sábado, 23 de febrero de 2013

‘Amen a sus enemigos’



¡Amor y paz!

El evangelio de hoy nos pone delante un ejemplo muy concreto de este estilo de vida que Dios quiere de nosotros. Jesús nos presenta su programa: amar incluso a nuestros enemigos.

El modelo, esta vez, es Dios mismo (otras veces se presenta Jesús como el que ha amado de veras; esta vez nos propone a su Padre). Dios ama a todos. Hace salir el sol sobre malos y buenos. Manda la lluvia a justos e injustos. Porque es Padre de todos. Así tenemos que amar nosotros. «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo» (J. Aldazábal).

Te invito, hermano, a leer y meditare el Evangelio y el comentario, en este sábado de la 1ª. Semana de Cuaresma.

Dios te bendiga…

Evangelio según San Mateo 5,43-48.

Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.

Comentario

Jesús continúa analizando la ley antigua y reemplazando cada mandamiento por otro que contenga mayor contenido de amor y de justicia, tal como quiere el Padre. Él sabe que lo único que puede salvar al ser humano es entender que si no se tiene el perdón como punto de partida, jamás se podrá alcanzar una convivencia digna entre seres humanos. De aquí su gran preocupación por la búsqueda de esos valores que quiere el Padre para la humanidad, valores que harán que el ser humano se acerque a la misma perfección de Dios.

Todos los mandamientos que hasta entonces han sido norma de vida para el pueblo y cuya interpretación está en manos de las instituciones oficiales, Jesús los discute y los cuestiona, para luego introducirles otra valoración ética y moral que de verdad sirva para la reconstrucción del mundo. Toda la ley judía empieza a ser reevaluada desde un solo principio: el amor fraterno que empieza a ser realidad, cuando se comprende que todos somos hijos del mismo Padre y por ende hermanos.

Cuando la comunidad cristiana primitiva llegó a comprender que Jesús quería la creación de una sociedad universal, unida a través del amor fraterno, fue capaz de romper todos los distanciamientos que histórica y culturalmente separaban a los seres humanos. Esta idea de la sociedad universal logró superar, inclusive, las exclusividades de los judíos, quienes tenían centrados todos sus principios en torno al círculo cerrado del judaísmo.

Para Jesús no bastaba sólo el amor al hermano de carne, de etnia o de cultura. Era necesario extender ese amor a todos los seres humanos, porque de lo contrario el mundo no progresaría. Y se trataba, no de salvar a un grupito, sino de que todas las personas se humanizaran. Esto sería posible sólo en la medida en que todos los seres humanos llegasen a amarse y perdonarse. Sólo en esa misma medida se cumpliría con lo que Dios quería.

Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)

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