¡Amor y paz!
Hoy termina la primera parte del evangelio según San Marcos y por fin leemos que los apóstoles, a través de Pedro, confiesan: “Tú eres el Mesías”.
Tal confesión es decisiva. La pregunta clave se había planteado desde el comienzo del texto de Marcos: ¿Quién es en verdad Jesús? Pedro responde con su característica espontaneidad. Sin embargo, su fe aún no es madura; tan es así que, a continuación, ni él ni los demás discípulos entienden que el Señor tenga que ser condenado, padecer, morir y resucitar.
Pedro reprende por esto a Jesús, pero a su vez el apóstol recibe una dura amonestación: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
¿Cuántas veces confesamos nuestra fe, pero cuántas también nuestra fe languidece cuando llega la prueba? Ayer decíamos que la fe requiere de un proceso y hoy agregamos que para llegar a convertirnos y creer en Jesús se requiere superar las pruebas de la vida, signadas a veces por el sufrimiento.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el himno, en este jueves de la VI Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 8,27-33.
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Himno
Avanza del rey el estandarte
Brilla el misterio de la cruz
Donde la vida sufrió la muerte,
Muriendo nos vivificó.
En la cruz fue traspasado
Por la lanza cruel
Y para lavarnos del pecado
Brotó un manantial de agua y de sangre.
Se cumplió lo que David
En su cántico proclamó
Anunciando al mundo entero:
Dios ha vencido en la cruz
Árbol frondoso lleno de gloria
Ornado de púrpura real
Nacido de tronco noble, escogido
Para sostener al santísimo cuerpo.
Dichoso porque de tus brazos
Estuvo pendiendo el rescate del mundo
Balanza fuiste del cuerpo sagrado
Y arrebataste al infierno su botín.
Salve, cruz, esperanza única
En este tiempo de Pasión;
Aumenta en nosotros tu gracia
Lava nuestros crímenes.
¡Oh Trinidad, fuente de salvación
Que todo viviente te alabe
Tú que nos das la victoria gracias a la cruz
Danos también la bienaventuranza eterna.
Brilla el misterio de la cruz
Donde la vida sufrió la muerte,
Muriendo nos vivificó.
En la cruz fue traspasado
Por la lanza cruel
Y para lavarnos del pecado
Brotó un manantial de agua y de sangre.
Se cumplió lo que David
En su cántico proclamó
Anunciando al mundo entero:
Dios ha vencido en la cruz
Árbol frondoso lleno de gloria
Ornado de púrpura real
Nacido de tronco noble, escogido
Para sostener al santísimo cuerpo.
Dichoso porque de tus brazos
Estuvo pendiendo el rescate del mundo
Balanza fuiste del cuerpo sagrado
Y arrebataste al infierno su botín.
Salve, cruz, esperanza única
En este tiempo de Pasión;
Aumenta en nosotros tu gracia
Lava nuestros crímenes.
¡Oh Trinidad, fuente de salvación
Que todo viviente te alabe
Tú que nos das la victoria gracias a la cruz
Danos también la bienaventuranza eterna.
Liturgia del rito latino de las Horas, himno de la Pasión Vexilla regis, por Venancio Fortunato (hacia 530-600)
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