adúltera, con la hemorroisa, con la pecadora en casa de
Simón el fariseo? El corazón vibra de emoción al sólo
enumerarlos. ¿Y cómo no recordar sobre todo, que Jesús quiso asociar
algunas mujeres a los Doce, que le acompañaban y servían y fueron su consuelo
durante la vía dolorosa hasta el pie de la cruz? Y después de la resurrección
Jesús se apareció a las piadosas mujeres y a María Magdalena, encargándole
anunciar a los discípulos su resurrección. Deseando encarnarse y entrar en
nuestras historia humana, Jesús quiso tener una Madre, María Santísima, y elevó
así a la mujer a la cumbre más alta y admirable de la dignidad, Madre de Dios encarnado,
Inmaculada, Asunta, Reina del cielo y de la tierra.
¡Por eso, vosotras, mujeres cristianas, debéis anunciar, como María Magdalena y las otras mujeres del Evangelio debéis testimoniar que Cristo ha resucitado verdaderamente, que El es nuestro verdadero y único consuelo! Tened, pues, cuidado de vuestra vida interior
¡Por eso, vosotras, mujeres cristianas, debéis anunciar, como María Magdalena y las otras mujeres del Evangelio debéis testimoniar que Cristo ha resucitado verdaderamente, que El es nuestro verdadero y único consuelo! Tened, pues, cuidado de vuestra vida interior
(Referencias
bíblicas: Lc 10,38-42; Jn 4,1-42; Lc 7,11-17; Jn 8,3-9; Mt 9,20-22; Lc 7,36-50;
Lc 8,2-3; Mt 28,8 )
Beato Juan
Pablo II (1920-2005), papa
Alocución del 29 de abril 1979 13 - Copyright © Libreria Editrice Vaticana
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2001-2013
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