¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este martes 25 del Tiempo Ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Prov 21,1-6.10-13):
El corazón del rey es una acequia en manos de Dios, la dirige adonde quiere. Al hombre le parece siempre recto su camino, pero es Dios quien pesa los corazones. Practicar el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios. Ojos altivos, mente ambiciosa, el pecado es el distintivo de los malvados. Los planes del diligente traen ganancia, los del atolondrado traen indigencia. Tesoros ganados por boca embustera son humo que se disipa y lazos mortales. Afán del malvado es buscar el mal, no mira con piedad a su prójimo. Cuando el cínico la paga, aprende el inexperto, pero el sensato aprende con la experiencia. El honrado observa cómo la casa del malvado precipita al malvado en la ruina. Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será escuchado cuando grite.
Salmo responsorial: 118
R/. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Dichoso el que, con vida intachable, camina en la
voluntad del Señor.
Instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas.
Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos.
Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo.
Cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre jamás.
Versículo antes del Evangelio (Lc 11,28):
Aleluya. Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 8,19-21):
En aquel tiempo, se presentaron la madre y los hermanos de Jesús donde Él estaba, pero no podían llegar hasta Él a causa de la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte». Pero Él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen».
Comentario
Hoy leemos un hermoso pasaje del Evangelio. Jesús no
ofende para nada a su Madre, ya que Ella es la primera en escuchar la Palabra
de Dios y de Ella nace Aquel que es la Palabra. Al mismo tiempo es la que más
perfectamente cumplió la voluntad de Dios: «He aquí la esclava del Señor:
hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), responde al ángel en la Anunciación.
Jesús nos dice lo que necesitamos para llegar a ser sus familiares, también
nosotros: «Aquellos que oyen...» (Lc 8,21) y para oír es preciso que nos acerquemos
como sus familiares, que llegaron a donde estaba; pero no podían acercarse a Él
a causa del gentío. Los familiares se esfuerzan por acercarse, convendría que
nos preguntásemos si luchamos y procuramos vencer los obstáculos que
encontramos en el momento de acercarnos a la Palabra de Dios. ¿Dedico
diariamente unos minutos a leer, escuchar y meditar la Sagrada Escritura? Santo
Tomás de Aquino nos recuerda que «es necesario que meditemos continuamente la
Palabra de Dios (...); esta meditación ayuda poderosamente en la lucha contra
el pecado».
Y, finalmente, cumplir la Palabra. No basta con escuchar la Palabra; es preciso
cumplirla si queremos ser miembros de la familia de Dios. ¡Debemos poner en
práctica aquello que nos dice! Por eso será bueno que nos preguntemos si
solamente obedezco cuando lo que se me pide me gusta o es relativamente fácil,
y, por el contrario, si cuando hay que renunciar al bienestar, a la propia
fama, a los bienes materiales o al tiempo disponible para el descanso..., pongo
la Palabra entre paréntesis hasta que vengan tiempos mejores. Pidamos a la
Virgen María que escuchemos como Ella y cumplamos la Palabra de Dios para andar
así por el camino que conduce a la felicidad duradera.
Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé (Lleida, España)
Evangeli.net
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