miércoles, 27 de abril de 2022

«Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único»

¡Amor y paz!

 

Los invito a leer y meditar la Palabra de Dios, en este miércoles de la 2ª semana de Pascua, ciclo C.

 

Dios nos bendice...

 

Primera lectura

 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

EN aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:
«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».
Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:
«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».
Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando:
«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».
Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.

Palabra de Dios

 

Salmo

 

Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

 

Evangelio de hoy

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):

TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor

 

Comentario

1. a) De nuevo han ido a parar a la cárcel los apóstoles. Los ha mandado detener el Sanedrín, sobre todo el grupo de los saduceos.

Pero el ángel del Señor les libera y les anima a seguir dando testimonio. Se repite la dinámica de la Pascua de Jesús: la muerte y la resurrección, la persecución y la liberación. Y los apóstoles, obedientes una vez más, e íntimamente convencidos de lo que hacen, «se pusieron a enseñar en el templo» ya de buena mañana. La obra de Dios sigue adelante: no tiene barreras.

Las autoridades tienen que volver a mandar que los detengan, aunque con miedo al pueblo.

A la fe en Cristo Jesús que predican los apóstoles la llama el ángel: «ese modo de vida». Y es que no se trata sólo de un conocimiento, sino un estilo que revoluciona la vida entera de los seguidores de Jesús.

El salmo responsorial refleja bien el espíritu de la lectura: «el ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege»; «si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y le salva de sus angustias». No es con las propias fuerzas como los apóstoles dan testimonio: les está ayudando eficazmente Dios.

b) ¿Cuántas veces hemos sido detenidos nosotros, y enviados a la cárcel, por ser cristianos que dan testimonio de Jesús? ¿cuántas veces hemos sido azotados? ¿cómo sabemos si es madura nuestra fe, si no hemos padecido contradicciones por su causa?

Si nos persiguieran a causa de nuestra fe, perdiendo prestigio social, o ventajas humanas; si nos pasara lo que les pasó a aquellos apóstoles, por querer anunciar a Cristo y seguir su estilo de vida, ¿seguiríamos dando testimonio valientemente? ¿o buscaríamos componendas para sobrevivir?

¿Nuestra fe es un «modo de vida», un estilo evangélico y convencido de conducta? ¿o meramente unos conocimientos que sabemos?; el menor obstáculo ¿ya nos hace tambalear en nuestro seguimiento de Cristo?

En los momentos en que la fatiga, el cansancio o el miedo nos hacen dudar en nuestra fe, podríamos rezar desde lo más profundo de nuestro ser el salmo de hoy: «yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias», «si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias», «gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él». Esto nos daría fuerzas para seguir con nuestro testimonio, de palabra y de obra, en medio de los ambientes en que vivimos.

2. a) En el diálogo con Nicodemo, Jesús llega todavía a mayor profundidad en la revelación de su propio misterio. Aquí ya debe ser el mismo evangelista Juan quien introduce su comentario teológico a lo que pudo ser históricamente el diálogo en sí.

La fe en Cristo la presenta en dos vertientes muy claras.

Por parte de Dios, el pasaje de hoy nos dice claramente que todo es iniciativa de amor: «tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único». Dios ha demostrado históricamente su amor. Quiere la vida eterna de todos: por eso ha enviado al Hijo. Dios ama. Ama a todos. Al mundo entero. Esta es la perspectiva que lo explica todo: la Navidad (cuántas veces escuchamos en la carta de Juan la afirmación de Dios como amor) y la Pascua, y toda la historia de antes y de después. Lo propio de Dios no es condenar, sino salvar. Como se vio continuamente en la vida de Jesús: vino a salvar y a perdonar. Acogió a los pecadores. Perdonó a la adúltera. La oveja descarriada recibió las mejores atenciones del Buen Pastor, dándole siempre un margen de confianza, para que se salvara.

Pero por parte nuestra hay la dramática posibilidad de aceptar o no ese amor de Dios. Una libertad tremenda. El que decide creer en Jesús acepta en sí la vida de Dios. El que no, él mismo se condena, porque rechaza esa vida. Juan lo explica con el símil de la luz y la oscuridad. Hay personas -como muchos de los judíos- que prefieren no dejarse iluminar por la luz, porque quedan en evidencia sus obras. Es una luz que tiene consecuencias en la vida. Y viceversa: la clase de vida que uno lleva condiciona si se acepta o no la luz. La antítesis entre la luz y las tinieblas no se juega en el terreno de los conocimientos. sino en el de las obras.

b) Cristo ha muerto por todos. Es la prueba del amor que a todos y a cada uno nos tiene Dios Trino. Yo, cada uno de nosotros, soy amado por Dios. He sido salvado por Jesús cuando hace dos mil años se entregó a la muerte y fue resucitado a la nueva vida. Puedo desconfiar de muchas personas y de mí mismo. Pero la Pascua que estamos celebrando me recuerda: tanto me ha amado Dios, que ha entregado por mí a su Hijo. Para que creyendo en él y siguiéndole, me salve y tenga la vida eterna.

Sólo si yo no quiero la salvación o el amor o la luz, quedaré excluido de la vida: pero seré yo mismo el que no quiere entrar a la nueva existencia que me está ofreciendo Dios. La Pascua anual que estamos celebrando, y la Eucaristía en que participamos, deberían aumentar nuestra fe en Cristo Jesús, nuestra unión con él: «el que me come permanece en mí y yo en él». Y esto daría fuerza y aliento a nuestra vida cristiana de cada día.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 48-51

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