¡Amor y paz!
Jesús hará hoy una declaración
solemne y central a través de la cual explica cómo se producirá el fruto de su
misión y la de sus discípulos. No se puede producir vida (dar fruto) sin
dar la propia vida (morir).
La
vida es fruto del amor y no brota si el amor no es pleno, si no llega al don
total. Amar es darlo todo, entregarlo todo, sin escatimar nada; hasta
desaparecer, si es necesario, como individuo o como comunidad. Jesús va a
entregarse por los demás, es solidario con los necesitados y por ellos ha
aceptado la muerte y prevé ya el fruto.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar le Evangelio y el comentario, en este sábado
en que celebramos la fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 12,24-26.
Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Comentario
En la metáfora del grano
de trigo que muere en la tierra, la muerte es la condición para que se libere
toda la energía vital que la semilla contiene y la vida allí encerrada se
manifieste plenamente. Con esta metáfora Jesús afirma que el hombre tiene
muchas potencialidades y que solamente el don del sí total las libera para que
ejerzan toda su eficacia. El fruto comienza paradójicamente en el mismo grano
que muere porque si no cae en la tierra no muere, no da vida, no fructifica, es
infecundo. La muerte de la que habla Jesús no es un acontecimiento aislado, es
la culminación de un proceso, es el camino que se ha ido recorriendo como
donación de la propia vida. Es el último acto de una donación constante, que
sella definitivamente la entrega de la propia vida.
Por eso, dar la propia vida es condición para la fecundidad, es la suprema medida del amor. Jesús le explica a sus discípulos que tal decisión no es una pérdida para el hombre, sino una máxima ganancia; no significa frustrar la propia vida, sino llevarla a su completo éxito. "El que se ama a sí mismo pierde su vida, pero el que ofrece su vida por los demás la salvará.". El temor a perder la vida es el gran obstáculo al compromiso por los demás porque el amor a la propia vida lleva a todas las abdicaciones, a la injusticia, al silencio cómplice ante la realidad.
Por eso, dar la propia vida es condición para la fecundidad, es la suprema medida del amor. Jesús le explica a sus discípulos que tal decisión no es una pérdida para el hombre, sino una máxima ganancia; no significa frustrar la propia vida, sino llevarla a su completo éxito. "El que se ama a sí mismo pierde su vida, pero el que ofrece su vida por los demás la salvará.". El temor a perder la vida es el gran obstáculo al compromiso por los demás porque el amor a la propia vida lleva a todas las abdicaciones, a la injusticia, al silencio cómplice ante la realidad.
El que ofrece su vida por
los demás, ama de verdad, se olvida del propio interés y seguridad, lucha por
la vida, la dignidad y la libertad en medio de una sociedad donde reina la
muerte. Como Jesús, muchos hombres y mujeres de ayer y de hoy, para dar vida
han dado su propia vida porque han estado convencidos que el fruto supone una
muerte y la entrega exige una fe en la fecundidad del amor.
Diario
Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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