¡Amor
y paz!
El
pasaje del evangelio que leeremos hoy, tomado, como venimos haciéndolo, de los
discursos de despedida de Jesús durante la última cena celebrada con sus
discípulos, nos pone ante una alternativa: la tristeza y el gozo, las penas y
la felicidad. Si perseveramos, al final tendremos una alegría que nadie nos
podrá quitar.
Los
invito, hermanos, a leer el Evangelio y el
comentario, en este viernes de la VI
Semana de Pascua.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Juan 16,20-23a.
Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas. Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre.
Comentario
La alegría de Dios es algo duradera, no es temporal ni
esporádica… no se parece, de hecho, a la que el mundo y sus pasatiempos pueden
producir. La razón es que esta alegría es interior pues es producida
directamente por el Espíritu Santo. Por eso Jesús dice: “que nadie podrá
quitaremos esta alegría”.
Puede ser que pasemos por situaciones difíciles y
apremiantes; sin embargo, la alegría interior se convierte en un río interno
que pacifica, conforta y da armonía a toda nuestra vida, haciéndonos capaces de
afrontar y resolver cualquier problema o dificultad, por difícil o grave que
éste sea.
Esta alegría y paz es tal que por eso dice Jesús también: “Ese día no
me preguntarán nada”.
Y es que cuando el corazón está lleno de Dios, ¿qué cosa
puede ser importante para el hombre sino Dios mismo? ¿Qué pregunta podría
surgir de este corazón…? Ninguna, Dios lo es todo, Dios lo llena todo, Dios lo
ilumina todo. Pidamos al Espíritu: “Ven Espíritu de alegría y de paz y llena
todo nuestro ser, toda nuestra vida y haznos experimentar el poder y el amor
del Dios que Salva.
Que la resurrección de Cristo, llene de amor tu corazón.
Que la resurrección de Cristo, llene de amor tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro
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