¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este jueves 3 de Adviento, ciclo C.
Dios nos bendice.
1ª Lectura (Jue 13,2-7.24-25a):
En aquellos días, había en Sorá un hombre de estirpe
danita, llamado Manoj. Su esposa era estéril y no tenía hijos. El ángel del
Señor se apareció a la mujer y le dijo: «Eres estéril y no has engendrado. Pero
concebirás y darás a luz un hijo. Ahora guárdate de beber vino o licor, y no
comas nada impuro, pues concebirás y darás a luz un hijo. La navaja no pasará
por su cabeza, porque el niño será un nazir de Dios desde el seno materno. Él
comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos».
La mujer dijo al esposo: «Ha venido a verme un hombre de Dios. Su semblante era
como el semblante de un ángel de Dios, muy terrible. No le pregunté de dónde
era, ni me dio a conocer su nombre. Me dijo: ‘He aquí que concebirás y darás a
luz un hijo. Ahora, pues, no bebas vino o licor, y no comas nada impuro; porque
el niño será nazir de Dios desde el seno materno hasta el día de su muerte’».
La mujer dio a luz un hijo, al que puso de nombre Sansón. El niño creció, y el
Señor lo bendijo. El espíritu del Señor comenzó a agitarlo.
Salmo responsorial: 70
R/. Que se llene mi boca de tu alabanza, y así cantaré tu gloria.
Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque
mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa.
Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías.
Contaré tus proezas, Señor mío; narraré tu justicia, tuya entera. Dios mío, me
Versículo antes del Evangelio (---):
Aleluya. Retoño de Jesé, que brotaste como instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.
señal para los pueblos, ven a librarnos y no tardes. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 1,5-25):
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote,
llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de
Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin
tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque
Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le
tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario
del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en
oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a
la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se
apoderó de él. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha
sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por
nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento,
porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del
Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel,
les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder
de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los
rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien
dispuesto».
Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer
avanzada en edad». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante
de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira,
te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas
cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su
tiempo».
El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el
Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido
una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió
que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días
después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses
diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó
quitar mi oprobio entre los hombres».
Comentario
Hoy, el ángel Gabriel anuncia al sacerdote Zacarías el
nacimiento “sobrenatural” de Juan el Bautista, que preparará la misión del
Mesías. Dios, en su amorosa providencia, prepara el nacimiento de Jesús con el
nacimiento de Juan, el Bautista. Aunque Isabel sea estéril, no importa. Dios
quiere hacer el milagro por amor a nosotros, sus criaturas.
Pero Zacarías no manifiesta en el momento oportuno la visión sobrenatural de la
fe: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad» (Lc
1,18). Tiene una mirada excesivamente humana. Le falta la docilidad confiada en
los planes de Dios, que siempre son más grandes que los nuestros: ¡en este
caso, ni más ni menos que la Encarnación del Hijo de Dios para la salvación del
género humano! El ángel encuentra a Zacarías como “despistado”, lento para las
cosas de Dios, como estando en “fuera de juego”.
Cuando ya faltan pocos días para la Navidad, conviene que el Ángel del Señor
nos encuentre preparados, como María. Es necesario tratar de mantener la presencia
de Dios a lo largo del día, intensificar nuestro amor a Jesucristo en nuestro
tiempo de oración, recibir con mucha devoción la Sagrada Comunión: ¡porque
Jesús nace y viene a nosotros! Y que no nos falte la visión sobrenatural en
todos los quehaceres de nuestra vida. Hemos de poner visión sobrenatural en
nuestro trabajo profesional, en nuestros estudios, en nuestros apostolados,
incluso en los contratiempos de la jornada. ¡Nada escapa a la providencia
divina! Con la certeza y la alegría de saber que nosotros colaboramos con los
ángeles y con el Señor en los planes amorosos y salvadores de Dios.
Rev. D. Ignasi FUSTER i Camp (La Llagosta, Barcelona, España)
Evangeli. Net
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