¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado 14 del tiempo ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Is 6,1-8):
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado
sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi
serafines en pie junto a él, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el
rostro, con dos alas se cubrían el cuerpo, con dos alas se cernían. Y se
gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo, santo, santo, el Señor de los
ejércitos, la tierra está llena de su gloria!». Y temblaban los umbrales de las
puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en
medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de
los ejércitos». Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano,
que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu
pecado». Entonces escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién mandaré?
¿Quién irá por mí?». Contesté: «Aquí estoy, mándame».
Salmo responsorial: 92
R/. El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y
ceñido de poder.
Así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú
eres eterno.
Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor,
por días sin término.
Versículo antes del Evangelio (1Pe 4,14): Aleluya. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, bienaventurados seréis, porque el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 10,24-33):
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «No está el
discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le
basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de
la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!
»No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser
descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la
oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde
los terrados. Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el
alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en
la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos
caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros,
hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues;
vosotros valéis más que muchos pajarillos. Por todo aquel que se declare por mí
ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los
cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi
Padre que está en los cielos».
Comentario
Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar sobre la
relación maestro-discípulo: «No está el discípulo por encima del maestro, ni el
siervo por encima de su amo» (Mt 10,24). En el campo humano no es imposible que
el alumno llegue a sobrepasar a quien le enseñó el abc de una disciplina. Hay
en la historia ejemplos como Giotto, que se adelanta a su maestro Cimabue, o
como Manzoni al abad Pieri. Pero la clave de la suma sabiduría está sólo en
manos del Hombre-Dios, y todos los demás pueden participar de ella, llegando a
entenderla según diversos niveles: desde el gran teólogo santo Tomás de Aquino
hasta el niño que se preparara para la Primera Comunión. Podremos añadir
adornos de varios estilos, pero no serán nunca nada esencial que enriquezca el
valor intrínseco de la doctrina. Por el contrario, es posible que rayemos en la
herejía.
Debemos tener precaución al intentar hacer mezclas que pueden distorsionar y no
enriquecer para nada la substancia de la Buena Noticia. «Debemos abstenernos de
los manjares, pero mucho más debemos ayunar de los errores», dice san Agustín.
En cierta ocasión me pasaron un libro sobre los Ángeles Custodios en el que
aparecen elementos de doctrinas esotéricas, como la metempsicosis, y una
incomprensible necesidad de redención que afectaría a estos espíritus buenos y
confirmados en el bien.
El Evangelio de hoy nos abre los ojos respecto al hecho ineludible de que el
discípulo sea a veces incomprendido, encuentre obstáculos o hasta sea
perseguido por haberse declarado seguidor de Cristo. La vida de Jesús fue un
servicio ininterrumpido en defensa de la verdad. Si a Él se le apodó como
“Beelzebul”, no es extraño que en disputas, en confrontaciones culturales o en
los careos que vemos en televisión, nos tachen de retrógrados. La fidelidad a
Cristo Maestro es el máximo reconocimiento del que podemos gloriarnos: «Por
todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por
él ante mi Padre que está en los cielos» (Mt 10,32).
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP (San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)
Evangeli. net
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