sábado, 4 de mayo de 2013

“Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí”

¡Amor y paz!

Un derecho fundamental en las democracias de hoy es el que tiene un individuo a no ser perseguido, sancionado o molestado por sus pensamientos, opiniones o creencias. Claro que en la práctica muchos todavía son criticados cuando no perseguidos por esto.

Este fenómeno fue más manifiesto  en la sociedad pagana y en parte también la judía de finales del siglo I y comienzos del siglo II. Una situación que se caracterizaba por el rechazo y hasta por la persecución abiertas. La resistencia a la revelación no ha cesado con la cruz de Jesús; ahora se dirige contra la comunidad creyente que mantiene el testimonio de la revelación y que se presenta ante el mundo.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la Quinta Semana de Pascua.

Dios los bendiga...

Evangelio según San Juan 15,18-21. 
Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí. No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo, y por eso el mundo los odia. Acuérdense de lo que les dije: el servidor no es más que su patrón. Si a mí me han perseguido, también los perseguirán a ustedes. ¿Acaso acogieron mi enseñanza? ¿Cómo, pues, acogerían la de ustedes? Les harán todo esto por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.
Comentario

En la lectura evangélica, que sigue siendo del evangelio de san Juan, Jesús anuncia a sus discípulos que experimentarán el odio del mundo, como El mismo lo ha experimentado. Nos extraña esta concepción pesimista y negativa del mundo en boca de Jesús, pero es que en el 4º evangelio se emplea un lenguaje que estaba muy en boga a finales del siglo 1º de nuestra era. Era el lenguaje dualista que presentaba las cosas en forma de oposiciones: cielo y tierra, arriba y abajo, bien y mal, Dios y Demonio, carne y espíritu. Uno de los polos era concebido como bueno y positivo, el otro como malo y negativo.

Este lenguaje ya era conocido en el mundo judío antes de Jesucristo: aparece reflejado en los escritos de Qumrán, en buena parte de la literatura apócrifa apocalíptica de los judíos e, incluso, en algunos pasajes sapienciales o apocalípticos del AT. Cuando Jesús habla del mundo que lo odia y que también odiará a sus discípulos, no se está refiriendo al cosmos, al universo como creación de Dios, pues este es bueno y refleja la sabiduría, la bondad y la belleza del creador. Se está refiriendo en cambio al entramado de los poderes y los intereses de la historia, por ejemplo al Imperio Romano con todas sus injusticias sociales y económicas; o a la orgullosa cultura helenista que imperaba en la época y que era el soporte de la organización política; o a las comunidades judías extremadamente nacionalistas, fatuamente orgullosas de sus tradiciones anquilosadas; o a la actitud cerrada de tantas personas egoístas, vanidosas, avaras, crueles e insensibles que se opondrían necesariamente a la predicación evangélica.

Jesús anuncia a sus discípulos el odio del mundo que se manifestará en persecuciones, como las que Él mismo ha sufrido, como han sido constantes a lo largo de la historia del cristianismo. Persecuciones que en lugar de detener el ímpetu evangelizador de la Iglesia, la lanzan a nuevos horizontes, a nuevas fronteras, confortada por el Espíritu de Jesucristo.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica).

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