domingo, 30 de julio de 2023

Vende todo lo que tiene y compra el campo

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este Domingo XVII del Tiempo Ordinario, ciclo C.

 

Dios nos bendice...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura del  primer libro de los Reyes     3, 5 – 6a.7-12

 

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: «Pídeme lo que quieras.» Respondió Salomón: «Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?» Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y  le dijo: «Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti  una larga vida,  ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti.»

 

Palabra de Dios

 

SALMO           

 

Sal 118,57.72. 76-77.127-130

 

R.        ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

 

Mi porción es el Señor;

he resuelto guardar tus palabras.

Más estimo yo los preceptos de tu boca

que miles de monedas de oro y plata. R.

 

Que tu bondad me consuele,

según la promesa hecha a tu siervo;

cuando me alcance tu compasión, viviré,

y mis delicias serán tu voluntad. R.

 

Yo amo tus mandatos

más que el oro purísimo;

por eso aprecio tus decretos

y detesto el camino de la mentira. R.

 

Tus preceptos son admirables,

por eso los guarda mi alma;

la explicación de tus palabras ilumina,

da inteligencia a los ignorantes. R.

 

SEGUNDA LECTURA

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo

a los cristianos de Roma    8, 28-30

 

Hermanos:

Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquéllos que él llamó según su designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los justificó; y  a los que justificó, también los glorificó.

Palabra de Dios

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Mateo   13, 44-52

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entienden bien todo esto?» Ellos le contestaron: «Sí.» Él les dijo: «Ya ven, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • El texto de este domingo narra el diálogo entre Dios y Salomón. El Señor se revela a Salomón en Gabaón a través de una visión que tiene en sueños. A través de este diálogo, Salomón es confirmado en su cargo de poder sobre Israel.
  • Salomón ha accedido al reino de Israel no por méritos propios, sino por puro don divino, por fidelidad de Dios a las promesas hechas un día a David. Salomón siente su impotencia para llevar a cabo la dirección de un pueblo, y por eso le pide al Señor el arte de saber gobernar. No pide victorias militares, ni el triunfo de su política, sino saber escuchar y saber discernir entre lo bueno y lo malo para su pueblo, apertura de mente para saber ver la verdad, allí donde esté.
  • El don divino supera la petición, ya que el Señor le concede al monarca, sin condiciones, el don de saber juzgar y gobernar a su pueblo, pero añade además la riqueza y la gloria que él no había pedido.

***

  • El amor de Dios por nosotros no tiene otra finalidad que ésta: hacernos conformes a la imagen del Hijo. Todo el plan divino, desde el comienzo de los tiempos, se concentra en esta obra. Quienes aman a Dios han entrado en un proceso salvador, que no puede fallar por tener al mismo Señor como garantía.
  • Para esta llamada, Dios nos destina una gracia. Por el don del Espíritu, el Hijo está continua y dinámicamente presente en nosotros. El Espíritu hace posible que podamos llamar a Dios: ¡Padre! Esto significa que no somos huérfanos a merced de los avatares de la vida.

***

  • Jesús comenzó su vida pública en Galilea anunciando el reino de Dios, proclamando su venida, y ése es, sin duda, el contenido de su evangelio. Jesús, para enseñar el misterio del reino de Dios, hacía constantemente uso de parábolas, que tomaba de la vida cotidiana. Con su evangelio, con su buena noticia, desciende al terreno que le es a cada uno más conocido, pero llama a todos indistintamente.
  • En las parábolas, el reino de Dios se compara siempre a un suceso, y nunca a una cosa. No es propiamente como un tesoro, ni como una perla, ni como una red…, sino que en él sucede algo semejante a lo que le pasa al labrador con el tesoro, al mercader con la perla y a los pescadores con las redes que echan al mar.
  • Como el domingo pasado, también hoy las tres parábolas se refieren al Reino de los cielos, las dos primeras tienen el trasfondo de una persona que encuentra una cosa valiosa, y vende cuanto tiene para quedarse con ella. La tercera tiene el mismo trasfondo que la parábola de la cizaña y su aplicación al juicio escatológico. Las parábolas del tesoro y de la perla  quieren reflejar la actitud a tomar ante el Reino. Haber descubierto el Reino es haber descubierto el valor supremo dentro de una escala de valores. La parábola de la red, da un nuevo aviso, advirtiendo que determinar quiénes son buenos y malos es competencia de Dios y sólo Él puede hacerlo.

***

  • En este contexto social es donde hoy sigue teniendo vigencia como nunca la parábola evangélica del tesoro escondido. El hombre, como el de todos los tiempos, sigue buscando consciente e inconscientemente un tesoro, un tesoro que valga más que todo lo que lo rodea, un tesoro que rescate su vida de la anorexia existencial, dándole una razón para vivir y para morir, porque las grandes razones para vivir son a la vez grandes razones para morir, para dar la vida por ellas.
  • Jesús nos presenta, también para hoy, el reino de Dios como el tesoro mayor para el hombre. Vivir de acuerdo con el evangelio tiene más valor que todo el dinero del mundo, más que todos los honores y privilegios, más que cualquier tipo de poder.
  • A partir del encuentro con Jesucristo, la vida cobra un sentido nuevo; se produce una verdadera revolución en la escala de valores; todo lo demás se relativiza. Se sabe que se vive, por qué se vive y para qué se vive. Nadie puede entrar en el reino como si tomara una cosa, adquiriera un estado o una posición, sino más bien como alguien que incorpora un estilo y comienza a vivir una vida nueva insospechada, más allá de todos nuestros méritos y trabajos. Entrar en el reino de Dios es tomar parte en la historia de salvación.
  • Todo lo que se es y todo lo que se tiene, se ordena en atención a lo que vale de verdad. Y esto nos libera de todo aquello a lo que podemos estar sometidos. Alcanzamos la libertad para dar la vida. Todo adquiere sentido, porque ya sabemos dónde tenemos el corazón, y eso es lo que nos llena de inmensa alegría.
  • No es algo que nos resuelve todos los problemas; ésta sería una imagen mágica de la fe. Es una relación, un encuentro y un vínculo con Jesús que nos modifica hasta el punto de que, lo que antes fue considerado como un gran valor, ahora puede no serlo, a partir de esa relación. Encontrar a Jesucristo es dejarnos proyectar por Él a una lucha generosa y solidaria en favor de los demás. El tesoro es Él y todo lo que Él significa.
  • La renuncia no es un acto ascético, sino espontáneo, y el dolor que puede causar la renuncia a algo que se quiere, pasa a un segundo plano, por la felicidad que produce lo que se elige.
  • Esto no significa que no cueste ningún esfuerzo, renun­ciar a todo lo que es incompatible con el evangelio, pero lo realmente importante no es la renuncia, sino la elección; lo que realmente nos hace mejores no es lo que dejamos, sino lo que elegimos. Si descubrimos y adoptamos el modelo de vida que propone el evangelio, podremos tener y ofrecer a los demás, de la manera más excelente, la experiencia del amor compartido, que es y lleva a la felicidad.
  • Cuando el discípulo de Jesús descubre y comprende la grandeza que encierra la propuesta del Reino, debe invertir todo lo que tiene para construirlo, porque el Reino no es la negación de su vida, sino la afirmación más completa de su dignidad y grandeza, la plenitud de su existencia en relación con Dios y con los hermanos.
  • Cuando descubrimos y comprendemos el valor de la justicia, la fraternidad, la solidaridad, el servicio y los demás valores del Reino, no podemos quedar indiferentes; y tiene sentido “venderlo todo e invertirlo para que se hagan realidad”.
  • El tesoro del hombre, lo que da sentido no es una utopía. El tesoro que nos colma de alegría es sabernos amados por Dios, partícipes de su Reino, y capaces de amar como el Señor, con un amor que da, sin acumular tesoros en la tierra, compartiendo y sirviendo.
  • El verdadero tesoro del hombre, ese amor transformador de Dios, lo encontramos en la carne de Jesús de Nazaret, mezclado entre los pobres y sufrientes, identificado con ellos. Es ahí donde Dios se ofrece a los que lo buscan, para hacer brotar de ellos, lo mejor de ellos mismos. Dios mismo se deja encontrar por el hombre, en el hombre, valioso a los ojos de Dios. Todo trabajo y esfuerzo por la vida del hombre al modo de Jesús, es haber encontrado el tesoro y haberlo invertido todo.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Dónde está puesto mi corazón?
  • ¿Cuáles son mis búsquedas?
  • ¿Qué es lo que valoro más en la vida?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

Señor, eres mi herencia, mi tesoro y mi único bien

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral

 

 

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