domingo, 11 de agosto de 2013

¡No tengamos miedo!

¡Amor y paz!

Tenemos demasiados miedos: Tenemos miedo a la libertad. Sobre todo a la libertad de los otros, que suelen ser los "malos", y en especial a la de aquellos que de algún modo nos están sometidos, como son los hijos y los alumnos, y a los que juzgamos irresponsables. Sin embargo, la vocación de todos los hombres es la libertad, y para vivir en libertad Cristo nos ha liberado.

Tenemos miedo a la verdad o a no tener la verdad, a dudar y a preguntar. Por eso preferimos con frecuencia la adhesión incondicional a la crítica responsable, la apologética trasnochada al diálogo sincero con aquellos que no piensan igual que nosotros. Tenemos miedo al cambio y recelamos de lo nuevo simplemente porque es nuevo. Tenemos miedo a perder posiciones, riquezas, privilegios, poder... Y aunque no tengamos nada que perder, a veces resulta que seguimos teniendo miedo porque nos lo meten en el cuerpo aquellos que lo tienen todo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este XIX Domingo del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga..

Evangelio según San Lucas 12,32-48. 
No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.  Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada". Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?". El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más. 
Comentario

El miedo nos hace retroceder ante el futuro, pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor. El miedo es conservador, inmovilista, reaccionario. El miedo nos hace intolerantes en muchas ocasiones y en otras agresivos. El miedo nos pone en guardia para que no pase nada, porque el miedo -se dice- guarda la viña. Hay, por lo tanto, una vigilancia que nace del miedo, así como vigila el amo para que no venga el ladrón y horade su casa de barro y se lleve todo lo que tiene. Pero este miedo y esta vigilancia están en abierta contradicción con la Buena Noticia.

*"No tengáis miedo" (/Lc/12/32): Es lo que dice Jesús a sus discípulos, y añade como razón que el Padre les ha prometido el reino. Les dice también que pongan su corazón donde está su verdadero tesoro: en Dios, y sus manos en donde está su única tarea: en el mundo.

Si creemos las palabras de Jesús, ya no tendremos miedo, sino esperanza. Porque la fe en las palabras de Jesús, en el evangelio -el evangelio es siempre promesa-, engendra la esperanza, y la esperanza no puede ser confundida.

Si el miedo nos pone en guardia, la esperanza cristiana ha de ponernos en camino; si el primero guarda la viña, la segunda es la única que puede cultivarla para que dé mucho fruto, se cumpla la promesa y venga a nosotros el reino que Dios ha prometido a los pobres.

VIGILAR/QUE-ES:"Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas" (/Lc/12/35): Jesús espera de sus discípulos que adopten en sus vidas una actitud vigilante y que esta vigilancia sea activa y no mera contemplación. Debemos vigilar no para conservar lo que tenemos sino para recibir lo que esperamos, debemos trabajar muy despiertos para entrar un día en la fiesta y en las bodas del Hijo del Hombre que está por venir.

Vigilar es estar en lo que estamos y a la vez en lo que esperamos, porque es vivir en tensión, en vilo todos los días. Vigilar es para los cristianos desarraigo y andadura, éxodo permanente hacia el reino de Dios. Para vigilar así hace falta ser pobre, hacerse pobre, y tener una promesa por delante. La vigilancia mira hacia el futuro del hombre y el adviento de Dios, la vigilancia es fecunda y renovadora, infatigable.

EUCARISTÍA 1977, 38

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